Texto académico
Autores
Eduardo Ochoa Hernández
Nicolás Zamudio Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Filho Enrique Borjas García
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez Fernández
Rogelio Ochoa Barragán
_____________________________
Había una vez, no había ninguna novela
Las novelas que leemos nos permiten encontrar personas , versiones de mundos que nunca veríamos, identidades que no nos permitiríamos ser, lugares a los que no podríamos ir de otra manera, y a la vez, es una manera de estar en casa. La novela contiene sus propias posibilidades, milagros narrativos y efectos literarios que recompensan la imaginación y sensibilidad humana, para lectores novatos e incluso para experimentados de las letras.
Gran parte del atractivo continuo de la novela radica en su carácter colaborativo; los lectores invierten su experiencia en la vida con los personajes, participan activamente en la creación de significado. Al mismo tiempo, son recompensados por los placeres cognitivos que son de lo más íntimo que los géneros esenciales vicarios del drama y el cine. Ese dar y tomar parte en la inmersión discursiva de un diálogo en nuestras mentes, que nos sigue por mucho tiempo después de cerrar la portada.
Es un verdadero proceso de colaboración entre la voz del texto y ese tomar del lector, la novela pide que se lean sus palabras iniciales, nos dice cómo le gustaría ser leída, sugiere cosas que podrían cultivarnos y qué buscar fuera de ella. Los lectores académicos decidimos si vamos a ir con el programa del plan de estudios, incluso si vamos a leer o no. Decidimos si estamos de acuerdo con el autor sobre lo que es importante, aportamos nuestra comprensión e imaginación a los personajes y eventos, nos involucramos no solo en la historia, sino en todo los aspectos de la novela, nos confabulamos en la creación de significado. Y llevamos el libro con nosotros y lo mantenemos vivo, a veces siglos después de que el propio autor ha muerto. La lectura activa de la novela, es un compromiso fundamental de descubrir las posibilidades estéticas, éticas y racionales de lo humano.
En 1967, la novela estaba en una mala manera, más o eso parecía. Dos ensayos seminales de escritores con nombres angustiosamente similares aparecieron, relataron la perdición y la penumbra. El crítico Roland Barthes con “La muerte del autor”, en ese ensayo, Barthes propone que toda la responsabilidad de construir significado es una empresa interpretativa en el lector, es decir, la empresa del escritor es la de un “scriptor" siendo poco más que un conducto a través del cual la cultura acumulada vierte sus textos. Está negando la autoridad cuasi-divina que gozaba el autor. Lo que está apoyando es el papel de la lectura activa y creativa, algo en lo que la educación debería poner más atención. Por otro lado, tal vez de manera más alarmante, John Barth en “la literatura del agotamiento”, sugiere que la novela está en su lecho de muerte. Lo que argumentó fue que la novela tal como la conocíamos se había agotado en gran medida; la ficción, sugirió, iba a tener que encontrar algo nuevo qué hacer para revitalizarse. Se habló mucho de la “muerte” de las viejas formas en 1967, mucho énfasis en la novela, como evento de acumulación de escandalosa humanidad alrededor de la intersección de las ideologías revolucionarias; se llamó a que debería haber una mirada a la innovación estética de lo literario.
Lo que Barth no consideró, era que la ayuda estaba ya naciendo. Ese mismo año, una novela estaba siendo publicada por un escritor colombiano en México y otra estaba siendo compuesta en Inglaterra, y ofrecerían maneras de avanzar desde el aparente imposible. El ingles, escribía “The french lieutenant's woman” que aborda seriamente los cambios en el paisaje de la teoría de la ficción. Al comienzo del capítulo 13, dice de su novela falsa-historia que no puede ser una novela victoriana convencional a pesar de su apariencia exterior como tal, porque “vivo en la era de Alain Robbe-Grillet y Roland Barthes”. En cambio, en la novela se burla de los lectores con personajes y escenarios victorianos, incluso cuando les recuerda que se trata de una obra ficticia del siglo XX , que simplemente está empleando convenciones victorianas para sus propios fines. Este juego no daño las ventas; TThe french lieutenant's woman fue la novela más vendida en los Estados Unidos en 1969. La novela del colombiano hecha en México fue por supuesto, “Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez, que aparecería en inglés tres años más tarde. La solución que ofrecía no era una de juego metaficcional, sino de la erupción salvaje de lo fabuloso en medio del lugar común, lo que se le conocería como “realismo mágico”. Estas obras y escritores lo cambiaron todo, tanto que Bath regresó al ensayo en 1979 en “La literatura del reabastecimiento”, en el que admitió que las cosas habían cambiado más en una docena de años de lo que podría haber previsto y que tal vez, esta novedad tenía futuro. Cita a Márquez e Italo Calvino como los revitalizadores de la novela. Estas novelas mostraron posibilidades en la forma en que no había sido probada nunca antes, cosas que aún con la ficción mantuvieron a los lectores dentro del género.
Hablar de novela es referirnos a lo profundo del arte de las letras. Harold Bloom expresó[1]: “un profesor universitario de literatura que emite un juicio sobre el valor estético —mejor, pero, igual a, bonita o fea— se arriesga a que lo tachen sumariamente de aficionado total. Así, el profesorado de literatura censura lo que el sentido común afirma e incluso sus miembros más porfiados reconocen al menos en privado: la gran literatura existe, y es posible e importante identificarla. Uno de los más grandes estudiosos de la literatura, Bloom pone en énfasis en Anatomía de la influencia para la educación: el desafío, levantar el velo de oscuridad y aprender lo sublime del arte del diseño literario para formar grandes lectores y quizás cuajen algunos grandes nuevos Márquez o Barth.
Creemos que los ensayos y novelas en cuestión muestran que la historia del género novela siempre está muriendo como una forma de renovación generacional de creativos. Podríamos decir que, siguiendo al filósofo Heraclitus, no se puede pisar la misma novela dos veces. Permanecer es estancarse. Incluso los novelistas valorados como Charles Dickens, George Eliot, Ernest Hemingway estuvieron en constante cambio y crecimiento entre obra y obra. Aquellos que están de pie en la literatura parecen notar esto fácilmente. Pero, hay profesores que no aman la literatura y confunden a los estudiantes con que cualquier novela representa el mismo tipo de experiencia literaria. El movimiento dentro de la literatura original, no es hacia a adelante o hacia atrás, sino entre estilos creativos de progreso estético. En un género como la novela, hay un gran aprendizaje sin duda, aprender a diferenciar las innovaciones literarias de todos los tiempos.
¿Todas las novelas son literatura? Podríamos tener algún desacuerdo aquí desde dentro de la crítica literaria más rigurosa. Un porcentaje considerable de personas literarias quieren mantener muros alrededor de su pequeño rincón de cielo en las obras clásicas, aunque rara vez coinciden por ejemplo, en juntar a Jonathan Franzen y a Octavio Paz. Tampoco estamos sugiriendo que la calidad de toda la escritura sea la misma. Hay sin duda diferencias significativas en la calidad entre novelas, entre películas, entre música… nosotros, sin embargo, primeramente asumiremos el género de novela en su campo, todo como literatura. Después de algo de experiencia dibujar distinciones, más tarde entre el mejor arte literario. La escritura se nos viene en dos formas, estilos originales e imitaciones poco trabajadas. Todas la novelas son literatura, pero la novela no es toda la literatura.
Hay muchos elementos comunes entre todas las formas de literatura, muchos tipos de significación, lo que permite ver si la escritura en cuestión es un poema, una novela, un cuento…, en su creación de patrones, imágenes, lenguaje figurativo y uso de detalles. Sin embargo, también hay elementos que son específicos de cada género. Nuestra discusión se refiere a los elementos formales específicos de la novela. Esos elementos estructurales, cosas como capítulos, personajes, extensión, estilo, nudos, voz, comienzo, desarrollo y desenlace; parecen aburridos. Pero también son ventanas donde se establecen las posibilidades de mundos de ficción. La forma en que se cuenta la historia como algo más importante que lo que se está contando.
La novela con actitud histórica, con lenguaje isabelino o novelas en verso. ¿Importa esta diferencia en la no uniformidad? La verdad es que no. Después de todo, cada novela tendría tanto su audiencia de regreso como sus recién llegados, por lo que cada libro tenía que enseñar a sus lectores a lidiar con ella, como si por primera vez fuera para alguno de ellos. Simple lo es. Cada novela es nueva. Nunca se ha escrito antes en la historia del mundo. Al mismo tiempo, es simplemente lo último en una larga línea de narrativas, no solo novelas, sino narrativas en general, desde que los humanos comenzaron a contar historias a sí mismos y a los demás. Esta es la dialéctica básica de la historia de la literatura. El impulso a la originalidad choca con la tradición recibida de las obras ya escritas. Milagrosamente, ninguna parece abrumar a otra, y las novelas siguen apareciendo, al igual que el público para leerlas. Aun así, algunas novelas son más tradicionales, otras más experimentales, otras imposible de clasificar.
Volvamos a una época en la que la novela era realmente nueva. Había una vez, no había ninguna novela. Había otras cosas como épicas, narrativas religiosas o históricas, prosas, romances o versos. La Ilíada y la Odisea. Entonces algunas cosas comenzaron emerger. Puede ser que “Tirant lo Blanc” del escritor catalán Joanot Martorell, publicada en 1490, sea la primera novela europea de la que se tenga registros como tal. Colón no había navegado por el mar para descubrir la modernidad mesoamericana, pero estaba a punto de hacerlo. El auge de la novela coincide con el auge del mundo moderno —exploración, descubrimientos, invención, desarrollo, opresión, industrialización, explotación, racismo, esclavos, conquistas, violencia, revolución e independencia. Se necesitó hacer más grande el mundo comunicado para que la novela fuera posible.
En 1605, salió un libro que realmente puso al mundo en su oído. Así solía expresarlo Carlos Fuentes en su conferencia “Toda la literatura latinoamericana crece a partir de Don Quijote”. Ni ficción ni novelas. Literatura. Todo. El mundo latinoamericano se merece a Miguel de Cervantes y su obra maestra, por supuesto. Un libro grande, es torpe y serio, hilarante y triste, satírico y original. Es la piedra del futuro del Español. Cervantes nos enseña sobre la conversación equilibrada mientras que en Hamlet de Shakespeare, la comunicación parece ser inclinada a una sola conciencia. Sancho y Don Quijote se construyen uno al otro dentro de la conversación entre un pensamiento poético y otro objetivo al modo científico moderno del nuevo paliamos. La amistad es la columna vertebral del crecimiento humano, el heroísmo es la forma ética de transformar la aventura de la vida. Para Harold Bloom Don Quijote es la primera novela moderna[2].
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”. M. de Cervantes
Cervantes muestra lo que se puede hacer con las formas de la parodia. Su héroe es cómico, sin duda, pero hay una cualidad desamparada allí, también, ya que se ve a alguien demasiado lejos en la fantasía para notar, cuyos gestos, como en su defensa de Dulcinea y su inclinación en molinos de viento, son a la vez nobles y patéticos, e edificantes e inútiles. Pero sin duda son una propuesta de pintar la vida de poesía ante lo crudo de la existencia, esa que Sancho habita con su visión objetiva de los hechos. Cuando un personaje se relaciona en su nombre con toda una obra, realmente ha capturado nuestra imaginación. Don Quijote y Sancho son el sello distintivo de la imaginación occidental; poesía y ciencia formando un emparejamiento arquetípico, tanto que, siglos después en nuestros días sigue siendo la metáfora y la proposición las piezas de arquitectura de la literatura contemporánea.
Cervantes tomó lo viejo medieval y hace algo completamente nuevo, nos dice, ignoren las convenciones, inventen a medida que avanzan. Nadie había visto nada igual antes. Y nadie lo ha hecho desde entonces. Toda la novela intenta estar a la altura de la obra de Cervantes, pero el intento es, bueno, quijotesco. En ese momento, y durante varios siglos, después cada novela fue experimentación de la innovación. Si un género no ha existido el tiempo suficiente para establecer convenciones, entonces no puede haber tal cosa como espécimen llamado novela. A finales del siglo XVII y principios de siglo XVIII, los escritores de esta nueva forma entendieron que era nueva, que era… la novela un invención de lo humano, un espacio para ensayar las posibilidades de lo humano.
Lo que llamamos una novela sería casi en dos partes en la Europa romana. Ese término deriva de “romanz”, término universal para referirse a largas narrativas en verso antes de la era de imprenta. La palabra “novela”, por el contrario, proviene del término italiano “novella”, que significa nueva y pequeña. El español eliminó el diminutivo y se quedo con “nueva” y expandió el término novela. Las narrativas de ficción de gran longitud en libros llegarían a ser conocidas como novelas. El término “romanz”, se ha mantenido para cierto tipo de narrativa de ficción, una que es más estilizada, más impulsada por la acción, más dependiente de los tipos de personajes inventados en su psicología, alejada de las personalidades realistas. A menudo, los personajes realizan actos improbables, invenciones de mundos posibles.
La distinción se mantuvo en mayor o menor uso durante años entre letras romanz he historias de narrativas largas y originales. “El retrato de una dama”, “La letra escarlata” son consideradas novelas. El problema es con Moby Dick, los términos empleados resquebrajaron su precisión quirúrgica. Hoy en día, casi nadie diferencia entre los dos términos. El problema se agravó cuando el termino “romance” se conecta instantáneamente con “Harlequin”. Así que nos quedaremos con la Novela como elección para ficciones de larga duración, sabiendo que su narrativa es una invención que nace en su estilo y muere con cada nueva obra.
Volvamos a los primeros días de la novela. Estos nuevos escritores no conformaban su nueva forma de la nada. Había formas establecidas, la mayoría de ellas no ficticias para la narrativa en prosa: romances en prosa, cartas, sermones, confesiones, historias, memorias, biografías. Las novelas de Samuel Richardson son epistolares; es decir, se componen de una serie de diálogos. RAE epistolar: “Composición poética en forma de carta, en que el autor se dirige o finge dirigirse a una persona real o imaginaria, y cuyo fin suele ser moralizante, instructivo o satírico”. Su novela más famosa Clarissa (1748), que en algo más de un millón de palabras es un montón de letras. Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe sigue la forma de una narrativa de viaje de un náufrago al modo de Alexander Selkirk, mientras que Moll Flanders (1722) utiliza la forma de la confesión y la historia, muy vagamente de Mary Carleton. Una de las convenciones de la confesión es que el pecador disfruta de la gloria de su redención, pero la narrativa de Moll es mucho más enérgica, y convincente, sobre sus pecados que sobre su salvación.
La conclusión, para nosotros, es que en los primeros días de la novela, todo fue emocionante. Los lectores no podían decir, “oh, hemos visto eso antes”; cada novela era experimental, cada libro abrió un nuevo terreno creativo. Puede que no haya sido totalmente así, por su puesto, pero sin duda es como se ve desde el siglo XXI. Ahora lo que pasa con los experimentos resultan igualmente bien. Una cosa que inevitablemente ocurre en la novela, es que sus estructuras narrativas se renuevan y reorganizan. Las aventuras de Richardson no detuvieron una ola de obras similares, de misma manera después de “Cien Años de Soledad”. Entonces, ¿qué funciona mejor? Narrativa lineal, tramas centradas en individuos que crecen en personalidad, personajes en los que los lectores pueden invertir grandes capitales emocionales y de resolución de placeres de mundos posibles. En otras palabras, la fórmula de la novela victoriana:
Todo lo que se necesita es jugar con el tiempo.
¿Cuánto tiempo? ¿Qué tal dos o más historias entre cruzadas? Cada entrega pública de una pieza de la novela, se realizaba como una serie, como problema de contar una historia muy larga en el tiempo. Mantener la continuidad. Hacer que la información sea manejable. Mantener la lealtad de la audiencia.
La continuidad es un gran problema en cualquier tipo de narrativa serial. Tienes que tener coherencia, para que los personajes actúen de la misma manera cada episodio, evolucionen también cada episodio de una manera consecuente son la experiencia a la que son sometidos. A menudo cada apartado resume discretamente la secuela anterior.
[1] Bloom, H. (2011). Anatomía de la influencia: La literatura como modo de vida. Taurus.
[2] Bloom - El canon de la novela. Eduardo Berti (trad.). Madrid, H., & 2012. (n.d.). Novelas y novelistas.