Texto académico
Autores
Eduardo Ochoa Hernández
Nicolás Zamudio Hernández
Filho Enrique Borjas García
Gladys Juárez Cisneros
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
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4. Identificar argumentos
Cuando Usted cree algo, porque dispone de una buena razón, asume la actitud para disfrutar de tomar decisiones y realizar acciones bajo la confianza que es racional, por estar justificada y porque constituye un conocimiento cierto o sólido en su correlación con la realidad. A la rama de estudio que aborda estas buenas razones en lo referente al conocimiento, se le llama Epistemología. La epistemología estudia las formas que constituyen un conocimiento; el estado epistemológico de no contradicción de las justificaciones y sus pruebas de verdad; el error por sesgo cognitivo, que es consecuencia de un mal manejo de las emociones y los prejuicios que nos hacen tropezar en la empresa de decir verdad; los valores epistémicos que resuelven la propiedad ética de la no simulación de datos, referencias y cálculos, además, del respeto a la propiedad intelectual, la originalidad, la profundidad, las palabras precisas a la complejidad de lo que se intenta expresar y la no corrupción de la lógica de sus conclusiones.
La razón objetiva o también referida como aquella en la que está justificada su verdad, está arrojada hacia algo que está fuera de la mente, a ese mundo exterior a lo lingüístico, se le llama ontológico. Es asumir que hay algo fuera de la mente, independiente de esta y sujeto a lo racional para lograr procesarlo en forma de conocimiento. A los elementos ontológicos se les refiere con los términos de hecho empírico, evidencia, existencial, causal, fenómeno, referencia, dato, medición. A la persona que justifica su razonamiento con elementos ontológicos, se le refiere como responsable, por ajustar sus creencias a aquellas que pueden ser probadas por su verdad.
En cuanto a la acción que en algún sentido realizamos los humanos, muchos científicos la piensan como razones fácticas. Es decir, nuestras acciones son dependientes de nuestra razón para actuar de una u otra manera. Por ejemplo, si me diagnosticaran diabetes, un buen razonamiento sería dejar de tomar aguas azucaradas. El mundo es, no lo que pasa en nuestra mente, en él no hay ni buenas ni malas razones para actuar. Muchos epistemólogos, por el contrario, consideran que las buenas razones no son hechos sino estados psicológicos en respuesta a experiencias perceptuales u otras creencias. Así, mi experiencia visual de una planta amarillenta en mi jardín es una buena razón para creer que esta se encuentra enferma. Buenas razones hablan a favor de la experiencia del conocimiento, es decir, lo que es para nosotros racional para sostener un punto de vista. En resumen, la confianza en nuestras buenas razones se ve sacudida (refiriendo a confianza) cuando la ciencia les pone presión entre flancos (refiriendo a buenas razones): el conocimiento verdadero, la percepción y la acción. Por el momento solo diremos que estas presiones son a favor de revisar el repositorio de creencias con las que actuamos y juzgamos al mundo.
Si buenas razones nos enganchan en la forma de actuar en el mundo, son estas verídicos perceptivos que pueden ocasionar que actuemos con sesgo y con crueldad. Las verdades en la mente son un tipo de enunciados llamados proposiciones, que son afirmaciones susceptibles de evaluación de sus estados de verdad. Esto genera el debate de que hay indicios muy sólidos de que una debilidad lingüística en nuestros estilos de razonamiento puede derivar en una sociedad de violencia, el conflicto entre vecinos de carácter crónico, y finalmente ser prisioneros del odio.
Nadie fuera de la ciencia cognitiva, comúnmente reconoce que esta debilidad de la razón, es el factor clave en en la descomposición social. Dos personas que intentan debatir sobre alguna idea, si su debilidad racional es aguda, es muy factible que se produzca violencia de algún tipo en este proceso.
Ilusión, alucinación y otros afectaciones no verídicas de experiencia, pueden desconectarnos del mundo, por esta razón solo lo real está en condiciones de dotar a nuestras creencias de buenas justificaciones. Sobre la base de las consideraciones epistemológicas, se prueba que de esta manera una verdad por referencia a lo real consiste en todos los casos en proposiciones. Son consideraciones de conocimiento, que forman un banco de creencias en forma de sentencias tipo proposición. En un razonamiento, las proposiciones son esa clase de unidades relacionadas con operadores lógicos y probabilidades en las que interviene la evidencia. Tenga presente que la evidencia se nos presenta en forma de proposiciones en la mente.
Las proposiciones representan a la evidencia, y estas son las buenas razones prácticas que nos motivan a actuar, no son hechos sino nuestros estados psicológicos. Las razones en acción o razones motivadas no son hechos sino estímulos por los que actuamos en respuesta a la naturaleza ontológica. Tanto las razones para creer, como las razones para la acción son respuestas a hechos, pero no son hechos.
El debate es en primera instancia sobre cómo justificamos una creencia. Los internalistas, aquellos que sostienen que un individuo se basta en independencia para conocer la verdad, es decir, piensan cosas internas en la vida mental como forma de justificar una creencia. Además, los internalistas asumen que cada ser humano posee un juego idéntico de axiomas (verdades evidentes) con los que produce y evalúa razones, y subestiman la corrupción en sus inferencias dadas por motivos psicológicos.
Puesto que la evidencia es una de las cosas que justifican la creencia, el realista se resiste a considerar que lo fáctico o lo basado en evidencia esté en la posibilidad de que nos engañe, propio del lenguaje de proposiciones. Una experiencia visual ilusoria, es cuando no percibimos el movimiento, debido dice Newton a estar viajando a la misma velocidad que nuestro marco de referencia.
Desde la perspectiva del novel, el contenido es una narrativa objetiva, un cuerpo de argumentos conectados por operadores discursivos o conectores, donde un avatar es el narrador que explica algún objeto de estudio al modo de experiencia original. El aprendizaje de esta actividad, es similar entre el experto y el novel, quizá lo que cambia es el rigor más alto para el experto y una mayor tolerancia al error en el novel. A continuación, se discute a fondo la naturaleza del conocimiento justificado y el sentido de verdad conectado al concepto de evidencia.
4.1 El acto de justificar una creencia
Hay dos escuelas que argumentan cómo surge el acto de justificar una verdad. Los internalistas por un lado, sostienen que los humanos a partir de verdades evidentes a nuestra especie (axiomas), construimos los juicios de verdad sobre las razones que creemos como verdaderas. El conocimiento científico y técnico es un discurso justificado por evidencias y por demostraciones, por ello se le llama texto objetivo. Justificar es una acción de argumentar la verdad. En la otra escuela, para los externalistas, la verdad es justificada como producto de la socialización, por medio de algún esquema de discusión. La esgrima de las ideas cara a cara, es decir, el proceso de discutir ideas, es el proceso de construir la justificación de la verdad.
Para creer en algo como justificado, no es suficiente aportar la evidencia en referencia a las proposiciones de los argumentos, para estos últimos, la evidencia es necesario que sea sometida a una discusión sobre su correlación objetiva con los hechos a los que refiere. Mientras unos refieren a la evidencia como algo que está objetivamente en la existencia real, otros, consideran que su fiabilidad es producto más del método que la justificación. Al justificar una creencia, nosotros tenemos que mostrar que el tema no violó alguna norma del pensamiento científico, es decir, que en él no hay contradicción teórica (conceptual) o empírica en su contenido de evidencia. De entrada una creencia que no es posible verificar en los pasos hipotéticos deductivos de su verdad y además, justificar cada una de las evidencias, no es objetiva. Las evidencias son representadas como proposiciones en el discurso, intentando expresar la verdad. En el caso de no poder verificar la evidencia, podemos asegurar, que no es un discurso objetivo.
Los seres humanos, empleamos la razón con sesgos involuntarios y en muchas ocasiones la complejidad la vuelve perezosa. Esto provoca que seamos parciales abrumadoramente en nuestra cotidianidad, con justificaciones ligeras y argumentos sin apoyo de evidencia sólida. Cuando nos sumergimos en el texto académico o científico, estamos en un ambiente rigurosamente justificado y discutido por una comunidad de conocimiento. En este contexto, el contenido cumple adecuadamente con las funciones de instruir y de demostrar, para las que fue creado. Es para entonces, cuando la razón se coloca nuevamente en su ambiente “normal”, cuando se pone a trabajar en medio de una discusión cara a cara, es decir, el momento en que las personas intercambian argumentos y procesos de justificación. En particular, cuando las personas no están de acuerdo, pero tienen interés en hacerse de un razonamiento más sólido, en la búsqueda de la verdad o dar solución a un problema, el intercambio de argumentos y sus justificaciones requieren de una mente abierta, para lograr un consenso. Lograr el consenso puede parecer algo optimista, pero sí es posible, sobre todo cuando se muestran las cartas de cómo fue el proceso de justificación, eso hará de la discusión un proceso productivo. Para convencer a otros, es preciso revelar la gama de evidencias y sus criterios de verdad que expresamos para su verificación más rigurosa posible.
Nos encontramos con que el razonamiento individual, desde los externalistas, es sesgado y perezoso, mientras que el producto de discusiones educadas es más sólido y atrevido en lo complejo. Esto ocurre no solo en adultos, también en jóvenes. Quizás alguien pueda estar pensando, que para el caso de producir conocimiento objetivo en las ciencias morales y políticas esto no es trasferible. En juicios morales y políticos, que asumen que la razón es la vía de justicia, estética y cultural, nuestras ideas anteriores son válidas en todo proceso de discusión y justificación. La razón es la facultad que dota a los humanos de sabiduría y conocimiento, este punto de vista dominante en la tradición occidental ahora mismo es estudiado en su proceso, con la idea de reconocer sus rutinas, vicios de sesgo y pereza. Toda razón que se pudo construir, también se puede desmontar para aprender el proceso de su justificación.
Es René Descartes, quien en 1619 en su obra “Discurso del método”, se planteó el proyecto ambicioso de crear un estilo discursivo que libere a la ciencia de las opiniones, permita reconstruir su conocimiento desde cero, paso a paso por lo hipotético deductivo, donde la razón es la única guía para aceptar como verdadera alguna creencia. Descartes claramente asume que la verdad es justificada por demostración individual y toda estructura superior puede ser reducida hasta su base axiomática. Descartes justifica su rechazo de todo lo que había aprendido de los demás, expresando un desdén general para los logros colectivos basados en la discusión crítica de las ideas. El mejor trabajo científico, sostuvo, es el hecho por un solo maestro. Lo que uno puede aprender de libros, consideró: “no es tan cercano a la verdad, ya que está compuesto de opiniones de muchas personas, como simple razonamiento que cualquier hombre de buen sentido puede producir sobre cosas en su ámbito”. Él habría despreciado la idea de moda de hoy de la sabiduría de las multitudes. La sabiduría solo reconoció, al menos en ciencias, fue la de la razón individual: “mientras uno para uno mismo toma algo que sea verdadero, que no es cierto si no se apega a la orden de deducir una cosa de otra, no puede haber nada tan remoto que se pueda finalmente no llegar a él, no tan oculto que uno no pueda descubrir[1]”.
¿Por qué Descartes decidió confiar solo en su propia mente? ¿Cree que es dotado de una capacidad de razonamiento única? Por el contrario, sostuvo que el poder de juzgar correctamente y distinguir lo verdadero de lo falso, es natural e igual en todos los hombres. Él asume que nuestra biología nos provee de la base axiomática para la razón.
“Las más grandes mentes son capaces de los mayores vicios, como de las más grandes virtudes del pensamiento”
R. Descartes
La mayoría de nosotros pensamos en nosotros mismos como personas racionales. Por otra parte, esperamos que otros sean racionales también. Incluso nos molestamos cuando otros consideran como obvios sus razonamientos sin justificación o fundamento. Casi nunca asumimos que quienes están en desacuerdo con nosotros en su conjunto, carecen de un conocimiento justificado. Esto se agrava aún más por el sentido de que las personas carecen de educación en el manejo de operadores discursivos, un lexicón sólido y falta de formación lingüística en el discurso argumentativo. Esto explica cuando nos preguntamos: ¿Cómo no pueden entender algo que nos parece tan obvio para “nosotros”?
Si la razón es esta fuerza lingüística altamente deseable para justificar la verdad. ¿Por qué se resisten las personas a ser dotadas de un máximo de capacidad humana para producir razonamientos? Después de todo, esperamos que las personas, todas tengan la percepción de reconocer las estructuras de razón para darse cuenta de una comprensión adecuada de como son realmente nuestras ideas, pero esto suele ser profundamente desconcertante.
Cuando tenemos una explicación, se presentan una diversidad de opiniones no por el hecho de que algunos de nosotros seamos más razonables que otros, sino porque lingüísticamente el lexicón y los operadores discursivos que cada uno maneja habitualmente son distintos y, no tomamos generalmente en cuenta que no usamos las mismas justificaciones, conceptos, evidencias y creencias culturales que casi son en la mayoría de los casos mitos de la verdad. Esta debilidad lingüística nos conduce a vicios intelectuales.
De la razón, los hombres de la ilustración, fueron sus más fieles defensores. Pero también lo han sido muchos a menudo apasionados detractores, su sesgo ha sido cuestionado, su arrogancia denunciada, su instrumentación casi mecánica de la razón ha traído grandes injusticias. Pero de esta depende el poder virtuoso para la justicia, la paz y reducir la desigualdad y la violencia.
Para quien dude de invertir en cultivar el poder de la razón, como eje sustantivo de la mente educada. Basta con que mire en las ciencias, a través del razonamiento profundo los científicos han revolucionado la vida humana[2]. Han descubierto hechos ocultos y profundas explicaciones que habrían sido completamente inaccesibles por otras formas de pensamiento.
Demostrar que la tierra es semiesférica y no plana, generó explicaciones por curvas en el horizonte en el mar y por el movimiento de sombras en la luna creadas por nuestro planeta, además, de argumentos geométricos en la observación de las estrellas. En principio esta evidencia generó solo teoría, dado que nadie había salido del planeta a observar o viajar alrededor de él. ¿Cómo entonces medir su circunferencia? Eratóstenes midió la longitud de la sombra proyectada en un obelisco y determinó que los rayos de sol golpean el obelisco en un ángulo de 7.2º al sur de la vertical. Él comprendió que el sol estaba lo suficientemente lejos para que la incidencia de todos los rayos que llegan a la tierra, fueran considerados paralelos y por lo tanto, el ángulo entre los rayos del sol y la vertical en Alejandría era igual al ángulo entre la vertical de Alejandría y Syene. En otras palabras, ese ángulo de 7.2º también mide la longitud entre Alejandría y Syene. Con esta información Eratóstenes pudo calcular la circunferencia de la tierra multiplicando la distancia entre estos dos lugares. El resultado, 252,000 estados, es 1% de error de la medida moderna de 24,859 millas o 40,008 kilómetros[3].
Eratóstenes comprendió la importancia mutua de elementos aparentemente sin relación de prueba, de supuestas y simples ideas geométricas sobre ángulos y líneas paralelas. Él dibujó a todas ellas en su demostración para medir la circunferencia de la tierra y que pudieran imaginarse los resultados de su estudio. En principio los retractores de la razón descalificaron no solo de lo convincente a su verdad, sino el alcance de la propia razón humana para mirar en lo profundo de la realidad con ayuda de las matemáticas. La ”circunferencia de la tierra“ es una convincente historia de detectives científicos que transporta a los lectores a un tiempo en el que los humanos no tenían idea de cuán grande era su mundo, y el destino de un hombre que se atrevió a medir lo incomprensible. “Circunferencia de la tierra”, es la historia de lo que sucedió cuando un hombre se hizo la pregunta. Es uno de los mayores experimentos de la historia antigua griega por una mente llamada Eratóstenes, investigador científico.
Hemos puesto el ejemplo de Eratóstenes para defender como la razón y la evidencia pudieron lograr tan excepcional desafío. No es un simple descubrimiento, puesto que después de 2 mil años se recuerda como uno de los gloriosos logros de la razón. El razonamiento ordinario es por lo general respecto del objetivo, una falsa dirección.
Las razones oscuras que son motor de la violencia, son esas falsas direcciones, combatirlas en cada mente con ejercicios de entrenamiento en diferentes estilos de razón, es el logro más añorado de la Ilustración. Pero, han sido tantos los extraordinarios logros científicos, que no percibimos un error que hoy provoca la violencia, el asumir el dogma de que la razón humana no tiene sesgo cognitivo. Una prueba en este sentido, son las advertencias que realizó el matemático, Kaczynski egresado de Harvard, famoso personaje por haber ingresado a los 17 años. En su tesis doctoral en la Universidad Michigan, resolvió un problema que a todos los de ese tiempo escapo la solución. Más tarde se centró en el problema que argumenta el carácter destructivo de la tecnología moderna para el medio ambiente. Este razonamiento, nos hizo ver el avance tecnológico como un factor de desastre medioambiental, que proyecta el no corregirse, que se trasforme en un retroceso en el progreso ético de la civilización. Si bien la razón no es perfecta, si es la mejor opción para tener una vida digna.
¿Por qué debo de vivir? En el mismo acto de hacernos esta pregunta, esta implica la búsqueda de las razones de sus creencias, y así que están comprometidos todos los que se hacen esta pregunta, en asumir que la razón es el medio para descubrir y justificar lo que es importante para sí mismo. ¡Y hay tantos motivos para vivir!, como lograr ser un ser sintiente y dotado del potencial de hacer crecer su razón. Podemos redefinir su facultad de razón en sí mismo, mediante su potencial de debatir y aprender. Usted puede buscar explicaciones del mundo natural a través de la ciencia y la visión de la condición humana desde el arte, la técnica, la música, las matemáticas y la gestión humana del progreso ético de su sociedad. Quizá la capacidad de prosperar en la razón y su placer, fue lo que a nuestros antepasados humanos les permitió existir con intensidad para apreciar la belleza y la riqueza del mundo cultural y natural. Como el heredero de millones de años de vida en la tierra, Usted es parte del eslabón de perpetuar la vida. Fue dotado de un sentido de empatía, tal como la capacidad de amar, respetar, ayudar y mostrar bondad -disfrute del don de la benevolencia mutua con amigos, familiares y colegas-.
Y por qué razón podría pensar que no queda nada de esto en particular en Usted. Nadie más que Usted es responsable de proporcionar a los demás, lo que espera Usted de sí mismo. Puede fomentar el bienestar de otros seres sintientes, si Usted invierte su vida en mejorar la salud, lo social, el conocimiento, la libertad, la abundancia, la seguridad, la educación, la economía, la estética y la paz en otros. La historia muestra que cuando simpatizamos con otros y aplicamos nuestra creatividad para mejorar la condición humana, podemos progresar de esta manera, y Usted puede ayudar a seguir ese progreso. La felicidad es lo que hacemos a otros para que ellos sean felices.
No es papel de este texto describir el significado de la vida. Este ejemplo significativo sobre ser feliz, lo expresamos aquí, para canalizar los ideales de la ilustración, donde la capacidad de la razón es el principio de iluminación racional para la paz y el desarrollo de un progreso ético. Nuestra posición es reivindicar los ideales de la ilustración, también conocidos como humanismo, libertad basada en la soberanía intelectual, la sociedad abierta, la educación posracionalista de mente narrativa, entre otros rasgos. Es la razón la institución colectiva que inspira este progreso, como la democracia humanista en acción, la solidaridad internacional… Los ideales subyacentes a la ilustración para enfrentar los desafíos del presente siglo en materia del progreso ético, son poco apreciados por la clase gobernante, nos referimos a los ideales presentes en la ciencia moderna y a la literatura original en todas las culturas. Aquí exponemos que el rigor de las ideas provoca una realidad de compasión, inspiradora, noble y una muy buena razón para vivir haciendo feliz a otros.
No es un secreto que nuestra razón presenta errores: sesgos. Por alguna razón, sin embargo, rara vez este asunto sale en la conversación de los ciudadanos, y muy pocos preguntan lo que debemos hacer sobre este caso. Es un patrón oculto detrás de todos nuestros triunfos y fracasos, invisible detrás de los ojos. ¿Qué es? No parece que sea por azar, es decir, debido a no contar con el conocimiento completo de una situación. Sin duda que cuando más aprendemos es menor el error estimado. Si los dados de un juego de azar están cargados se produce un sesgo estadístico. Es similar al sesgo observado cuando aprendemos parcialmente un método de aprendizaje sobre el mundo, así que aprender más en este caso nos ayuda a enfrentarnos a estos sesgos. La limitación a la adquisición de datos, más aún constantemente saturándonos, puede empeorar la predicción racional en su sesgo. Si queremos estar seguros de que el aprendizaje está a favor de ayudarnos, en lugar de hacernos peor de lo que estábamos antes, tenemos que descubrir y corregir los sesgos en nuestras ideas. Es una forma análoga al cómo lo trabaja la psicología. Un sesgo cognitivo es un error sistemático en cómo pensamos (estilos de pensamiento), a diferencia de un error aleatorio o por ignorancia. Mientras que el sesgo estadístico es respecto a una muestra de una población más grande, el sesgo cognitivo es producto de nuestro lexicón de creencias justificadas, fundamentadas, discutidas o demostradas. Tomar decisiones en función de un abanico de creencias erróneas, no hace más que alejarnos de nuestros objetivos. Por pereza a la complejidad, muchas veces caemos en el sesgo por el optimismo en nuestras creencias previas, simples y superficiales. El sesgo cognitivo es parte básica de los seres humanos, no es un tipo de defecto por una mala educación, es un rasgo biológico de nuestra especie. “Los sesgos cognitivos son el resultado de distorsiones en la cognición humana que siempre conducen al mismo patrón de juicio pobre, a menudo desencadenado por una situación particular[4]”. Prepararnos para lidiar con este sesgo cognitivo, es una cuestión ética, dado, por ejemplo, que en juicios legales podrían conducir a un atropello de la justicia[5] y en la convivencia humana a la violencia de todo tipo.
El sesgo cognitivo es una forma sistemática no advertida fácilmente de innatos patrones sobre el pensamiento; estos patrones pueden distorsionar nuestra visión de la realidad, controlar sus efectos es un desafío necesario para la paz.
Según nuestra experiencia en la literatura creativa, este es el mejor medio para regular este inconveniente, para alcanzar el discurso objetivo libre de sesgo, que le deseamos dar a la realidad social y dentro de las comunidades del conocimiento, debemos fortalecer nuestra competencia lingüística. Aún así, se trata de una solución obvia para comenzar. No confiar en nuestro cerebro, es aprender a emplear con maestría la racionalidad, desconfiando de nuestros impulsos e intuiciones. Una persona racional, sin importar la profundidad de sus creencias justificadas, es aquella que articula sin contradicción en su mente un discurso objetivo para sí misma. No se trata de ignorar las emociones o intuiciones. La tarea para la paz, es ser más consciente del proceso de justificación de las razones, proposiciones, evidencias e inferencias que hacemos en el acto de pensar. Tomar decisiones únicamente con nuestro lexicón de experiencias sin justificación rigurosa, si bien nos hace de rápida respuesta (intuitivos), implícitos, asociativos y automáticos; también nos conduce a la intolerancia de que otros nos involucren en el sesgo cognitivo. Tomar una decisión racional, es aplicar un proceso cognitivo lento, explícito, intelectual hipotético deductivo; además, controlado por evidencias y procesos crecientes en complejidad en sus argumentos discutidos.
4.2 ¿Qué es la razón?
Respirar, comer, aparearse, dormir, envejecer..., ¿cómo surge? y ¿es realmente una ventaja evolutiva para los animales? Su nacimiento y muerte es un asunto de las ciencias biológicas. Pero los humanos, somos animales dotados de razón. Esto nos pone aparte, en arrogancia por encima de otros animales. Los filósofos occidentales han afirmado que la vergüenza, el escándalo del animal humano, al menos podría ser detenida invocando el motivo, la facultad que hace que los seres humanos sean conocedores y sabios. La razón es un espacio de lenguaje, que en otros animales no está presente, parece que en ellos haya solo algún tipo de lenguaje emocional. La razón es más que el Yo, es un misterio fascinante. Estar dotados de razón, hace que los humanos se coloquen hasta arriba en la cadena de los animales, “ya no son bestias depredadoras y crueles”, son capaces de practicar la solidaridad gratuita, el progreso ético y mirar en lo más profundo de las estrellas, genomas y átomos.
La evolución nos trajo un regalo que Darwin considera, regalo de los Dioses. ¿La razón, es un rasgo de poder heredado por mecanismos de evolución? Por ejemplo, la visión es compartida por muchas especies, como adaptación biológica. Cerebros especializados para procesar los infrarrojos, el ultrasonido, la luz visible y retinas como lentes especializados para detectar objetos distantes. Es sin duda alguna, algo muy complejo, los actuales científicos en inteligencia artificial están intentando crear la visión y el razonamiento de imágenes por computadora. El debate en este terreno ahora mismo es inverosímil al preguntarse si los procesos de razón artificial, podrán ser incluso de más poder que la razón humana. Si la visión evolucionó, porque entonces no pensar que la propia razón fue un proceso evolutivo, cuya evidencia está oculta en las estructuras mismas del lenguaje humano moderno.
Más que la visión, la facultad de la razón eleva la cognición a nuevas alturas. Sin la razón, la cognición animal estaría limitada drásticamente por el instinto de inteligencia emocional. Mejorada la cognición con la razón, se garantiza que la emoción esté a raya y se puedan mejorar los conocimientos en todos los dominios y ajustar la acción en la narrativa de la historia y metas tecnológicas, éticas y estéticas más ambiciosas. Espere un poco, la razón es un poder, por encima de la visión. Pero, ¿por qué solo evolucionó en nuestra especie?
Si bien, se dieron en otras especies adaptaciones absolutamente singulares. Además, también para estas, debió existir un nicho ecológico único, que los seres humanos solo ellos habitan. Claro está, que no hay tal nicho único que motivó la marejada de la cognición humana, sea cual sea el motivo de la evolución, qué persiguió con dotarnos de tal poder. Para que esta adaptación compleja haya evolucionado, debió haber una serie de mecanismos desarrollados, donde cada cual modificó por selección natural las células del cerebro. No está claro que presionó nuestra biología para evolucionar y así surgiera el gen FOXP2. Que de acuerdo con los científicos de la ciencia cognitiva, es el gen responsable del lenguaje y la razón[6]. Tal vez la razón es un extraño suceso singular, porque tuvo que surgir a través de una serie de pasos altamente improbables y lo hizo solo una vez, solo muy recientemente en el tiempo evolutivo y en beneficio solo de una especie, ¡que suerte la nuestra!
Por supuesto, que se podría argumentar que la razón fue un injerto en nuestro genoma. Esto es sugerido por la cultura clásica Griega, como algo dado por los dioses, en lugar de algo biológico. ¿Cómo podría una especie con el poder de la razón hacer beneficios culturales a través de debatir y sin emplear la violencia? Muchos prefieren ver los beneficios, y dejan de lado el origen de la razón. Por desgracia, lo que obtenemos a través de la explicación del origen de la razón es más rico y determinante para la propia aplicación de la misma. Investigar y realizar una disertación, sin embargo, nos podría aportar los puntos débiles y en ocasiones reconocer un mal funcionamiento de la razón, hacer ver lo que no esperamos encontrar en sus fallas sistemáticas que comprometen su desempeño, por ejemplo, en la impartición de justicia, la reducción de la violencia y en otros avatares de la ciencia.
La psicología moderna afirma que la razón humana es deficiente. La idea de que la razón hace su trabajo con bastantes escollos se ha convertido en algo común en la comunidad científica. Experimento tras experimento convencen a científicos, psicólogos y lingüistas que cometer errores graves de razonamiento es natural y quizá por ello, es mejor emplear una razón por consenso ante lo sistemático de sus productos sesgados. Los procesos de razón no están del todo libres de contradicción. Lejos de esta discusión de disertación, está el argumento que dice que la lógica matemática humana y sus axiomas, son únicos para nuestra especie, ante ello, lo que es razonable pensar, es que la base axiomática de nuestra razón solo es válida para nuestra especie y quizá sean también sus límites lo que podemos decir sobre todo lo existente en el mundo.
Todos parecen estar de acuerdo que el razonamiento ayuda para que los individuos alcancen un mayor conocimiento, entendimiento y consenso sobre cómo vivir en sociedad. Podríamos aceptar el dogma simplemente así. El problema es que cuando se trata de impartir justicia o educar a los jóvenes y niños, es bastante desconcertante ver a la razón caer por debajo de algo imparcial, democrático o autoritario. Razón es en aproximación siempre, alcanzar lo objetivo, pero aún, a menudo es un proceso divergente que agudiza la incertidumbre sobre lo verdadero. Pero, ¿por qué aceptar el dogma de la razón? Quizá el peso de la tradición de la ilustración que veneró a la razón. Desde luego que sin discutir en lo profundo sobre cómo surgió y sí esta tiene fallas es un grave error. Y podría preguntarse, ¿qué otra cosa podría ser la función de la razón?
La justicia aveces cae en el error, de considerar a la razón como algo doblemente estándar para cada humano, dejando de lado las diferencias en su lexicón y operadores discursivos. Ella no es un mecanismo mental ordinario, sino un poder cognitivo que solo los seres humanos poseen y desarrollan por la educación. Prueba de que este poder es defectuoso, es el hecho presente de tantas formas de crueldad, de violencia y decadencia de la sociedad moderna. A veces la misma sociedad industrial avanzada, parece una tribu descarriada producto de lo irracional de sus decisiones. Más razón aún para disertar sobre los defectos de la razón. La razón tiene lugar en las mentes individuales, al mismo tiempo que en las interacciones sociales y su evolución civilizada. Por ello, aquí desafiamos la tradición dogmática y pensamos que estudiar los mecanismos de la razón y su función, podrá hacer más justa la condición humana y más emocionante la experiencia de exploración científica, técnica y literaria de lo humano.
Es una empresa enorme, si tomamos en cuenta que se han acumulado 3 mil años de obra filosófica y 500 años de obra científica sobre la razón y que en los últimos 20 años se intensificó su forma artificial de razonamiento, inspirada en modelos lingüísticos sobre la propia razón humana. Sería presuntuoso afirmar que este texto, niega todo el camino del estudio de la razón, por considerar que no se le atribuye ser en su seno algo que tiene sesgos importantes en su aplicación. ¿Cómo la razón evidentemente ha logrado un mejor conocimiento y el apoyo en la toma de buenas decisiones?, ¿cómo los seres humanos hacen uso de la razón? No intentamos explorar la historía en reversa sobre los viejos debates o unirnos a la refriega de la esgrima de este asunto, sino intensificar la información sobre las consecuencias de no atender los resultados experimentales que prueban, que la razón humana tiene fallas sistemáticas, y sus consecuencias para el discurso de sentencias sobre el que se imparte justicia y descansa la contención de la violencia. La razón, no es un método estándar para producir soluciones, y los estados mentales interfieren en sus justificaciones sobre la verdad. Nuevas exploraciones en la investigación son prometedoras para el discurso pedagógico, jurídico y científico, si consideramos a la razón como algo falible.
A pesar de que en principio muchos pensadores, han teorizado en torno a contrastar intuición y razonamiento, como si fueran dos formas diferentes de inferencia[7]; aquí, nosotros asumimos que la inferencia intuitiva es en sí misma razonamiento. Si bien, los humanos no solo somos capaces de representar a las cosas y eventos de nuestro entorno, además tenemos intuiciones sobre lo que otros creen y sobre ideas abstractas en ellos. Estas intuiciones juegan un papel importante en nuestra capacidad de entendernos, comunicarnos y compartir opiniones y valores. La razón, nosotros argumentamos, es un mecanismo a base de inferencias intuitivas acerca de una clase de representación, es decir, las razones.
Mientras que la razón es vista comúnmente como un medio superior para pensar en algo, nosotros asumimos que se utiliza principalmente en las interacciones sociales con los demás. Es decir, producir razones para justificar nuestros pensamientos y acciones ante los demás y, además, producir argumentos para convencer a los demás a pensar y actuar como se aconseja, también usamos la razón para evaluar no tanto el propio pensamiento, sino para evaluar cómo otros producen sus razones con las que justifican intentar convencernos.
Mientras lo más común, es ver a la razón como un sistema lógico de normas de verdad para la evaluación de la coherencia o presencia de no contradicción en un pensamiento presentado por cadenas de razón. La razón es más ecléctica y oportunista, dado que no se limita a las normas formales a base de axiomas secuenciados. El papel principal de la lógica en el razonamiento, sugerimos, es la de producir retórica. La retórica es un bien social fundamental para la paz y el progreso ético; para este último es necesario argumentar con mayor perfección una nueva generación de argumentos de justicia, de criterios éticos y procesos más eficientes de aprendizaje. El papel de la lógica es simplificar y esquematizar toda clase de argumentos intuitivos, destacando y a menudo sopesando la fuerza de su verdad.
Desde esta perspectiva, creemos que la razón evolucionó para justificarse a sí misma y para la producción de argumentos para convencer a otros como medio para fortalecer la unidad de la sociedad. Estas dos funciones están estrechamente relacionadas con las fuerzas para desarrollar una sociedad más justa, como medio de cohesión de identidad y control para una baja violencia en el tejido social.
El hombre se justifica constantemente a sí mismo, porque su éxito social depende de cómo negocie sobre cuánto cooperar y cómo participar con extraños en la búsqueda de objetivos a largo plazo; cada paso en pequeñas formas de acción conjunta, lo conducen a reflexionar sobre nuevas formas de cooperación. Esta cooperación es evaluada por la razón para resolver problemas de coordinación y confianza. En resumen, la razón es la herramienta de coordinación y flexibilidad para cooperar en sociedad.
Cuando damos razones es explicar y justificarnos a nosotros mismos, las personas intentan ver cuáales son nuestros motivos, ideas, acciones y el modo en que elaboramos la verdad. Al hacerlo, otros saben qué esperar de nosotros. Evaluar la razón de los demás es únicamente relevante para la confianza y lograr más coordinación en la cooperación social. A diferencia de otros animales los humanos comparten una gran diversidad de tipos de información y grados de comunicación. Para ser adultos socialmente competentes, cada uno de nosotros tuvo que aprender mucho de los demás. Nuestra habilidad y nuestro conocimiento deben más a la interacción social que a lo individual. La interacción social puede ser entre humanos directamente o a través de productos culturales como lo es la literatura o el cine. Los compromisos que asumimos en el día a día, tienen que ver con lo que hemos aprendido de otros para inspirar confianza y asegurar la cooperación sobre objetivos. Pero estos enormes beneficios son corrompidos por el sesgo cognitivo promovido por la desinformación y se traducen en intolerancia en el tejido social. La honestidad es algo que se espera al interactuar con las razones de otros, pero a menudo los otros nos inducen al error, implantando en nuestro ser argumentos deshonestos que distorsionan, omiten o exageran la información con el fin de mejorar opiniones sobre otros o inducir acciones en la toma de decisiones. Cuando escuchamos a otros debemos ser prudentes y desconfiar, y para superar este estado comprensible, es necesario evaluar la evidencia para confiar.
De esto surge otra función de la razón, una función que se lleva a cabo a través de razonamientos y argumentaciones, es decir, hacer efectiva la comunicación, dotándola de eficiente credibilidad a base de evidencia frente a la razón de una audiencia para crear la confianza. La razón ayuda a una socialización de ideas, a discriminar las buenas de las malas razones, y con ello, producir un consenso sobre las ideas en que acordamos confiar.
La primera función de la razón la hemos enfocado en producir argumentos y desarrollar explicaciones que justifican el razonamiento, y un segundo enfoque, el producir confianza en la esgrima de socialización de las ideas en la búsqueda de consenso. Desde la perspectiva del discurso jurídico este último enfoque interaccionista de la razón podría verse como fundamental para lograr la justicia por un medio racional que es susceptible de fallas.
Pero la razón nos parece que da signo de ser también parcial y perezosa. Parcial porque abrumadoramente encuentra justificaciones y argumentos que son apoyados por el razonador que expone las ideas en función de demostraciones a base de axiomas solo propios (exceso de confianza); es perezosa, además, porque hace poco esfuerzo para evaluar la calidad de las evidencias que ayudan a justificar y producir los argumentos (se prefiere intentar adivinar que intentar honradamente de revelar el rigor de las ideas).
En muchos casos, la razón conducirá hacia cualquier opinión, antes que al proceso arduo de justificar, al tomar la decisión por un camino más económico en su deliberación, se cae en el error sistemático de salir por el camino fácil. Es por ello, que los psicólogos tienden a pensar en la razón como algo sesgado y perezoso, que a menudo se niega a corregir intuiciones equivocadas, a pesar de que muchas veces nos muestra lo malo de sus consecuencias. La razón es un poder para ampliar nuestra capacidad cognitiva individual, y superar prejuicios enunciados en la interacción social con fines de progreso ético. Toda razón que no pasa por el consenso interactivo de la socialización, nada garantiza que dará un resultado positivo en el desarrollo humano.
4.3 ¿Qué es el conocimiento?
Quizá podemos entender mejor la naturaleza del conocimiento, si estudiamos más a fondo la naturaleza de la justificación. La epistemología como ya hemos dicho se debate sobre los ideales internalista y externalista. Los primeros, argumentan que las características de este están en virtud del cómo se justifica su verdad, es debido a cuestiones internas (biológicas) que el agente lleva a cabo. Así, en ciertas versiones internalistas, un agente debe ser capaz de decir, a modo de introspectiva si sus cadenas de razón están justificadas, asumiendo que la base axiomática es común a nuestra especie, otro agente podría reconocer esta justificación como un estado mental del primero. Los segundos, los externalistas niegan que la justificación esté determinada por factores innatos restringidos por la biología. Una creencia, para un externalista, se produce y sustenta en un proceso de debate social, y la fiabilidad que justifica su verdad es producto de un consenso en el proceso de la esgrima de las ideas.
Los partidarios de la fiabilidad, se niegan a reconocer que la justificación es necesaria para conocer, contradiciendo la posición Cartesiana de una mente individual de justificación. La justificación por demostración cartesiana, puede ser tratada por fiabilidad o prescindir de ella en su conjunto, debido a que la justificación es una legitima e importante categoría epistémica en su propia línea que gestiona la inferencia en las matemáticas. También, el motivo de justificar una condición, se hace necesaria para el conocimiento. La justificación es importante considerarla porque es la condición necesaria para el conocimiento en las tareas de simplificación teórica, es además, la estructura necesaria para verificar por todo interesado la no contradicción en el seno de los argumentos. Aquí, estamos a favor de producir un acercamiento entre el internalismo y el externalismo. Parece que los externalistas están equivocados en cuanto a justificación, como no necesaria para el conocimiento. Y los internalistas en cuanto a conocimiento como algo independiente de la base axiomática de nuestra especie.
¿Cuál es entonces la justificación? Para la epistemología, el conocimiento es una creencia justificada, este es un ideal socrático. Consideremos que ciertas cosas que todos sabemos, las asumimos fuera de la reflexión, por ser basadas en lo evidente. ¿Pero qué cosa tienen las justificaciones por ser basadas en lo evidente? En principio, con lo que asumimos algo por verdad evidente (axiomas), es algo implícito en la mente, que solo necesita ser sacado y llevado a aclarar en toda reflexión. Al proceso de enlazar a la justificación con la creencia de una proposición de conclusión, es el proceso de reflexión.
Las creencias de las personas, esas que constituyen su conocimiento, no están suficientemente justificadas, pero le garantizan su conexión al mundo, creemos que es razón suficiente del por qué no indagan en su justificación. Si la fiabilidad de las creencias produce todo lo necesario para la justificación, entonces sus creyentes pueden justificar cuanto tienen como conceptos, porque piensan en sus creencias como producto de un acuerdo sobre su verdad.
La idea de justificación, es para nosotros un asunto de estudio estratégico, para hacer contacto epistemológico importante, en el cómo está ligada la justificación a la idea de tener razón, esto significa que un agente que se justifica en la posesión de un argumento a favor de una creencia, asume que tiene razón. Al concepto de argumento se le da el papel de la justificación como una forma internalista, es importante no dejar de ver la conexión entre justificación y argumento, donde este último no necesita en lo absoluto ser internalista. A partir de una estructura predeterminada (axiomas) se procesan los desafíos de justificación. Pero esta capacidad internalista, no es la misma que se necesita para presentar los argumentos a una comunidad de conocimiento dentro de un debate. De cualquier manera, la justificación es vista como una cuestión de capacidad para presentar argumentos en apoyo a las creencias.
4.4 El origen del acto de debatir
En 1784 Immanuel Kant definió a la ilustración como un emergente de la humanidad en su inmadurez perezosa y cobarde frente a los dogmas y las fórmulas de autoridad[8]. El lema de esta época, bien podría ser la respuesta a nuestro tiempo, se puede parafrasear como “tener el valor de comprender”. Es mediante la razón, la tarea de purgar nuestros errores que se traducen en debilidad lingüística. Sesgos cognitivos que se reflejan en la intolerancia que desata la violencia. Purgar nuestros conocimientos no justificados, enriquecer nuestra humanidad. El progreso humano está ligado a la naturaleza racional y a su educación, todo progreso científico, político y moral es cuestión de “tener el valor de comprender[9]”. Comprender es la capacidad de diferenciar entre las explicaciones falsas, perezosas y una verdadera; la debilidad en esta capacidad se traduce en marginación, desigualdad, sufrimiento, violencia y estancamiento del progreso. La tesis del progreso como soberanía intelectual de los ciudadanos, implica una educación en la que se aprenda la condición necesaria del lenguaje y la razón más rigurosa para elevar y prosperar. Educar en la escritura creativa, es enfrentar directamente al sesgo cognitivo, fortaleciendo el lexicón y los operadores discursivos implicados directamente en las buenas razones.
Una cosa notable, es que una sociedad formada en la soberanía intelectual, contrasta con aquella instruida para hacer. Es enorme el contraste, en la primera, la violencia está regulada por la cultura y no por las leyes y fuerzas policiacas. En la segunda, el desacuerdo social, el deterioro ambiental y la violencia sin control es un perfil que manifiesta su pobre formación lingüística y de la razón compleja. Físicamente, la experiencia consiste en nada menos que nuestro cerebro responda a los impulsos eléctricos, allí sucede algo más que solo procesos bioquímicos, la razón no es algo que podamos ver.
Cuando el habla construye un cuerpo de argumentos para una narrativa sobre cadenas de hechos, se manifiesta así nuestra forma de pensar. Es importante profundizar en la teoría del conocimiento y, más porque en ella descansa nuestra habla cuando debatimos el conocimiento. Al debatir, nuestra retórica está adscrita a una forma de crear conocimiento, sus expresiones mentales están empleando con maestría un determinado número de operadores discursivos. Depende en gran medida para nuestros juicios “S” lo que se sabe de “P” proposición y depende de las cadenas de sentencias el entorno de comportamiento humano. En consecuencia, nuestra adscripción al conocimiento desempeña un papel importante sobre nuestras creencias, sin duda, son en este sistema retórico, los operadores discursivos los que juegan el más importante papel en el debate de las ideas en el entorno retórico. El universo de proposiciones es el vasto armamento para la esgrima de la retórica[10]. Sentencias como “él está en el saber, sabe lo que habla”, nos indican que alguien está adscrito a un conocimiento disciplinar que regula nuestras interacciones sociales. Cuando nos referimos al conocimiento, nos referimos a una forma modal sustancial en la que alguien produce un discurso objetivo[11]. Es decir, son nuestros recursos críticos para reflexionar y sacar inferencias. En un debate, es importante identificar la manera en que se produce el discurso del adversario, creemos que este enfoque es relevante para producir juicios adscritos al conocimiento y a cadenas discursivas fundamentadas en evidencias. El recurso lingüístico del que disponemos está a favor y a la vez es la frontera de limitación sobre los juicios de lo que sabemos, en consecuencia, la base cognitiva merece ser investigada[12]. Debemos pensar acerca de cómo son nuestras prácticas epistemológicas para comprender la naturaleza de nuestros juicios intuitivos sobre nuestro conocimiento.
Por estas razones, los juicios previos a los que estamos adscritos con nuestra base de conocimiento, influyen decisivamente para nuestra interacción social, además, para el caso de violencia, nuestra psicología es parcial sobre la narrativa criminal en que se construye. Nuestro banco de juicios previos, desempeñan una intuición que es referente para adaptar el nuevo papel de cada evidencia surgida como producto de toda investigación científica. El banco de juicios no son datos, son sentencias que directamente fueron adaptadas a teorías. Por ello, nuestro banco de sentencias solo es válido dentro un sistema conceptual o llamado marco teórico. Sin una considerable comprensión teórica de lo que es conocimiento, la razón y los estados psicológicos dentro del discurso humano, seremos incapaces de evaluar adecuadamente las evidencias acerca de hipótesis críticamente en sentencias de casos. Hacernos de estas reflexiones empíricas formadas en un abanico de hipótesis, no es un intento ideológico, sino un reconocimiento racionalista de justificar factores empíricos asociados entre sí, con el discurso objetivo sobre algo que sucedió en la realidad.
Por el contrario, a los que consideran que la actividad racional popular es un modo objetivo, los teóricos de la epistemología crítica, consideran que hay limitaciones tácitas y presuposiciones que dependen de nuestra vida ordinaria. Esto incluye injusticias epistemológicas que se manifiestan en ocasiones en las prácticas folclóricas. Antes de considerar cualquier desafío en la visión tradicional del conocimiento justificado, debemos hacer más profunda la idea de razón.
Sustancia, el filósofo considera con esta palabra, que refiere a lo más fundamental de la realidad. Lo ontológico, son sustancias o cosas que no dependen para su existencia de otra cosa. Las sustancias ontológicas son entidades fundamentales del universo, son los objetos finales de las ciencias naturales. Son las cosas de las que otras cosas dependen para su existencia. La mente humana da prioridad lógica al universo ontológico, en un sentido de categorizar, identificar cualidades, cantidades y demás, tomando a las sustancias de este universo como genuinos sujetos de una colección de piezas. Una sustancia puede sobrevivir al cambio, conservando su identidad intacta a través de muchos tipos de alteraciones, su esencia se mantiene intacta. Esta visión aristotélica, abre la pregunta, ¿podemos considerar a la mente humana una sustancia?
Descartes, su dualismo de sustancia y cuerpo, parece imposible explicar la interacción mente-cuerpo. Sin embargo, parece que Descartes no se preocupó demasiado por el problema de interacción, ¿podríamos decir realmente que el padre de la filosofía de la ciencia moderna tropezó involuntariamente en un error en su descripción de la naturaleza de la mente y el Yo? La respuesta a este dilema, es complicada. Sí, Descartes es por supuesto una especie de dualista de la sustancia. Lo que está claro es que él llama a la mente racional, una sustancia intelectual distinta al cuerpo, fundamentalmente diferente en una serie de aspectos importantes a la materia. En particular el pensamiento y la extensión.
Pero por otro lado, podría decirse que, allí mismo está mucho más incluido en lo que ahora le consideramos como la providencia de la salud mental o psicología humana, en lo que Descartes reserva como alma racional o mente. Descartes decía que los animales, aunque carentes de inteligencia o razón, poseen a través de las sensaciones mucho de lo que los seres humanos, también, obtienen de la percepción de los sentidos (dolor, sed, hambre) como resultado de entrelazar mente y cuerpo. Descartes refiere a la motivación del comportamiento animal no humano como estimulado. Una vez más, cuando miramos fuera de las reflexiones anteriores y posteriores a Descartes, puede verse que, lejos de ser ingenuas o ciegas a las sutilezas, también implican al cuerpo del ser humano vital en la mente y la experiencia, aunque no fue el primero en intentar explicar científicamente un fenómeno psicológico, sí lo definió como un dualista de la sustancia, en gran parte fuera de un sentido religioso. La mente es una sustancia que esta más allá de lo material, equipara Descartes mente con inteligencia, intelecto y razón; y niega, que tales cosas compartan cualquier naturaleza con la materia como lo hace cuando refiere alma racional en el discurso del método. Quiere decir que el concepto de mente de Descartes es algo mucho más estrecho que la idea moderna. En particular, él creyó que muchas de las capacidades mentales humanas y experiencias objetivas deben ser explicadas en gran parte en referencia a los sistemas fisiológicos humanos como el cerebro, lo que llamamos ahora sistema nervioso central. Por ejemplo, la percepción sensorial, incluyendo la recepción de las ideas, imaginación, sentimientos, respuestas al dolor y placer por las emociones.
El alma racional de Descartes, es el núcleo indudable de la existencia con la que el meditador es capaz de suspender a la creencia de dudar. Este filósofo no definió la sustancia en su obra Meditaciones; ni ofrece una prueba de que el cuerpo o mente son sustancias. Sin embargo, en otros escritos aporta definiciones del término. En Principles Philosophy, la define como algo que existe de una manera que no depende de ninguna otra cosa para su existencia. Así que parece que la mente para Descartes es una sustancia porque no depende de otra cosa que no sea Dios para su existencia. Más tarde, define a la sustancia como cualquier cosa en la que reside propiedad, calidad o atributo que tenemos como idea de lo real. Puesto que estoy consciente de que estoy pensando, tengo derecho a incluir que el pensamiento es una propiedad de la mente. Yo soy una sustancia que piensa. Así, la independencia ontológica y la prioridad lógica son relevantes en la decisión de Descartes para llamar a una cosa sustancia. Cuerpo y mente son dos cosas diferentes, y además de alguna manera opuestas. El pensamiento no existe como extensión en lo material, y lo material no puede pensar. Uno no puede reducirse a lo otro. El pensamiento no solo es una capacidad que permanece fuera de todo arreglo de la materia. La extensión no es un concepto o propiedad que pueda ser descubierto en las propiedades de la mente.
Descartes crea un argumento que llamó “argumento de la distinción de lo real”. Es un argumento que pretende demostrar que su mente y su cuerpo no son idénticos, que son numéricamente distintos. Él cree haber establecido anteriormente en su obra Meditaciones, porque Dios existe y no nos engaña: “todo lo que percibo claro y distante es verdadero de necesidad”. Es decir, el cree que “todo lo que tenemos claramente y distante, es capaz de ser creado por Dios, para su correspondencia exacta con mi precisión de la misma”. Las cosas pueden existir sin Dios, es algo crucial para la ciencia moderna. La mente es verdadera, numéricamente distinta de todas las otras sustancias, incluyendo el cuerpo con el que parece tiene una relación especial.
La idea de que mente y cuerpo son cosas que pueden ser representadas con números, le permite a Descartes asumir que su mente era suficiente para hacerse saber que su pensamiento, por sí solo era capaz de comprender cuando ante sí hay una verdad, independientemente de nada en lo material. Dado que en cada uno de nosotros, hay las esencias axiomáticas necesarias para distinguir racionalmente lo verdadero.
Ampliar la esencia del alma racional, es hacer profundos actos de razonamiento. Para Descartes, toda el alma racional está formada de modos de pensamiento en lugar de modos de materia. Dice Thomas Hobbes que las distintas formas de pensamiento (comprensión, explicación, demostración, definición, imaginación, percepción sensorial) son completamente diferentes de las propiedades que no pueden considerarse en la extensión local, como lo son tamaño, forma, movimiento, color de piel… Con esto, todos estarían de acuerdo en que las nociones de espacio como longitud, peso y tiempo parecen totalmente inaplicables a las cosas mentales. Pero incluso si estamos de acuerdo con Descartes, en la naturaleza esencial de las cosas mentales y materiales, podemos ser reacios a aceptar que esto establece que toda manifestación lingüística puede ser equiparada a lo real, en otras palabras, se intenta probar que la mente-lenguaje aplica su criterio de independencia sobre la sustancia y que esta, como prueba objetiva nada tiene que ver con la idea que la define como un hecho de la realidad.
4.5 Justificar nuestras razones
La justificación difiere del conocimiento en dos aspectos importantes. El primero, si las razones de la justificación son falsas, por haber evidencia firme contraria a estas no puede saberse la verdad necesaria para el conocimiento. El segundo aspecto es que la justificación es factible, pero no es conocimiento. Es decir, la conexión entre creencia y verdad socava al conocimiento, pero no a la justificación. Es claro que una creencia justificada no es en automático una verdad.
Dicho de otra manera, imagine que razona y produce una justificación, todavía tiene que pasar la prueba de conexión con la verdad, de tener éxito, estamos frente a un conocimiento. Pero, en caso de haber evidencia contraria a una premisa de la justificación, a pesar de ser un razonamiento elegante esta nunca será conocimiento. Simplemente es posible tener una justificación sin conocimiento. Hay una diferencia entre creer y creer correctamente, se puede decir que es cuando descubres que no sabes lo que creías saber, por no estar justificada la creencia en conexión con una verdad. ¿Cándo descubrimos que estamos equivocados? Realmente desde el momento de honradez en que reconocemos que nuestra creencia no fue justificada correctamente por razones. Al justificar podemos ratificar nuestra creencia o descubrir que cometimos errores al considerarla como valida.
Supongamos que esto es verdadero y que la justificación es una noción ontológica, no en el sentido libre de culpa o en el sentido de que sus creencias justificadas son creencias plausibles, sino en el sentido que su justificación de las creencias ha cumplido el rigor epistémico de los criterios de verdad. No estamos libres de culpa, todos tenemos la obligación con la verdad, para ello es un error no estar conscientes de los criterios de verdad. Conocimiento y justificación son dos estados distintos de la conciencia, pero ambos requieren del éxito cognitivo.
Esta discusión se centra principalmente en la justificación y se trata de una noción externalista, no del conocimiento. Aquí asumimos que es posible justificar creer algo sin saber que es cierto. El externalismo asume que la justificación en su noción de verdad es internalista dada por la doxástica, que es la lógica deductiva de algún grupo de operadores modales, son expresiones que califican la verdad de los juicios, empleando operadores discursivos para operar proposiciones que el razonador considera verdaderas. La justificación es un componente del conocimiento que depende enteramente de lo que es interno a nosotros y de los criterios de verdad aplicados. Surgen entonces dos preguntas:
- ¿Es posible tener conocimiento sin justificación?
- ¿Es posible tener justificación sin conocimiento?
Para contestar estas preguntas correctamente, tenemos que distinguir entre tres tipos de adscripción en la justificación:
Justificación personal: S se justifica en la creencia de P.
Justificación doxástica: las creencias S’s de P son justificadas /el razonador S cree que P es verdadera.
Justificación proposicional: S tiene una justificación para creer P / es una justificación para S y creer P.
Las descripciones de la justificación personal nos dicen algo acerca de un creyente, ya que este se considera justificado para creer. Una atribución de la justificación doxástica nos dice algo acerca de una creencia, si la creencia se mantiene con coherencia en su lógica modal. Una descripción de justificación proposicional nos dice algo acerca de una proposición, si la proposición es tal que es verdadera, hay suficiente justificación para que alguien la crea. No tenemos conocimiento de una visión estándar acerca de cómo se relacionan estas descripciones, pero existe una práctica común de tratar la justificación personal y doxástica como intercambiables. Es un error al tratar estas nociones como intercambiables, incluso si, como parece ser el caso, el error suele ser bastante inofensivo.
La justificación personal, habla sobre si una persona está justificada a creer una proposición, cuando está negada razonablemente a saber si su proposición es verdadera. En estos casos la persona no es un razonador buscador de la verdad respecto de alguna proposición. De esta persona, aún se espera que cumpla con su obligación epistémica, dado que es lo mínimo que se puede esperar de racionalidad en el progreso ético dentro de una sociedad. Debe quedar claro, que la evaluación de las creencias del sujeto no es simplemente una cuestión de evaluar a la persona que sostiene tal proposición. No hay razón para pensar que la justificación doxástica se reduce a una evaluación personal[13].
Demos distinguir la justificación doxástica y personal. La primera es una justificación de conocimiento en forma de cadenas de razón (proposiciones + operadores discursivos) discutidas por una comunidad, y la segunda, son casos de justificación sin conocimiento, donde son verdaderas por intuiciones internalistas, por encajar en algún interés personal. Si se apela a que en la justificación doxástica, tenemos un compromiso con una mejor verdad[14]. En ética la justificación personal es acto y la doxástica el agente. En general, podemos pensar las justificaciones como defensas. En las del tipo personal, son creencias particulares, y en la doxástica, son defensas de una escuela de conocimiento de lo posible en la realidad. Una persona que defiende el modo personal cree que P muestra que la forma de sus creencias son luz positiva. Cuando veamos a las creencias como estructuras coherentes de proposiciones y operadores modales, seremos calificados, epistémologicamente como responsables. Defender las creencias desde la doxástica, es demostrar que las proposiciones se ajustan a las normas que rigen el conocimiento científico de esa parcela de la realidad. Una persona está justificada en sus creencias si ella puede responder responsablemente de sus creencias, es decir, definir sus fines epistemológicos y procesos racionales. Una creencia, sin embargo, es justificada si se llevan a cabo lícitamente sus condiciones de verdad. Una persona en su decir puede ser acusada de no cumplir con la honradez epistémica, a pesar de que su justificación a la que está adscrito cumplió con sus obligaciones espistémicas. La justificación personal requiere solo una excusa para salir del problema, la justificación doxástica requiere que sus cadenas de razón sean licitas. Los hechos y su ajuste a nuestro pensar, no vienen de las condiciones internas de nuestro Yo[15]. Si la justificación es una noción internalista, la justificación de la creencia no depende de lo externo. Cuando pensamos sobre los diferentes factores externos, este enfoque nos impide ver que los constituyentes de las creencias del conocimiento son los factores internos que los determinan, aquí es donde somos engañados. Si la justificación depende de factores externos distinguibles por otros, parece ser una cuestión de suerte la justificación. Intuitivamente, se podría pensar que no debe haber diferencias en la justificación entre diferentes personas y usted, ya que las contrapartes comparten los factores externos: los axiomas.
Por su parte, los externalistas podrían argumentar que lo que sobreviene totalmente del interior tendrá poco valor epistemológico, puesto que la creencia tiene como objetivo la verdad. Los internalistas no consideran el papel de conexiones accidentales entre usted y los hechos que socavan el conocimiento.
Referencias
[1] Descartes, R. (2016). Discourse on Method: For Conducting Reason and Seeking the Truth in the Sciences. CreateSpace Independent Publishing Platform.
[2] Kuhn, T. S. (2017). Las estructuras de las revoluciones científicas (1 ed.). Fondo Cultura Económica.
[3] Nicastro, N. (2008). Circumference: Eratosthenes and the Ancient Quest to Measure the Globe. St. Martin’s Press.
[4] Hale, S. A. (2017). Common Cognitive Biases: Examples and Challenges (1.0 ed.). CreateSpace Independent Publishing Platform.
[5] Fruehwald, E. S. (2018). Understanding and Overcoming Cognitive Biases For Lawyers And Law Students: Becoming a Better Lawyer Through Cognitive Science. CreateSpace Independent Publishing Platform.
[6] Hofman, M. A., & Falk, D. (2012). Evolution of the Primate Brain: From Neuron to Behavior (Progress in Brain Research)., 496.
[7] Kahneman, D. (2013). Thinking, Fast and Slow (1st ed.). Farrar, Straus and Giroux.
[8] Kant, I. (2009). An Answer to the Question: ‘What is Enlightenment?’ (Penguin Great Ideas). Penguin UK.
[9] Deutsch, D. (2012). The Beginning of Infinity: Explanations That Transform the World (Reprint ed.). Penguin Books.
[10] Moltmann, F., & Textor, M. (2017). Act-Based Conceptions of Propositional Content: Contemporary and Historical Perspectives (1 ed.). Oxford University Press.
[11] Hanks, P. (2015). Propositional Content (Context & Content) (1 ed.). Oxford University Press.
[12] Burgess, A. G., & Burgess, J. P. (2014). Truth (Princeton Foundations of Contemporary Philosophy) (Reprint ed.). Princeton University Press.
[13] Conee, E., & Feldman, R. (2004). Evidentialism (1 ed.). Clarendon Press.
[14] Bach, K. (1985). A rationale for reliabilism. The Monist, 68(2), 246-263. Retrieved from http://userwww.sfsu.edu/kbach/rationale.pdf
[15] McDowell, J. (1996). Mind and world. Harvard University Press.