4. La epistemología de la objetividad 

 

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Autores:

Eduardo Ochoa Hernández
Nicolás Zamudio Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Filho Enrique Borjas García
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez Fernández
Rogelio Ochoa Barragán


 

 

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Sostiene que los casos en el paradigma de los conocimientos perceptivos, uno sabe en virtud de poseer un apoyo racional a la vez que fáctico (es decir, implica a la evidencia) es reflexivamente accesible. En particular, sostenemos que puede un conocimiento perceptivo tener que P en virtud de esa P, donde ver a P es fáctico y donde es reflexiva accesible a uno cuando vemos P[1]. Esto está arraigado en nuestras prácticas cotidianas, centra su importancia en que es antiescéptico. Para expresarlo más ampliamente esto, considere: si lo podemos ver, sentir, oler…, y lo podemos racionalizar, entonces existe. Este pensamiento es disyuntor, al separar evidencia de racionalidad, ofrece una respuesta al escepticismo sobre el conocimiento perceptual del mundo, a partir de un argumento a favor de la no anulable pretensión de objetividad de la experiencia, podemos nombrarlo como lo hizo John MacDowell en 1995[2]: disyuntivismo epistemológico.  


Hasta hace muy poco el disyuntivismo epistemológico no era considerado por los epistemólogos como algo serio, con el argumento de que era obviamente falso. La razón principal es considerar que esta nueva intuición sobre el genio maligno con respecto a la naturaleza del apoyo racional reflexivo es accesible. La tesis de que un genio manipula la evidencia para engañarnos, y que esta detrás del velo de lo real, se le conoce como el genio maligno. Según esta intuición, dado que no se puede discriminar entre condiciones escépticas y escenarios paralelos escépticos, se deduce que el apoyo racional reflexivo disponible en la literatura, se puede considerar objetivo sobre la tesis de que nuestra experiencia (incluso la perceptual) es conceptual. En el marco del punto de vista de la “espontaneidad” en un sentido de lo sensorial (vista, tacto…), se consideran a una etiqueta para denominar la evidencia, que se halla implicada en la capacidad conceptual de nombrar todo lo que sucede en el mundo. 


El escéptico, se apoya en la aparentemente imposible anulabilidad en las ideas presentes en los conceptos,  en lo referente a las proposiciones y teorías que tenemos del mundo a partir de nuestra experiencia sensorial. El escéptico defiende que no hay razón para dudar, invirtiendo esfuerzo intelectual en lo que para nuestra experiencia perceptual del mundo resulta en una aplicación exitosa evidente. Por ejemplo, si la mecánica cuántica en su aplicabilidad tecnológica resulta exitosa en los microprocesadores presentes en nuestros teléfonos inteligentes, significa que esa coherencia es suficiente para sostener que no hay ningún genio maligno jugando con nosotros. Otro ejemplo lo da Hawking al sostener que este universo, en sus ecuaciones fundamentales que lo gobiernan, no necesita de ningún Dios para existir. 


Propuesta que resulta plausible desde el punto de vista epistemológico. Adicionalmente, McDowell insiste en la necesidad de incorporar un argumento trascendental (depurado del idealismo) para refutar definitivamente dicho escepticismo. 


La línea de pensamiento básica es que no debemos evaluar el alcance del apoyo racional reflexivo accesible de un sujeto en el buen caso limitándolo a ese apoyo racional que está disponible, a pesar de que los buenos y los malos casos son por hipótesis indistinguibles, por lo tanto, la nueva intuición del genio maligno tiene que mantenerse. Negar al genio maligno no basta para mostrar cómo el punto de vista de alguien es creíble. Es fácil considerar al disyuntivismo epistemológico, como cierto, dada la enorme popularidad cotidiana de su práctica epistémica en lo profundo de la cultura. 


En las formas estándar de pensar sobre internalísmo/externalismo, uno se enfrenta a una elección cruda. Por un lado, uno puede apelar al tipo de apoyo racional reflexivo accesible que satisfaga lo internista, pero entonces uno tiene  que admitir que este es un apoyo racional que se poseería incluso si las creencias fueran radicalmente erróneas. En resumen, uno renuncia a su apoyo epistémico agarrado en directo de un mundo externo a uno. Los externalistas apoyados en que sus teorías fueron desafiadas en la prueba de la fiabilidad; ellos lo garantizan bajo el soporte epistémico, ofrecen a uno un agarre a tierra directo con el mundo externo, ya que es el apoyo de la lógica doxástica y epistémica el que en ciertas relaciones objetivas nos da acceso a el espacio de significados en las diferentes parcelas de la realidad, desde el punto de vista racional, las creencias de uno están formadas de justificaciones rigurosas que otros pueden verificar. 


El pensamiento rector detrás del principio de cierre en las preguntas de investigación, es que la deducción competente es un ejemplo del modelo de explicación de un proceso racional. Por consiguiente, cualquier creencia basada en una deducción hipotética competente de los conocimientos racionalmente fundamentados, no puede ser en sí misma menos original cuando preserva a lo largo de la deducción los fundamentos que le dieron origen. La idea es que uno sería capaz de deducir competentemente su conocimiento perceptivo racionalmente fundamentado, a través de una inferencia basada en el cierre, para que uno no sea víctima de un escenario escéptico radical. Cuando se presentan paradojas genuinas uno podría afirmar que es solo el hecho que nuestras teorías están defectuosas y que debemos abandonarlas por nuevas opciones.  



Referencias




[1] Pritchard, D. (2010). Contemporary Skepticism: Oxford Bibliographies Online Research Guide. Oxford University Press.

[2] McDowell, J. (2010). Tyler Burge on disjunctivism. Philosophical Explorations, 13(3), 243-255.