4. ¿Para qué más libros si ya hay muchos para el bachillerato?
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Autores:
Eduardo Ochoa Hernández
Nicolás Zamudio Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Filho Enrique Borjas García
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez
Fernández
Rogelio Ochoa Barragán
◆ El conocimiento envejece.
◆ Crear nuevas vías discursivas para un aprendizaje más complejo.
◆ Renovar y poner al día los conceptos.
◆ Mantener fresca la vitalidad intelectual de la comunidad académica.
◆ Desarrollar una tradición intelectual editorial.
◆ Poner a disposición medios literarios para la soberanía intelectual de los estudiantes.
Las discusiones sobre el conocimiento y la educación a principios del siglo XXI marcan la necesidad de interactuar con un mundo material que cambia rápidamente, así como un cambio dramático en las capacidades tecnológicas[1]. En comparación con un pasado reciente, en el que el conocimiento se intercambiaba principalmente en papel o en reuniones cara a cara, la velocidad y las formas de las nuevas tecnologías plantean desafíos para la educación en todos los niveles, especialmente en lo que ahora es fundamental: la creatividad. Por ejemplo, el poder de las computadoras para trabajar con grandes volúmenes de datos sobre la producción de literatura y la forma distribuida de ese trabajo a nivel mundial (especialmente en ciencia) plantea preguntas sobre las direcciones de influencia entre la teoría, el cálculo y las capacidades intelectuales, lo que tiene ramificaciones para el currículo de ciencias, tanto en licenciatura como en educación media superior[2]. Una nueva dirección emergente es el entrenamiento para la formación investigadora[3], lo que justifica socialmente una educación que se enfoca en el desarrollo de capacidades intelectuales creativas del conocimiento[4].
Los cambios plantean interrogantes sobre el envejecimiento del conocimiento y los diversos agentes que impulsan el nuevo conocimiento. La disponibilidad de nuevos tipos de capacidades de búsqueda (navegadores con inteligencia artificial en la revisión de literatura especializada), nuevos tipos de archivos en línea (laboratorios virtuales), la capacidad de buscar y trabajar con textos visuales (video tutor), registros de datos (bases de datos) y similares, son potencialmente transformadores en términos de lo que los estudiantes pueden necesitar aprender o ser capaces de hacer con la información disponible. Otro gran impacto de Internet y las nuevas capacidades de búsqueda y comunicación han sido las preguntas sobre el papel (o incluso la existencia continua) de las escuelas y universidades tradicionales, en comparación con el aprendizaje informal abierto, las nuevas empresas comerciales emprendedoras de la cuarta transformación industrial[5], y nuevas entidades como los Open Online Courses masivos-abiertos y otras formas de aprendizaje en línea, relacionadas con laboratorios virtuales en matemáticas, física, química, farmacéutica, lingüística, entre otras disciplinas.
Referencias

[1] Cope, B., & Kalantzis, M. (2009). Ubiquitous learning. Urbana: University of Illinois Press.
Gibbons, M., Limoges, C., Nowotny, H., Schwartzman, S., Scott, P., & Trow, M. (1994). The new
production of knowledge: The dynamics of science and research in contemporary societies.
London: Sage.
[2] Shay, S. (2012). Conceptualizing curriculum differentiation in higher education: A sociology of
knowledge point of view. British Journal of Sociology of Education, 34(4), 563–582.
[3] Griffin, P., McGaw, B., & Care, E. (Eds.). (2012). Assessment and teaching of 21st century skills.
Dordrecht: Springer.
[4] Young, M., Lambert, D., Roberts, C., & Roberts, M. (2014). Knowledge and the future school:
Curriculum and social justice. London: Bloomsbury Publishing.
[5] Reckhow, S. (2013). Follow the money: How foundation dollars change public school politics.
New York: Oxford University Press.
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