4. Aislamiento social de adultos de más de 70 años
A medida en que los países se ven afectados por la enfermedad de COVID-19 por el coronavirus SARS-CoV-2, a la población de edad avanzada pronto se le dirá que se aísle por "mucho tiempo" en México y en otros lugares. Este es un intento de proteger a los mayores de 70 años, y proteger así los sistemas de salud sobrecargados, ya que los países de todo el mundo imponen bloqueos, toques de queda y aislamiento social para mitigar la propagación del SARS-CoV-2.
Sin embargo, es bien sabido que el aislamiento social entre los adultos mayores es un "grave problema de salud pública" debido a su mayor riesgo de problemas cardiovasculares, autoinmunes, neurocognitivos y de salud mental[1]. Santini y sus colegas[2] demostraron recientemente que la desconexión social pone en mayor riesgo a los adultos mayores de padecer depresión y ansiedad. Sin embargo, si los gobiernos indicaran a las personas mayores que permanezcan en sus hogares, estos deberían hacerles llegar víveres y medicamentos, para que eviten el contacto social con familiares y amigos, dado que se necesitan medidas urgentes para mitigar las consecuencias para la salud mental y física.
El autoaislamiento afectará desproporcionadamente a las personas mayores cuyo único contacto social está fuera del hogar, como en asilos, centros comunitarios y lugares de culto. Aquellos que no tienen familiares o amigos cercanos, y dependen del apoyo de servicios de voluntarios o atención social, podrían ser expuestos a un riesgo adicional, junto con aquellos que ya están solos o aislados.
Las tecnologías en línea podrían aprovecharse para proporcionar redes de apoyo social y un sentido de pertenencia[3], aunque podría haber disparidades en el acceso o la alfabetización en los recursos digitales. Las intervenciones simplemente podrían implicar un contacto telefónico más frecuente con otras personas importantes, familiares cercanos y amigos, organizaciones voluntarias o profesionales de la salud, o proyectos de alcance comunitario que brinden apoyo de pares durante todo el aislamiento forzado. Más allá de esto, las terapias cognitivas conductuales podrían administrarse en línea para disminuir la soledad y mejorar el bienestar mental[4].
Aislar a los ancianos podría reducir la transmisión, lo cual es más importante para retrasar el pico en los casos y minimizar la propagación a grupos de alto riesgo. Sin embargo, es probable que la adherencia a las estrategias de aislamiento disminuya con el tiempo. Dichas medidas de mitigación deben cronometrarse efectivamente para prevenir la transmisión, y para evitar que aumente la morbilidad del SARS-CoV-2 asociado con los trastornos afectivos causados por el aislamiento social. Este efecto se sentirá más fuerte en las poblaciones más desfavorecidas y marginadas, que deben ser objeto de urgencia para la implementación de estrategias preventivas.
[1] Gerst-Emerson K, Jayawardhana J. Loneliness as a public health issue: the impact of loneliness on health care utilization among older adults. Am J Public Health. 2015;105:1013–1019.
[2] Santini Z, Jose P, Cornwell E. Social disconnectedness, perceived isolation, and symptoms of depression and anxiety among older Americans (NSHAP): a longitudinal mediation analysis. Lancet Public Health. 2020;5:e62–e70.
[3] Newman M, Zainal N. The value of maintaining social connections for mental health in older people. Lancet Public Health. 2020;5:e12–e13.
[4] Käll A, Jägholm S, Hesse H. Internet-based cognitive behavior therapy for loneliness: a pilot randomized controlled trial. Behav Ther. 2020;51:54–68
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Autores:
Eduardo Ochoa Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Nicolás Zamudio Hernández
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Rogelio Ochoa Barragán