Texto universitario
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Módulo 6. Universidad burocrática: la herencia del neoliberalismo
6. El concepto del neoliberalismo
Las cuatro dimensiones del neoliberalismo son un concepto bastante amplio y general que se refiere a un modelo o paradigma económico que salto a la fama en la década de 1980. Construido sobre el ideal liberal clásico del mercado autorregulado, el neoliberalismo viene en varios hilos y variaciones. Tal vez la mejor manera de conceptualizar el neoliberalismo es entrelazando: 1) una ideología; 2) un modo de gobernanza; 3) un paquete de políticas; 4) una forma particular de capitalismo.
Las ideologías son sistemas de ideas ampliamente compartidas y creencias moldeadas que son aceptadas como verdad por grupos significativos de la sociedad. Sirven como mapas conceptuales indispensables o modelos mentales porque guían a la personas a través de la complejidad de sus mundos políticos. No solo ofrecen una imagen coherente del mundo tal como es, sino también como “debería ser”. Al hacerlo, las ideologías organizan sus ideas básicas en afirmaciones de verdad bastante simples que alientan a las personas a actuar de ciertas maneras. Estas afirmaciones son reunidas por codificadores de ideologías para legitimar ciertos intereses políticos y para defender o desafiar las estructuras dominantes del poder. Los codificadores son personajes del poder que incluyen intelectuales, empresarios, periodistas de gran audiencia, celebridades y artistas de primer nivel, burócratas estatales y políticos.
Los defensores del neoliberalismo, saturan el discurso público con imágenes idealizadas de un mundo consumista y de libre mercado. Hábilmente interactuando con los medios de comunicación para vender su versión preferida de un solo mercado global al público, retratan la globalización de los mercados con una luz positiva como una herramienta indispensable para la realización de un mundo mejor. Estas visiones de mercado impregnan la opinión pública y las opciones políticas en muchas partes del mundo. De hecho, los responsables de la toma de decisiones neoliberales funcionan como diseñadores expertos de un contenedor ideológico atractivo para su agenda política favorable al mercado. Sus reivindicaciones ideológicas están plagadas de referencias a la interdependencia económica en el capitalismo de libre mercado dentro flujos financieros, de servicios y mano de obra. Por esta razón, tiene sentido pensar en el neoliberalismo como una ideología más bien economista, que pone a la producción y el intercambio de bienes materiales en el corazón de la experiencia humana.
La segunda dimensión del neoliberalismo se refiere a lo que el pensador social francés Michael Foucault llamó “gobernabilidades”, ciertos modos de gobernanza basados en premisas, lógicas y relaciones de poder particulares. Una gobernabilidad neoliberal tiene sus raíces en valores empresariales como la competitividad, el empoderamiento individual y la transferencia del poder del Estado a entidades de autorregulación como modelos de gobierno. En lugar de operar en líneas más tradicionales de perseguir el bien público mediante mejoras de la sociedad civil y la justicia social, los neoliberales piden el empleo de tecnologías que se toman del mundo empresarial para evaluar al gobierno: planes estratégicos, gestión de riesgos, análisis de costo beneficio, cálculos de eficiencia; las mejores prácticas; metas cuantitativas; trabajo orientado a la individualización bajo rendimiento. Los modos neoliberales de gobernanza fomentan la transformación de las mentalidades burocráticas en identidades emprendedoras donde los trabajadores son los policías de otros trabajadores, los sindicatos son contención del propio trabajador y guardianes del bien patronal. Los ciudadanos fueron redefinidos como clientes, masa de consumidores y emprendedores de consumo.
En tercer lugar, el neoliberalismo se manifiesta como un conjunto concreto de políticas públicas expresadas como: desregulación; liberalización; privatización. Las medidas políticas conexas incluyen reducciones masivas de impuestos especiales a empresas; reducción de servicios sociales y programas de bienestar; se sustituye el bienestar a la “vía del trabajo”; uso de las tasas de interés, tipo de cambio, inflación bajo control, reducción del gobierno; paraísos fiscales para las corporaciones y políticos. La lucha contra la sindicalización impulsa la mejora de la productividad y la “flexibilidad laboral”, prácticas diseñadas para promover el paradigma neoliberal que se traduce en “valores de la familia” feliz en el consumo, con duras fuerzas policiacas del orden y un ejercito fuerte.
En cuarto lugar, como dice el economista David Kotz, el neoliberalismo es una forma particular de libre mercado que reemplazó la forma de capitalismo controlado. Se construyeron instituciones supranacionales y policiacas pro-mercado.
6.1 Neofeudalismo
Desde principios de la década de 1980 Fred C. Cuny sostuvo que los desastres estaban asociados al tema del desarrollo, al que describió como la “modernización de una sociedad[1]” explicable en términos de una conexión directa entre vulnerabilidad y pobreza. Posteriormente, otros refinaron esas ideas diciendo que “los desastres son problemas de desarrollo no resueltos[2]”. Cuny afirmó que los desastres no deben definirse en términos del fenómeno natural o antropogénico que tiene un impacto destructivo, sino a la luz de las consecuencias de la injusticia humana.
Independientemente de la noción de desarrollo que se emplee, cuando se refiere a una sociedad, presumiblemente implica que un país ha logrado suficientes recursos económicos para los miembros de la sociedad y para la gobernanza, así como organización colectiva, recursos técnicos y experiencia intelectual, tales como para enfrentar la amenaza de desastres que pueden abordarse con conciencia y preparación para evitar o reducir sus impactos. En la narrativa de “desastres y desarrollo” siguiendo las afirmaciones de Cuny, esa idea general fue reproducida e incluso sugerida como paradigma[3], que ha sido de notable importancia en la comprensión de los desastres. Una extensa literatura reproduce esa idea central: “los desastres son un problema de desarrollo no resuelto[4]”. Los países menos desarrollados son más propensos a los desastres, por la relación directa entre vulnerabilidad, pobreza, violencia y desastres naturales al referirnos al subcontinente latinoamericano[5].
Sin pasar por alto el hecho de que esas declaraciones se basaron en el análisis de datos. ¿Qué papel juega el neoliberalismo en esta aparente paradoja de los datos? La recopilación de datos sobre desastres ha reflejado un cambio en el patrón de los afectados que se ha seguido midiendo en términos de pérdidas económicas y muertes. En los años sesenta y noventa, las pérdidas por desastres en los países en desarrollo se situaron en el nivel de las relaciones internacionales como una cierta "carga" para los países desarrollados; tenían que “ayudar” a los países con menos recursos a través de agencias especializadas, lo que se lamentaba porque tenían que ofrecer esa “asistencia” sin cambios, como una especie de caridad. Probablemente, como consecuencia de esta creencia, sumada a la sobre descapitalización de las empresas a raíz del huracán[6] Andrew en 1992, las agencias financieras internacionales debían idear instrumentos para enfrentar desastres, como bonos catastróficos y diferentes seguros y esquemas de reaseguro, que no han demostrado ser tan efectivos para abordar desastres en contextos subdesarrollados[7]. De hecho, el patrón de desastres en el mundo ha sufrido cambios importantes que se pueden atribuir al neoliberalismo[8]. Los países desarrollados tienen más pérdidas monetarias, sobre todo si consideramos la variable de siniestros asegurados. Dicho esto, otros asuntos de interés conceptual son nombres inapropiados, como la noción de “país rico" versus "país pobre". En el capitalismo, esas naciones, ricas o pobres, no son homogéneas en cuanto a su composición social. La existencia de ricos y pobres en el capitalismo, es decir, la diferenciación de clases sociales, es una condición sine qua non, de la misma forma que los países pobres también son habitados por ricos, empleando el significado que Lipietz propuso para entender la realidad[9] espacial del capital. La diferenciabilidad en el patrón de impacto de los desastres es también un proceso ampliamente identificado en el aumento de la desigualdad social y la pobreza, incluso en los países ricos. La investigación de Oxfam ha revelado que durante los últimos 25 años[10], el 1% superior ha obtenido más ingresos que el 50% inferior junto[11]. Esta situación refleja las consecuencias de procesos económicos que, son inherentes al neoliberalismo. Además, están plagadas de políticas económicas y acciones de gobiernos y grandes empresas asociadas a la doctrina del shock que Naomi Klein caracterizó brillantemente y que han llevado a la descomposición de los límites axiológicos del capital[12]. En otras palabras, se traduce en una corrupción ávida de enriquecimiento ilícito que pervierte el orden jurídico de la base de lo que se conoce como contratos sociales en las ciencias políticas[13].
En el período del denominado neoliberalismo, claras diferencias han marcado la ocurrencia de desastres en todo el mundo. El neoliberalismo como fenómeno de organización económica multiescalar solo puede explicarse teniendo en cuenta sus antecedentes, con raíces en el pasado en el que el surgimiento del mundo socialista a principios del siglo XX, secuela del final de la Segunda Guerra Mundial y el posterior colapso de la URSS son puntos explicativos clave[14]. En realidad, la especialidad del neoliberalismo, es su globalidad y expresiones locales que sintetizan el papel del Estado y el mercado en la economía y sus repercusiones en las condiciones de vida de los miembros de la sociedad. La orientación económica del neoliberalismo también definiría a sus beneficiarios y víctimas en manifestaciones de desastres. David Harvey denominó este período de desarrollo del capital mundial coincidiendo con la periodicidad general del neoliberalismo como el nuevo imperialismo[15]. El mismo autor identificó sus inicios a partir de que la clase capitalista corporativa se sintiera amenazada por el creciente poder del trabajador sindicalizado a nivel mundial desde los años sesenta y setenta, por lo que implementó una serie de acciones desde los setenta hasta principios de los ochenta. Pueden resumirse en la transferencia de capital a donde se puede encontrar mano de obra barata no sindicalizada; fortalecimiento del capital financiero; privatizar las instituciones estatales; y acometer cambios tecnológicos y desindustrialización mediante automatización y robotización. Todo esto ocurrió a través de cambios ideológicos, económicos y políticos implementados por agencias internacionales a través de la deuda externa de diferentes Estados del mundo, particularmente en los países en desarrollo. Otras presiones se ejercieron a escala regional, por acuerdos económicos (Trans-Pacific Partnership: TTP), con las tendencias actuales de globalización hacia la regionalización, que también han contribuido a un neoextractivismo y devastación regional del medio ambiente denomina la proliferación de “tierra muerta[16]”. Su proyección en riesgo de desastres aumentó sustancialmente la vulnerabilidad de la población y desvió la atención de los Estados de proteger a la población frente a desastres a atender los intereses globales de los grupos de poder económico. Las características generalizadas del neoliberalismo han sido la reducción de las políticas sociales y el consecuente deterioro de las condiciones de vida de la población que conducen a servicios deficientes y/o la privatización de la salud, la educación burocratizada y otros programas sociales, acompañados de mayores costos para la población y decadentes resultados. En términos generales, amplios sectores de la humanidad han experimentado la movilidad social hacia la pobreza. Países como México, y los países en desarrollo en su conjunto, han sido testigos de una eliminación gradual de los subsidios públicos para el sector rural (lo que no ha ocurrido en los países desarrollados), la expansión urbana en curso que invade las tierras agrícolas y la migración a las ciudades, además de una proceso de desindustrialización derivado de la baja productividad nivel del sector, altas tasas de interés en el mercado especulativo y apertura al capital extranjero en donde hay más oportunidad. Además, el trabajo precario en todas las ramas de las empresas formales se ha multiplicado en trabajos caracterizados por bajos salarios, ausencia de contrato laboral con beneficios sociales, horarios de trabajo que exceden los límites legales y condiciones de trabajo inadecuados. Al mismo tiempo, se ha producido un aumento de la economía informal, en la que participan las empresas formales mediante la contratación de mano de obra informal, con el fin de aumentar la flexibilidad de los programas laborales y la austeridad, lo que ha derivado en la informalidad de la fuerza laboral, subempleo, y desempleo masivo[17].
Según la Oficina Internacional del Trabajo (2018), en 2016 el empleo informal en América del Norte era del 18,1% y del 53,1% en América Latina y el Caribe. En el caso de México fue de 57%, similar a los de los porcentajes más altos en la región de Centroamérica, 58%, y en el Caribe, 57.6% (aunque en los casos de Honduras, Guatemala y Nicaragua estuvo cerca al 80%). Por el contrario, en Europa fue solo del 25.1% y si se excluye el sector agrario, el porcentaje bajó al 20.9%. Sin embargo, en diversas subregiones de Europa los porcentajes cambian. En el norte, sur y oeste de Europa fue del 14.3%, por debajo del promedio regional, bastante diferente del porcentaje de Europa del Este con 31.5%, mientras que en Asia el promedio fue del 59.2 y 64.8%, si se excluye a China. Para el continente africano, el promedio fue del 85.8%. El neoliberalismo ha buscado condiciones para ajustar las economías nacionales y regionales a la economía global, que incluyen un entorno político y macroeconómico apropiado y un marco legal para la reorganización e inserción interna productiva en la economía global[18]. Desde la década de 1970 ha comenzado una reestructuración y una nueva forma de integración de los estados-nación en la economía global. Los programas de ajuste neoliberal en cada país abrieron las barreras de bienes y capital para operar sin barreras sobre las fronteras nacionales. Las ganancias fueron apropiadas por las élites nacionales y las corporaciones transnacionales no así para los más desfavorecidos del desarrollo. El neoliberalismo introdujo cambios importantes, como condiciones laborales deprimidas, flexibles y la eliminación de las regulaciones estatales como controles para la protección del medio ambiente. En cuanto a la economía informal, con la llegada del neoliberalismo, los trabajadores asalariados quedaron precariamente en su seguridad social y la legislación laboral. Los líderes empresariales acumulaban riquezas más allá de la ley y no pagaban impuestos a las arcas públicas, ni tampoco los que formaban parte de la economía formal, o bien pagaban poco en impuestos. En ocasiones, la economía informal tuvo vínculos con el crimen organizado globalizado, así como con el capital financiero y bancario, que en países como México y otras partes de América Latina se asociaron con la extracción ilegal de recursos naturales, como el petróleo y los minerales. Los ingresos económicos de la población ocupada variaban según el tipo de trabajo que realizaban, lo que podía generar ingresos extremadamente bajos o extremadamente altos[19]. Generalmente, en el caso de México, el salario mínimo es uno de los más bajos del mundo (Oficina Internacional del Trabajo 2016).
6.2 La educación neoliberal: la crisis del intelecto frente a las soluciones burocráticas
Los cambios rápidos y significativos en las políticas que se han producido desde la crisis financiera han alterado, quizás de forma irrevocable, el panorama educativo. En lo que llamamos el período neoliberal reconstituido, hemos visto intentos claros de restaurar y mejorar las estrategias de comercialización y privatización anteriores en un todo inteligible. Esto ha ocurrido a través de una reorganización estratégica que finalmente ha resultado en una mayor alineación sistémica con los principios y valores que sustentan el neoliberalismo. Si bien los vínculos excesivamente simplificados entre la educación y la economía se han utilizado constantemente para respaldar un discurso educativo cada vez más burocratizado y los desarrollos de políticas relacionados, la crisis financiera también podría habernos llevado a un examen más crítico de las interrelaciones entre los dos. La inversión en educación a cualquier escala habría tenido poco impacto en la capacidad de prever o detener la crisis resultante. Además, las razones de la crisis, los comportamientos y las prácticas de los individuos, las empresas y los mercados responsables, también podrían haber justificado un examen exhaustivo del propósito central de la educación, sus principios y los valores sociales, morales y éticos que deberían establecerse central para ellos. Sin embargo, a la inversa, la crisis financiera condujo a una serie de políticas de "austeridad" que, en última instancia, refuerzan y "consagran" los valores neoliberales en el corazón de la educación.
Los principios clave de las reformas neoliberales son claramente visibles en los recientes desarrollos políticos: educación versus utilidad para los mercados de producción. Sin embargo, difieren de los desarrollos anteriores en que, en lugar de centrarse en el desarrollo de los cuasi mercados, la prestación de servicios periféricos y en la aplicación de los principios del mercado para reformar aspectos del sistema estatal existente[20], destinado a transformar la oferta educativa básica, permitiendo que los intereses del sector privado funcionen y gestionen abiertamente instituciones y aspectos centrales de la provisión. Si bien no podemos realizar un análisis detallado de todos los desarrollos recientes, vale la pena considerar brevemente algunas de las políticas clave que han surgido. Estas ilustran claramente cómo los principios centrales del neoliberalismo están posicionados esta vez como principios organizativos sistémicos centrales de la institución educativa.
6.3 Academias y escuelas burocratizadas
En el sector de las escuelas, los principios centrales del neoliberalismo no son más evidentes que en el desarrollo de los programas de estandarización tipo CENEVAL, SNI, acreditaciones, certificaciones y burocracia de la vida académica. Éstos son: descentralización y alejamiento del control de las autoridades locales; el desarrollo de un discurso enfático de privatización de servicios y mercantilización (habituación); y la conversión de servicios públicos en privados. Desafortunadamente, sin embargo, ya hemos visto academias de bajo rendimiento con claros signos de interrogación sobre su potencial pretendido para aumentar los logros en la formación intelectual de sus comunidades. Como puede verse en desarrollos similares en otros lugares, hay poca evidencia para sustentar las afirmaciones de estándares mejorados[21], con evidencia emergente de crisis inminentes[22], irregularidades por parte de intereses creados, obtención subrepticia de ganancias, e incluso actividad potencialmente fraudulenta de l ingreso a las universidades y sus posgrados[23]. Si bien actualmente estamos presenciando una pausa en cuanto a la conversión de todas las escuelas, existe el compromiso del Gobierno actual de que esto ocurrirá a su debido tiempo. Curiosamente, si bien se consideró necesaria la formación académica para "elevar los estándares" y proporcionar modelos de organización y financiación alternativos tras la crisis financiera, la conversión de las escuelas públicas financiadas por los contribuyentes sea hace de asesoramiento y conocimientos educativos especializados (a menudo privados). Esto incurre en costos enormes, a menudo inadvertidos, para el contribuyente, lo que contradice el mantra de austeridad utilizado para justificar tales políticas. Se podría haber logrado una mayor libertad sobre su plan de estudios y la autonomía otorgada a las escuelas mediante enmiendas a la legislación existente, reduciendo así los costos de manera significativa. Por lo tanto, está claro que el verdadero impulsor fue la transferencia de las escuelas públicas financiadas por los contribuyentes a las manos de entidades privadas de acreditación y evaluación.
Las escuelas de políticas neoliberal sugieren que esto marca un regreso a un sistema selectivo que refuerza las divisiones de clases, los privilegios sociales y las desventajas d méritos. Además, como las nuevas academias siguen siendo financiadas por el estado pero son empresas privadas las certificadoras, es muy posible que veamos en breve escuelas selectivas de gestión privada tipo CENEVAL que elijan a los estudiantes "mejores", resultando en resultados y clasificaciones más altos que sus contrapartes estatales no selectivas, lo que justifica nuevos llamados a la privatización.
Está claro que este cambio significativo y fundamental ha reubicado a los estudiantes como "clientes" o "consumidores", y a las universidades como productores y proveedores de servicios en un panorama más ferozmente financiarizado y comercializado. Las nociones de democracia y participación se han redefinido claramente en términos de elección del consumidor, con el programa de divulgación de la opinión, los estudiantes (y sus padres) son consumidores informados, plenamente e igualmente informados. Se asume que los estudiantes y los padres son igualmente capaces de tomar decisiones individuales y económicamente racionales, reflejando la "lógica" y las "reglas" del mercado educativo reformulado como de “calidad”. Sin embargo, esto ha ocurrido con escaso debate sobre el aumento potencial de las diferencias culturales o de clase y las desigualdades en el acceso, la oferta y el consumo de la educación. Se ha prestado poca atención a quiénes pueden ser los verdaderos ganadores y perdedores en un sistema cada vez más orientado al servicio de la economía, con futuros empleados (estudiantes) que acumulan deudas significativas para proporcionar a la industria una fuerza laboral más capacitada. Como resultado de estos valores consumistas, también asistimos a la creciente objetivación tecnicista de profesores, estudiantes, currículos, etc. Los educadores profesionales altamente calificados se ven cada vez más como "factores de producción", lo que resulta en una desprofesionalización y una menor autonomía a medida que se ven obligados a prestar servicios y brindar un aprendizaje que se adapte a las nuevas condiciones impuestas.
Desde este desarrollo, también hemos visto el crecimiento de medidas descontextualizadas y proxy para evaluar la "excelencia en la enseñanza" y la "relación calidad-precio", como las que se encuentran en la encuesta de evaluación de calidad. La encuesta se compone de solo preguntas que requieren respuestas de actitud de los estudiantes basadas en criterios algo dudosos para medir la eficacia de la enseñanza del intelecto y la pedagogía "innovadora". Como resultado, muchos centros educativos no solo han invertido mucho tiempo y recursos adicionales en departamentos especializados, procesos concomitantes y marketing extenso en medio de comunicación para lograr clasificaciones más altas, a menudo sin cuestionar críticamente el propósito real y los valores más amplios en la educación que pueden estar en juego. Cabe preguntarse si estos procesos, a la inversa, están socavando el tipo y la calidad de la pedagogía, la autonomía profesional y también la capacidad de innovar en las ideas. La gran cantidad de tiempo y energía invertidos en el servicio de tales medidas puede conducir a prácticas y procesos que realmente resultan en deshumanización, mercantilización, institucionalización déspota y, en última instancia, 'contraproductividad[24], que son claramente contrarias a las intenciones proclamadas. Sin embargo, queda por ver hasta qué punto esto puede suceder, aunque ya están surgiendo ejemplos tangibles.
Sin embargo, si bien tales desarrollos y preguntas necesitan una mayor investigación y análisis empíricos, la financiación explícita para esa investigación crítica parece haberse sacrificado cada vez más en nombre de la austeridad, en favor de evaluaciones de "lo que funciona" dentro del sistema existente burocrático y de austeridad pedagógica. Sin embargo, lo que funciona también está firmemente arraigado en las nuevas reinterpretaciones del "impacto" educativo motivadas económicamente. La intensificación de la financiarización de la educación y la orientación hacia un sistema de mercado también coloca a los estudiantes en una posición única y comprometida. Para los estudiantes bombardeados constantemente con mensajes de que una educación es esencial, y con las centros educativos cada vez más efectivos en el marketing para los estudiantes debido al temor a la pérdida de ingresos y ganancias, puede parecer que no hay otra alternativa para educar en prácticas de corte industrial, de obediencia ciega y burocracia intensa de proceso académicos.
Claramente posicionados como clientes, puede ser que acepten las medidas un tanto dudosas de satisfacción y calidad y, de hecho, se conviertan en guardianes inadvertidos del nuevo modelo. Sin embargo, como sugiere Edmond, debemos considerar, e investigar empíricamente, lo que realmente significa ser un estudiante en la educación neoliberal y, de hecho, qué cambios en la práctica estudiantil están ocurriendo como resultado. Si bien podría parecer lógico que la historia reciente haya sido constitutiva del "estudiante neoliberal" como consumidor de información, de memoria certificada, lo que ha dado lugar a desigualdades arraigadas que requieren los mercados que dependen de la propiedad de los capitales económicos, la realidad es mucho más compleja. Como argumenta Edmond, si bien ha habido cambios claros en las prácticas de los estudiantes hacia la presentación narrativa de un "yo emprendedor", también existe la necesidad de reconceptualizar a los estudiantes como algo más que "sujetos emprendedores neoliberales". Esto puede ayudarnos a dar sentido a la "refracción[25]" de la política que puede ocurrir y ocurre, y ejemplificar las diversas formas de reinterpretación y resistencia que surgen del abandono de la formación intelectual y cívica del estudiante.
Proporcionará la educación neoliberal a los estudiantes (consumidores) más información al imponer a las instituciones la obligación de publicar las tasas de avance de planes de estudio y progresión entre los diferentes grupos con el fin de promover una mayor transparencia. Y también creará un regulador único, evaluados de la calidad, y les dará poder para operar un nuevo Marco de Excelencia Docente de producción en serie. Desde una perspectiva más crítica, puede verse como: colocar las medidas de performatividad y estandarización en el centro de su misión; provocando el establecimiento de una nueva agencia para la subcontratación de servicios y prestación completa a proveedores privados (certificaciones y acreditaciones); amenazar la seguridad laboral de los empleados públicos; aumenta la objetivación del trabajo académico e indica aumentos y cambios en una forma de trabajo de valor particular; y el aumento de los costos de administración asociados con las nuevas métricas de rendimiento y cumplimiento no dejan nada para la innovación del contenido curricular y la investigación educativa.
En lugar de reformas que conduzcan a mejores estándares y diversidad de sistemas intelectuales, se sugiere que es igualmente probable que presenciemos un grado significativo de isomorfismo institucional (cambios de procesos burocráticos[26]), especialmente entre el grupo de instituciones que carecen de las capitales necesarias para ubicarlas en un posición de élite dentro del panorama de la educación de excelencia. Hasta cierto punto, esto puede ocurrir como resultado de las "reglas de eficiencia" que normalmente podrían regular un mercado y condicionar la práctica dentro de él. Sin embargo, también puede surgir debido a las nuevas restricciones institucionales y medidas de performatividad impuestas por las regulaciones estatales neoliberales y la plétora de organizaciones establecidas y facultadas para administrar y vigilar las nuevas "tecnologías" regulatorias de la supuesta calidad. Además, en un panorama que cambia rápidamente y se caracteriza por nuevas limitaciones e incertidumbre, es probable que muchas escuelas que enfrentan circunstancias ambientales similares reproduzcan las condiciones para la práctica implícitas en el discurso político a fin de establecer un sentido de racionalidad mecánico. Como resultado, es más probable que veamos una mayor homogeneidad y conservadurismo que un panorama más heterogéneo y en evolución intelectual, al menos en el corto y mediano plazo. Es muy probable que esto ocurra entre las instituciones de 'base' que buscan la legitimidad del sistema de privilegios y responden y reaccionan a las presiones coercitivas impuestas externamente y las presiones normativas dentro del campo y la profesión, lo que da como resultado una tendencia a imitar e imitar a otras instituciones burocráticas con buen visibilidad comercial, o escuchar a las asesoramiento de "expertos" en el campo burocrático. El alcance de las respuestas isomórficas en el campo dependerá de una variedad de variables y cuestiones, tales como: interdependencia institucional; niveles de incertidumbre; ambigüedad sobre las metas y el propósito; la eficiencia y aceptación de los marcos regulatorios y mecanismos de monitoreo impuestos. Sin embargo, el isomorfismo resultante y la homogeneidad algo inesperada también pueden proporcionar municiones a los defensores de la empresa privada para ilustrar la ineficiencia e ineficacia de las instituciones "públicas" existentes. En otras palabras, aquellas instituciones que ofrecen las respuestas más sumisas y fieles a los principios del neoliberalismo impuestos desde el exterior pueden ser, a la inversa, las que corren mayor riesgo en las nuevas condiciones de exigencia en la excelencia educativa centrada en una tradición intelectual.
Un aspecto del neoliberal que merece una mayor consideración es el marco de calidad docente (TEF), debido a su potencial para generar cambios significativos en las relaciones, la práctica y la pedagogía. Se argumentaba que elevará los estándares para que los estudiantes y empleadores obtengan las habilidades que necesitan. También se argumentaba que colocará incentivos financieros y de reputación para elevar el nivel de enseñanza en todas las escuelas, poniendo en manos de los estudiantes información clara sobre la calidad y los resultados, incluidos los niveles de empleabilidad.
Todo lo cual trae consigo un conjunto claro de métricas estandarizadas y rígidas para la instrucción y el desempeño, que probablemente estarán en formas relacionadas de evaluación. También sugiere un aumento en el juicio del desempeño de acuerdo con los "valores" del consumidor y las medidas indirectas, con la probabilidad de desigualdades y degradación en las condiciones de trabajo del personal. Esto, a su vez, sugiere una pérdida de la misión crítica de profesionalismo académico y autonomía profesional en favor de la formación práctica y técnica para intereses económicos ampliamente asumidos con criterios para alcanzar "estándares" cada vez más centrados en la empleabilidad de los estudiantes y no en su autonomía intelectual. El TEF, aunque impuesto externamente sin apoyo sectorial y profesional, sin duda dará como resultado una serie de programas de capacitación, comités, grupos de trabajo, procesos y funciones de monitoreo, ya que las instituciones buscan maximizar las ganancias económicas potenciales de sus planes estratégicos. Sin embargo, en última instancia, los recursos se alejarán de la investigación y la enseñanza del intelecto para financiar el crecimiento de nuevos puestos de clases gerenciales y administrativas que se consideren necesarios para los requisitos del marco de servicio educativo público. Por supuesto, como con cualquier mercado o tabla de desempeño, habrá ganadores y perdedores. Como dice claramente el Libro Blanco europeo, se busca incorporar nuevos proveedores al mercado y es probable que el TEF se utilice como una herramienta para implicar un desempeño intelectual (más) pobre, justificando la adquisición de negocios y la creación de nuevos mercados para consolidar los procesos de privatización y acumulación de riqueza depredadora. Lo que a menudo se deja fuera de los debates más amplios sobre el TEF es que es “voluntario”. Los centros educativos ingresarán al TEF porque, en teoría, las buenas calificaciones de desempeño les permitirán cobrar tarifas más altas que el límite actual de sus ingresos. Esto significa que las escuelas aceptarán voluntariamente las nuevas condiciones impuestas externamente como resultado de una "necesidad" financiera percibida o un deseo de progreso material. También significa que se les pedirá a los estudiantes que califiquen su “satisfacción”, un aspecto clave del cual sin duda se relacionará con el valor percibido por el dinero, para permitir que sus instituciones cobren a la siguiente cohorte de estudiantes tarifas aún más altas, si la respuesta es favorable. Sin embargo, también se les puede exigir que reduzcan las tarifas si el desempeño se considera insatisfactorio. En otras palabras, la mayoría de las escuelas han aceptado los principios neoliberales y los han interiorizado en su esencia, lo que significa que la misión crítica que sustenta la educación puede haber cambiado irrevocablemente, como lo demuestra su voluntad de apostar por un proceso que se asienta incómodo y contrario a las creencias profesionales de una gran cantidad de educadores profesionales que han visto convertir a la academia en burocracia. Impulsar políticas tan radicales, como las descritas anteriormente, requería una fabricación concomitante de consentimiento basado en la aparentemente perpetua "crisis" en la educación, dejando muchas alternativas viables sin explorar. Está abierto a debate si este es el nivel de la doctrina del shock que Klein[27] y otros sugieren que son fundamentales para la impopular reforma neoliberal. El crecimiento de numerosos indicadores clave de desempeño a nivel institucional, local, nacional e internacional que han surgido debido a la infección del movimiento de reforma educativa global centrado en el consumo (GERM) y sus características asociadas[28], resulta en paradojas de mejora de indicadores y el bajo rendimiento intelectual de disertación. A su vez, la tendencia hacia la uniformidad en la educación también asegura que rara vez estemos lejos de la próxima crisis manufacturada, ya que son una plétora de comparaciones potenciales que se pueden hacer y tomar para implicar éxito y fracaso. Sin embargo, uno de los 'elefantes en la sala' es que después de casi tres décadas de 'crisis' educativas, posteriores reformas neoliberales, un enorme crecimiento en métricas y medidas, tablas de desempeño, agencias de monitoreo, políticas gerenciales, participación privada. En segundo lugar, hay poca evidencia que sugiera que los estándares educativos de pruebas de intelecto, disertación y creatividad hayan mejorado realmente, incluso utilizando las limitadas medidas impuestas por el propio sistema. A pesar del período reciente de intensos desarrollos de políticas supuestamente dirigidas a elevar los estándares en el sector de las escuelas, hay poca evidencia de que los estudiantes estén obteniendo mejores resultados en las comparaciones internacionales. Además, sobre la base de la evidencia de los profesionales, concluyen que la educación ha sufrido demasiadas políticas, que a menudo son de corto plazo y de naturaleza partidista de simulación de progreso, mientras que la opinión profesional y la investigación seria se han dejado de lado en favor de medidas mensurables, pero defectuosas, resultados y juicios simplistas de mentes menores. Además, hay evidencia que sugiere que estamos viendo resultados cuestionables, desprofesionalización entre la fuerza laboral[29], baja moral, la devaluación de la docencia intelectual como profesión deseable y crisis de reclutamiento (nepotismo de contratación) y retención de maestros por vocación, que es probable que traigan aún mayores desafíos. Ahora se están introduciendo desarrollos similares en la educación para elevar los estándares, con la omisión de cualquier reconocimiento de cuán respetado es el sector de educación. Sin embargo, la intensificación de la financiarización, la competencia y la performatividad es significativa y es probable que resulte en un reconocimiento erróneo[30], en el que los procesos sociales reflejan supuestos dados por sentados implícitos en el modelo neoliberal, lo que da como resultado nuevas formas de conocimiento y capital inconscientemente normalizado por la práctica de los actores sociales. Esto, a su vez, reproduce y refuerza la cosmovisión ideológica particular y, en última instancia, le otorga su legitimidad a atropello de los pueblos originarios. Si bien, por un lado, puede verse que esto implica una inevitabilidad determinista, también destaca la importancia de que la investigación y los investigadores se centren en la interpretación, la mediación, el desafío y la resistencia individuales y colectivos. Además, a la inversa, también demuestra la agencia activa y el poder que tienen los individuos y los colectivos que pueden llevar a cabo cambios, ofreciendo esperanza para la reconceptualización y para llegar a conocer y "reconocer nuevamente la académica de libertad intelectual visiones y posibilidades alternativas[31].
Las cinco R de la investigación educativa se han propuesto como un conjunto de ideas para orientar la investigación educativa futura, y también como un antídoto parcial a la retórica educativa dudosa y dañina asociada a la promoción y normalización del orden neoliberal que destaca procesos burocráticos como progreso. El recuerdo, la regresión, la reconceptualización, la refracción, nos permiten extraer puntos de reinterpretación y resistencia a través de diversos casos, contextos y escritos. Los investigadores consideran el avance aparentemente impenitente e imparable de las políticas neoliberales, y su lógica subyacente, que podrían ser desafiados y reconsiderados, además de destacar algunas de las alternativas que ya existen para ayudarnos a reimaginar la educación de otra manera científica, humanista y donde el arte de aprender apensar es la bandera del cambio. La refracción es una lente conceptual y teórica mediante la cual el campo se analiza en relación con la periodización histórica, los movimientos e ideología más amplios y las olas de reforma, contra las cuales emergen las políticas y prácticas nacionales y locales[32]. Sin embargo, al movilizar la "refracción", existe una aguda conciencia de que la ideología y las políticas relacionadas no ocurren y se desarrollan "sin oposición". En cambio, están mediados por una plétora de identidades culturales, institucionales e individuales agoistas, prácticas prefigurativas, creencias, valores y cultura reprimida. Al explorar la refracción, estamos en una mejor posición tanto para dilucidar alternativas como para ver las formas en que la violencia simbólica ejercida puede ser mediada y subvertida a través de la acción individual y de las comunidades científicas. Los análisis de regresión pueden permitir la exploración de transformaciones en el panorama político y la posicionalidad de las "fuerzas de cambio". Cómo los individuos (y sistemas) se perciben a sí mismos en relación con otros y otros contextos históricos, y el efecto que esto puede tener en la necesidad percibida de conservación o cambio. Reconceptualización, destacando el valor en la reconceptualización tanto del significado de la política como de la naturaleza de la investigación social. Puede ayudar a mantener viva y revitalizar la imaginación social contra el ataque ideológico al considerar y conceptualizar prácticas prefigurativas y mundos alternativos. Promueve el análisis de la variedad de respuestas a la promoción de los "movimientos mundiales" y de la reestructuración del cambio, destacando la riqueza de la complejidad intelectual que puede generar una imaginación social permanente de alternativas. La renovación impulsa la consideración de las respuestas históricas y los recuerdos no solo como interpretaciones reflexivas y posiblemente coloreadas del pasado, sino también como fuentes potenciales a través de las cuales reimaginar y reconceptualizar futuros alternativos. Al utilizar los conceptos anteriores, estamos en una mejor posición para considerar una mayor variedad de prácticas, discursos y sistemas alternativos, que pueden resaltar formas de desafiar la ortodoxia y lógica neoliberal predominantes, demostrando en última instancia vías de reinterpretación y resistencia.
La reinterpretación y la resistencia pueden tomar, y de hecho lo hacen, muchas formas, desde llamados a la revolución de ideas, hasta actos más pequeños de desobediencia, pasando por la identificación de enfoques alternativos viables y mejores. Resaltar todas las formas y rutas potenciales puede ser valioso para documentar las realidades y las consecuencias negativas de la lógica actual, defenderse de la tendencia hacia la normalización y también para proporcionar explicaciones de sistemas, discursos y acciones alternativos desde la discusión científica. Tales alternativas pueden incluir movimientos más grandes y establecidos, como las cooperativas y sus diferentes formas, posiciones y roles que podrían ocupar en el panorama educativo, hasta una variedad de otros discursos alternativos. Las soluciones para resistir y reconceptualizar la educación neoliberal ya pueden encontrarse en la historia en curso de alternativas y prácticas educativas en los márgenes de la investigación científica. Identificar y compartir historias y experiencias de educación contrastantes requiere una comunicación accesible y el desarrollo de un lenguaje común, si no compartido, para presentar alternativas viables. A medida que los exploramos y debatimos, se hace evidente toda una gama de experiencias y ejemplos de estudiantes que son agentes activos y co-constructores de sus propias experiencias de aprendizaje dialógico, que contrastan con los currículos, las formas de evaluación y las formas de evaluación rígidos y prescriptivos predominantes de modelos de educación neoliberal[33]. Como señala Edmond, también han surgido alternativas al modelo bio-financiarizado del “estudiante como consumidor '' en la forma del crecimiento de las ”universidades gratuitas' con cuotas voluntarias”, desafiando los supuestos predominantes sobre lo que realmente significa ser un estudiante y lo que el propósito de la educación (superior) podría ser. De hecho, la resistencia también puede ocurrir dentro de la "Universidad neoliberal" a través de una reflexión sensible y una acción informada que demuestre formas alternativas de ver y crear conocimiento y demostrar cómo el aprendizaje y la práctica profesional pueden ser emancipadores, críticos y desafiar el status quo. Además, también debemos tener cuidado de no presentar un binario entre visiones completamente financiarizadas del futuro de la educación (superior) y una "visión nostálgica" contraria. En su lugar, deberíamos centrarnos en las realidades de los individuos, prestando especial atención a aquellos grupos que refractan la cosmovisión y la lógica neoliberal, para que podamos desarrollar nuevas formas de avanzar. Además, también debemos ser conscientes de cómo los movimientos de reforma educativa global se están desarrollando de manera diferente en los diferentes estados nacionales, los efectos potenciales que esto puede tener en la incorporación de nuevas formas de desigualdad, pero también sobre cómo estos se refractan y conducen a diferentes resultados en varios lugares. La acción profesional colectiva se ha paralizado pero no ha desaparecido en la academia. Todavía existen focos de resistencia a través de los sindicatos y otras redes de campañas de libertad académica. Además, las vías de resistencia y reinterpretación siempre tienen su punto de partida en el 'sitio de la subjetividad', en demostrarnos y presentarnos, desarrollar narrativas sobre lo que somos y en lo que creemos, para luego poner la teoría en acción.
Algunos grupos se forman específicamente para abordar y corregir algunas de las consecuencias negativas del neoliberalismo a través de la concienciación, la acción colectiva y desarrollo de escritos de observación desde la literatura. Por ejemplo, un colectivo de personal con empleo precario que busca crear conciencia y desafiar las condiciones laborales desiguales. También señala las posibilidades y el potencial para generar nuevas posibilidades transformadoras de movimientos que surgen de las colaboraciones entre diferentes actores desde dentro y a través de diferentes tradiciones académicas (y sectoriales). Todos estos ejemplos proporcionan ideas, conocimientos y valores sobre los que se pueden construir críticas y alternativas. Por supuesto, hay preguntas importantes sobre si, y cómo, grupos aparentemente dispares podrían trabajar juntos para lograr un cambio frente al neoliberalismo. Una forma podría ser reconceptualizar y reimaginar una pedagogía más crítica que analice los aspectos de la desigualdad y la injusticia en una variedad de campos y contextos diferentes y considere cómo se relacionan entre sí. Además, cómo podríamos formar alianzas en diferentes áreas, sectores y con varios grupos que enfrentan desafíos cotidianos similares que surgen como resultado del neoliberalismo. Es necesario resaltar qué más se puede hacer para crear y amplificar una voz colectiva (profesional) que también se conecte con el público en general, con el fin de volver a presentar la educación como un 'bien común' y rescatarlo de las mentiras en el corazón del neoliberalismo.
Finalmente, también debemos considerar los efectos reguladores del propio sistema y lo que significa para los individuos dentro de las instituciones educativas y académicas. Dado que el poder se ejerce "de arriba hacia abajo" mediante políticas de austeridad y prácticas prescritas, las oportunidades de resistencia colectiva profesional se ven socavadas constantemente. Por lo tanto, las oportunidades de resistencia vertical dentro de las instituciones pueden verse severamente limitadas y sofocadas. Por lo tanto, debemos considerar las oportunidades que se ofrecen para las lealtades horizontales y la formación y el desarrollo de redes orgánicas de intelectuales y actores de ideas afines en diferentes instituciones y campos. Tales redes horizontales no están limitadas por las mismas restricciones institucionales, pero tienen el peso colectivo del capital intelectual combinado y el respaldo, irónicamente, de múltiples instituciones. Es probable que estas redes horizontales tengan una mayor influencia que los individuos aislados y los grupos atomizados que trabajan de forma aislada y brinden un terreno fértil para reinventar las posibilidades, difundir perspectivas alternativas y compartir estrategias de resistencia. Al trabajar juntos de esta manera, los profesionales también pueden buscar nuevas direcciones y oportunidades para reafirmar su autonomía profesional y capacidad intelectual a través de la acción individual y colectiva significativa y el libre albedrío.
6.4 La universidad neoliberal hace agua frente a COVID-19
En la primavera de 2020, en medio del bloqueo de México debido a la pandemia de Covid-19, los estudiantes de QFB de la Universidad optaron por el coraje y a continuar. Ahora, en el momento de nuestra mayor crisis nacional y mundial desde la Segunda Guerra Mundial, vemos los jóvenes de este país y de nuestra Universidad se ponen de pie para ser contados y hacen grandes sacrificios personales. Mientras que los temas involucrados en plagas y personas son antiguos, las formas en que los roles y las identidades pueden transformarse en tales situaciones continúan siendo esclarecedoras e instructivas. Covid-19 se postulará aquí como un “prolegómeno” para reconfigurar la identidad y la visión de la universidad neoliberal: en particular, en relación con la hegemonía del norte, los discursos de la mala salud mental y los sistemas de prejuicio y privilegio. La pandemia brinda la oportunidad de abordar la visión de la moderna universidad neoliberal de México y promover la compasión como el centro de esta nueva imagen. En este momento actual dentro de la educación superior, la entrega y la práctica ha tenido que cambiar rápidamente ya que los campus se vieron obligados a cerrar y las interacciones cara a cara se restringieron en el encierro.
Los modos digitales de operación se adoptaron rápidamente, se diseñaron evaluaciones en línea y las universidades expresaron el conocimiento explícito de las formas en que las instituciones (y el personal humano y los estudiantes que las componen) estaban siendo afectados no solo económica sino también mental, física y socialmente y emocionalmente por la situación. Después de las primeras semanas reactivas iniciales, y a medida que las instituciones han comenzado a mirar hacia su futuro, han surgido oportunidades para redefinir las transcripciones dominantes de la educación, imaginar las “pedagogías emancipatorias pospandémicas”, y, de manera más fundamental, reconfigurar la identidad de la universidad neoliberal:
La pandemia nos ha dado un espacio para verla y un permiso para ser compasivos. Lo que estaba oculto y sin ser observado se está notando como una parte esencial de nuestra existencia, lo que nos permite como sociedad mantener la fe en el futuro y creer que podemos superarlo.
En el momento Covid-19, la distancia física impuesta debido e irónicamente, la infección ha traído a casa para muchos la importancia crítica de nuestra interconexión humana y ha dado lugar a respuestas cooperativas que subvierten la competencia individualizada de los contextos neoliberales. También ha elogiado la comprensión de la importancia de la “compasión” y la “bondad”, el darse cuenta de la angustia y la respuesta práctica al sufrimiento o la vulnerabilidad de otro, y su potencial para transformar el status quos existente, incluidos los notables la devaluación de las dinámicas afiliativas y las solidaridades dentro de las instituciones neoliberales. Kathryn Waddington fue una de las que, antes de la pandemia, instó explícitamente al sector de la educación superior del Reino Unido a defender la compasión. Ella aconseja a las universidades que asuman identidades de organizaciones de “cuidado” (en lugar de organizaciones despersonalizadas impulsadas por el mercado[34]. Los pensadores europeos también han subrayado la importancia de la compasión al desafiar las visiones instrumentales de la educación como transferencia de conocimiento para el mercado laboral[35]. Pedro Ortega Ruiz y Ramón en consecuencia, caracterizan la compasión como “ayuda, compromiso y protesta” anidada en el reconocimiento de responsabilidad que sentimos hacia los seres humanos[36]. En consecuencia, ven la educación basada en la compasión impartida por medio de estrategias que conducen a comportamientos sociales, respeto por el otro, la responsabilidad personal y, fundamentalmente, el reconocimiento del lugar de uno (y el compromiso con el cambio activo) dentro de los sistemas que oprimir, marginar o causar sufrimiento.
Sin duda, estas perspectivas merecen una mayor atención en los tiempos actuales. Las plagas, pandemias y su papel en la movilización de cambios significativos, incluido el subrayar la importancia de la compasión (y la bondad y el cuidado asociados), dentro de los contextos sociales. La reciente colección editada de Paul Gibbs, The Pedagogy of Compassion at the Heart of Higher Education, las peticiones de "la necesidad de cultivar la compasión desde una perspectiva de educación superior multicultural[37]". Junto con perspectivas como estas, atravesar el camino de la educación superior hacia el futuro, las tradiciones culturales de la compasión pueden ayudar a reflexionar críticamente sobre “un orden mundial capitalista basado en la codicia, la agresión y el poder” y mostrar de manera crucial que esta visión no necesariamente tiene que ser nuestro destino común. Christopher Marshall también afirma que la conciencia de las arqueologías espirituales de la compasión es fundamental. Porque, en su opinión, la reflexión sobre la pedagogía o los mecanismos institucionales de forma aislada puede correr el riesgo de disfrazar los esfuerzos para controlar y subyugar a los ciudadanos en nombre de la implementación de la compasión[38]. Todas las tradiciones puede ser útil para “pensar con” en la reconfiguración de la universidad neoliberal, ya que como Jing Lin y Rebecca Oxford sostienen: la educación superior debería verse a sí misma no solo como un lugar para la producción y transferencia de conocimiento, sino también como un medio para construir seres humanos más grandes que encarnen múltiples formas de sabiduría[39]. Van más allá al afirmar que no es suficiente depender únicamente de "marcos racionales, científicos, individualistas y materialistas para la educación superior". Porque los humanos no solo somos seres intelectuales, sino que todos somos (al menos potencialmente) seres emocionales, morales, sociales y espirituales[40]. La importancia de las experiencias corporales, las historias y las historias culturales en este sentido son puntos de partida críticos para reimaginar y reconfigurar la educación superior. Porque las historias, tanto propias como ajenas, constituyen mucho más que reglas abstractas o principios filosóficos. Trazan de manera crucial el carácter individual y colectivo, y tienen el potencial de desafiar y cambiar nuestros imaginarios en torno a los valores, identidades, visiones y propósitos organizacionales, culturas, comunicaciones y prácticas.
6.4 Plagas, pandemias y la dinámica de la compasión
Citando la idea del historiador griego del siglo II Polibio de que el mundo está interconectado, William Foege, con cierta legitimidad, declara que las plagas doblegan la historia[41]. Derivado del término latino plaga, que denota un “golpe” o “herida[42]”, la etimología de las plagas privilegia el mundo del que sufre, en lugar del sanador [o] intérprete. Una plaga es aquello con lo que uno ha sido atacado. Las plagas y las pandemias tienen el potencial muy contrastante no solo de causar división, ruptura, abuso xenófobo y estigmatización, sino también de generar reciprocidad, vínculos afectivos y hechos notables de benevolencia y otros[43]. Sin embargo, Mika Aaltola, en un estudio de la política de las pandemias, señala que dentro de la academia ha habido con demasiada frecuencia la dinámica más negativa (sombra): desconexión con el sufrimiento [de un] otro distante, contención en lugar de la compasión[44], que han dominado la reflexión en esta área. Las plagas y pandemias se han planteado principalmente como la cría de la autopreservación individualizada y la sospecha del otro: el yo se extiende a nosotros y ambos se oponen a ellos y un elemento extraño a través de un sentido, además, se asume que las estructuras sociales existentes o normativas dentro de las sociedades probablemente atribuyan la culpa a aquellos que se sientan más incómodos dentro de sus modelos dominantes de identidad social: los valores culturales y la ubicación social siempre han proporcionado los materiales para la sirviendo construcciones de riesgo epidemiológico. El pobre, el extranjero, el pecador, todos han servido como objetos convenientes para especulaciones tan estigmatizantes[45].
El trabajo de Aaltola establece poderosamente que la compasión proporciona un imaginario alternativo al miedo pandémico y su asociado “odio lleno de enfermedad”, desconfianza y etiquetado de desviación. La enfermedad tiene consecuencias afectivas que pueden remodelar y volver a imaginar los lazos sociales de formas más afiliativas: el mundo de objetos de la enfermedad contiene las emociones de comodidad, compasión y contención, así como temores de exclusión, aislamiento y soledad. Estas emociones están estrechamente relacionadas con la reconstitución del sentido que uno tiene del tejido subyacente de la interacción social. A través de una enfermedad, uno se vuelve consciente de las complejidades de la individualidad, la familia, la sociedad, la economía, la medicina y la política de formas que son difíciles de expresar en términos de un modelo de abstracción de registros para ilustrar cómo los comportamientos prosociales y los sentimientos colectivos son a menudo vitales y fundamentales en situaciones de crisis y en la trama del futuro a partir de entonces:
La compasión por catástrofes es generalizada y constante; sigue a terremotos, guerras, ataques terroristas, huracanes y tsunamis y, ahora, una pandemia. A medida que se propaga el COVID-19, las comunidades de todo el mundo han creado “Web de ayuda mutua" para ayudar a los vecinos vulnerables, y miles de millones de personas se han involucrado en el distanciamiento físico para proteger la salud pública, quizás el acto de cooperación más poblado de la historia. De acuerdo con su naturaleza prosocial, un estudio reciente encontró que las personas expresaron una mayor intención de seguir el distanciamiento cuando se enmarcó como una forma de ayudar a los demás en lugar de como un medio para protegerse a sí mismos[46].
Zaki propone que la adversidad y el altruismo nacido del sufrimiento pueden permitir que las personas se identifiquen con extraños y tengan confianza en su propia utilidad para notar y aliviar el sufrimiento de los demás (ser compasivo). Zaki también aborda cómo esos sentimientos afiliativos pueden impregnar la imaginación de los futuros posteriores a la crisis. En primer lugar, afirma que los supervivientes pueden permanecer visibles entre sí y destacar en la identidad de los supervivientes participando en sistemas de apoyo entre pares en los que se comparten las experiencias; en segundo lugar, el recuerdo y los rituales culturales pueden "unir a personas y generaciones"; y tercero, los nuevos modelos de identidad impulsados ??por la "otredad" en lugar de por el "egoísmo" durante momentos de importancia crucial se pueden incorporar, defender y promover a propósito: una forma de honrar y extender este comportamiento positivo es dejar de sorprendernos por él, sino darnos cuenta de que la prosocialidad es común y, por lo tanto, esperarlo --y exigirlo-- de los demás y de nosotros mismos.
Sin embargo, estas transformaciones también dependen del análisis crítico de las tradiciones de la compasión que están inevitablemente condicionadas por las circunstancias, situaciones y propósitos dentro de los cuales y para los cuales están comprometidos. Ahora, más que en cualquier otro momento de nuestra historia reciente, seremos juzgados por nuestra capacidad de compasión. Nuestra capacidad para superar esto no se debe solo a lo que el gobierno o las empresas puedan hacer, sino a través de los actos individuales de bondad que nos mostramos unos a otros.
Nicola Sturgeon elogió a los voluntarios en la pandemia por demostrar la bondad, la compasión y el amor ... fundamentales para cualquier sociedad decente[47]. Todo lo anterior son producciones culturales del concepto, que dependen de contextos específicos y agentes sociales, ellos mismos atrapados en dinámicas de poder e historias superpuestas[48]. La forma en que se da la compasión dentro de estos diversos ejemplos es, por supuesto, fluida, contextual y socialmente construida. No existe una definición concreta o definitiva a la que accedan todos los usos del concepto. En consecuencia, algunos lo han llamado un concepto de combinación, que se supone que contiene muchos significados deseables aunque indeterminados y que se limita a muy poco que sea específico[49]. Lauren Berlant ha sido un oponente particularmente vocal a una aceptación total y acrítica de la compasión. como benevolente, y en términos de Martha Nussbaum, emoción social básica. Muchos empleos son potentes gestos políticos: al comentar sobre el uso de la compasión por parte de Bush, por ejemplo, un comentarista señaló que "la compasión convirtió las políticas intervencionistas en una especie de misión civilizadora; también endulzó el privilegio social, disfrazándolo de virtud moral. Berlant escribe también de manera llamativa: la compasión es un término que denota privilegio: el que sufre está allí. Tú, el compasivo, tienes un recurso que aliviaría el sufrimiento de otra persona[50]. Otros han cuestionado la imposición de la compasión sin el consentimiento apropiado del "otro[51]":
El despertar de compasión potencialmente espontáneo e incluso no invitado en otro, unido a su potencial para violar las normas y los límites de la soberanía y la autonomía individuales, a veces puede ser gratuito, invasivo y paternalista. Tales perspectivas exigen que uno se sumerja críticamente en contextos específicos. , historias y usos de las historias culturales de la compasión (incluidas las que emergen en un panorama pandémico) para ver cómo se ha empleado de diversas maneras para moldear, manipular, cambiar, transformar o construir identidades. A esta tarea, en el contexto de mi propia disciplina de teología, religión y estudios bíblicos, me dirijo ahora.
June Jones y Stephen Pattison en su estudio de “La compasión como concepto filosófico y teológico” trazan los orígenes antiguos de la compasión de Aristóteles y las tradiciones judeocristianas que creen, aunque a menudo no reconocidas, continúan informando muchas construcciones contemporáneas del concepto (Jones 2016). Señalan que si bien la compasión a menudo se contempla entre personas, también puede extenderse a diferentes grupos, especies y espacios. Como tal, definen la compasión como algo que tiene en su corazón: algo indeterminado pero profundamente sentido de tipo íntimo, guía de acción y preocupación relacional que da forma a la actitud que trasciende los límites personales y las nociones de aislamiento individualista. Jones y Pattison tienen claro que dentro de las tradiciones bíblicas, la compasión no puede entenderse como mera "simpatía pasiva". Por el contrario, desempeña roles sociales, personales y políticos dinámicos, ya que estas dimensiones no eran separables en los tiempos bíblicos. También activa con frecuencia no solo la mirada hacia los demás, sino también la rabia y la protesta justas. Tradiciones bíblicas, nacidas en entornos colectivos, subrayan la solidaridad y la comunidad, en lugar del individualismo y la competencia, como elementos centrales para la supervivencia. Como tal, el término hebreo que a menudo se traduce como compasión se relaciona con la madre o el útero, invocando deliberadamente las relaciones de parentesco a través de las divisiones. En consecuencia, se representa a Dios como una madre compasiva (Isaías 49:15), y una princesa egipcia se caracteriza por actuar con compasión hacia el bebé hebreo que llora y que encuentra abandonado en los juncos (Éxodo 2: 6). Los pronunciamientos recurrentes dentro de las tradiciones legales y proféticas señalan la importancia de la compasión hacia los socialmente marginados: la viuda, huérfano y extranjero, y el pueblo de Dios se ve impulsado a actuar como su socio del pacto divino: ser lleno de compasión (Éxodo 34:6). También en las tradiciones judeohelenísticas es fundamental la fuerza de la compasión para formar vínculos de parentesco con quienes sufren y crear nuevas afiliaciones. La emoción se convierte en un vehículo para expandir el mandamiento del amor a “todos los seres humanos”. En el Nuevo Testamento también se muestra la compasión a través del amor ágape, que a menudo se entiende como el amor entregado al prójimo y a sí mismo en la Comunidad cristiana (Jones 2016). Frecuentemente se ve a Jesús actuar desde la compasión un término que denota "movimiento dentro de las partes internas[52]". La inferencia de esta imaginería somática está siendo impulsada a actuar a través de la furia corporal sentida ante la injusticia. Así, Jesús, en respuesta al cuerpo ostracizado 'plagado' del leproso, enfurece con compasión (Marcos 1:41). Annette Merz llega a afirmar que los evangelios sinópticos pueden considerarse como manuales de compasión[53]. Jesús se caracteriza por estar dedicado a sanar heridas corporales y poner fin al tormento y la aflicción causados ??por la enfermedad, la opresión social/política/económica/religiosa y la necesidad indigente. Merz señala que las tradiciones bíblicas sobre la compasión a este respecto son distintas de muchas otras tradiciones existentes del concepto en la antigüedad: el hecho de que el Dios de Israel sea misericordioso, preocupado por el pueblo, lleno de compasión con su sufrimiento... es una noción ajena a la antigüedad clásica... en las tragedias griegas los dioses se presentan como espectadores despiadados del sufrimiento humano. Ella analiza la obra histórica de David Konstan, Pity Transformed, que afirma que, según Aristóteles, la misericordia solo la pueden sentir aquellos que son de una naturaleza similar a la persona que sufre. Konstan también sostiene que la piedad en el pensamiento clásico es provocada por aquellos cuyo sufrimiento es inmerecido, pero Merz afirma que las tradiciones judeocristianas fueron mucho más allá en suscitar el acercamiento a lo desconocido, lo poco común, el extranjero o el extraño.
Otros también señalan que Aristotélico la compasión es marcadamente diferente de la compasión cristiana primitiva. El trabajo de Edith Hall sobre la tragedia griega señala que la tragedia fue diseñada para conmover emocionalmente a la audiencia a la piedad y el miedo, pero, sin embargo, solo como observadores pasivos, nunca se mueven a la acción[54]. Sin embargo, el análisis del Jesús histórico y la predicación cristiana primitiva sugiere que tenía como objetivo llevar a la audiencia a la acción, incluso evocando lástima. Por tanto, Marcus Borg caracteriza la enseñanza de Jesús como un estímulo para una política de compasión: una agenda sociopolítica radical[55]. Susan Wessel también en su libro Passion and Compassion in Early Christianity sostiene de manera similar que los primeros cristianos (a menudo en contraste con su contemporáneos) fueron amonestados a encarnar la compasión en formas modelo y aconsejados contra el potencial de falsificación o corrupción de su auténtica naturaleza. Ella señala que estas primeras historias cristianas continúan influyendo en las reflexiones filosóficas y éticas modernas y contemporáneas tempranas sobre el valor intrínseco de la compasión y sin duda proporcionan al menos parte de la genealogía de cómo este concepto todavía se emplea regularmente en varios contextos sociales y políticos en la actualidad[56]. Christopher Marshall también señala que: las historias son especialmente eficaces en la formación social y moral mucho más que las reglas abstractas o los principios filosóficos. Esto hace que las historias que elegimos contar y volver a contar sean de vital importancia para entender nuestra identidad colectiva y perfeccionar nuestros valores. la civilización occidental ha sido moldeada de manera decisiva por narrativas extraídas de dos fuentes principales: la antigüedad clásica y la Biblia.
Julianna Claassens, en consecuencia, enumera los textos bíblicos como dispositivos útiles para engendrar lo que Martha Nussbaum identifica como imaginación participativa: en este encuentro entre texto y contexto, el individuo está obligado a mirar de nuevo no solo el mundo narrativo creado en el texto, sino también el mundo en el que se encuentra el lector[57]. Se sostiene que esta tradición puede generar compasión por catástrofes y funcionar como un prolegómeno útil para pensar, en la creación de imaginarios alternativos a la episteme neoliberal actual.
6.4.1 La vista desde la zanja
La narración de “La vista desde la zanja” (la así llamada Parábola del Buen Samaritano [Lucas 10:25-29]) se cita a menudo como una historia arquetípica de compasión: consideración hacia los demás y acción sobre en nombre de alguien que no solo es otro para los propios parientes, sino también un enemigo[58]. En el momento actual, en respuesta al Covid-19, los activistas y las agencias de ayuda han utilizado esta narrativa de nuevo para apoyar las intervenciones de salud pública en África, India, Nepal, Bangladesh, Latinoamérica y Corea. Los estudios bíblicos contextuales sobre la tradición invitan a sus lectores a reflexionar sobre: ¿Quién en esta historia no mostró preocupación por la vida humana? ¿Cómo demostraron esta falta de preocupación? ¿Quién en esta historia demostró que la vida humana tiene un gran valor? ¿Cómo se mostró esto[59]? Y como considera que las recepciones marcadamente diferentes del texto y sus formulaciones de compasión interrumpen y reinterpretan su historia tradicional.
También afirma que la distinción entre viajeros inocentes y los ladrones culpables son cada vez más difíciles de discernir. Como tal, exige nuevos enfoques de la compasión en los que: sufrir con personas que languidecen en la zanja requiere una conciencia colectiva y autocrítica. Exige una voluntad individual y colectiva para escuchar y ser transformado por las narrativas de las víctimas en la zanja, junto con la libertad de aceptar la responsabilidad por las condiciones que causaron su victimización. En este sentido, la compasión en el camino a Jericó debe probar y desafiar a todos mientras permanecen. Además, atravesar este camino implica menos enfoque en la actividad filantrópica y mucha más energía en la transformación de estructuras que perpetúan la injusticia. Al igual que en las respuestas a las plagas y pandemias, tal visión de las "zanjas en el camino a Jericó" traza una carretera como una que necesita renovación a través de la "compasión por catástrofes". Tales re-imaginaciones: crean trastornos e interrupciones en el mundo lo que hace que nos detengamos, abramos los ojos y escuchemos para que podamos tener una visión más precisa y efectiva de lo que podría ser y algún conocimiento de cómo avanzar. a ese nuevo destino.
Dentro de nuestra propia disciplina de estudios científicos, las vidas encarnadas de los investigadores en la academia ya han sido traídas más claramente a la vista y podrían ser consideradas de manera útil a través de una lente de compasión por catástrofes. Los editores, por ejemplo, notan cómo las presentaciones de artículos por parte de mujeres se han desplomado significativamente durante la pandemia[60]. Un editor (en casa, educando y atendiendo a dos niños pequeños, mientras escribo, se vuelven locos sospecha que esto podría reflejar pandemia en era trabajo doméstico [con el andamiaje de la cultura heteropatriarcal] ... que no se está dividiendo equitativamente[61]. Junto con las injusticias de raza y clase, insta a la academia a analizar la demografía (y el liderazgo) y, a través del lente de la pandemia, desafiar esos espacios que persisten en reproducir valores y privilegios neoliberales. Ella pregunta evocativamente:
¿Cómo podemos presionar más que nunca durante esta pandemia contra las acciones insidiosas de aquellos que se preocupan más por las virtudes de la competencia y el capital de la productividad que por la búsqueda de la equidad en nuestro gremio y la calidad de nuestra beca? . . . Trabajemos juntos intencionalmente para prevenir lo que de otro modo podría ser una regresión disciplinaria irreparable. Las inequidades que está intensificando esta pandemia podrían conducir a una crisis moral para nuestra disciplina intelectual. Las elecciones que hagamos serán necesariamente políticas e históricas, pero no necesitan estar al dictado de roles sociales o económicos prescritos.
La investigación también en teología, religión y estudios bíblicos, que sintetizamos a raíz del Covid-19, atestigua más atención directa a las injusticias estructurales perpetuadas por los discursos neoliberales, en el espíritu de la dinámica de la “compasión por catástrofes”. La historia bíblica de Noé y el Diluvio (Génesis 6-9) en el contexto de una pandemia que amenaza la vida se ha interpretado como una poderosa invitación al arrepentimiento ecológico[62]. Se subrayan la interconexión y criaturas de todos los seres vivos se han empleado para mitigar la antropocentricidad e impulsar a los lectores contemporáneos en la pandemia a reconocer 'los "límites duros" en nuestro trato a los animales, las injusticias en la producción industrial de alimentos y el maltrato de otras criaturas[63]. La desigualdad por los efectos que se sospecha que tiene Covid-19 en las comunidades negras, asiáticas y de minorías étnicas (BAME) se han utilizado para desafiar el silenciamiento de las voces negras en la teología y revitalizar el llamado a posicionar las perspectivas teológicas negras como centrales y fundamentales para el futuro del cristianismo[64]. El aliento del espíritu en Pentecostés también se ha visto como un desafío agudo de relevancia en estos tiempos en los que el aliento para tantos se ha acortado o cesó. También en casos de racismo y abuso institucional en los que el aliento ha sido "contenido", "negado" y "expulsado en protesta" de diversas formas: el aliento perdido, los jadeos sofocados, pueden regresar como vientos rugientes que traen fuego justo que arde por justicia. Para aquellos que escuchan el rugido, puede darles el poder de prestar atención a nuevas palabras y hablar de diferentes maneras. En la identificación y el enfrentamiento a la muerte de aquello en nosotros y en el sistema, que muere y mata, está el potencial para una nueva vida, nuevas formas de vivir[65]. Las perspectivas de lamento y liberación se han comprometido dentro de la pandemia como un despertar científico a las comunidades con demasiada frecuencia indiferentes a las voces y experiencias de los refugiados, las víctimas de violación, los marginados y/o abusados ??en el hogar que ahora soportan experiencias aún más extremas durante el aislamiento forzado[66]. Otros han considerado la vida, la práctica y el rol universitario como transformador: digitalmente prometedor, físicamente más pequeño, financieramente más precario y tentativo, y potencialmente más flexible e interesante.
En resumen, el panorama de la pandemia ya está permitiendo el tipo de revoluciones de Jericho Road dentro de la academia y disciplinas, de las que habla O'Connell. En palabras de Karen O'Donnell, la universidad da lugar a tener donde duele, las zanjas en el camino, está ubicada en una topografía rota pero enriquecedora: puntos de contacto y puntos de referencia familiares se han escapado de la vista , pero como el después de muchos eventos aliados de plagas y pandemias a lo largo de la historia, nos encontramos en un terreno listo para la innovación creativa, imaginativa y vivificante[67].
La educación superior atravesar esta pandemia no será una tarea fácil, pero el objetivo de garantizar un paso seguro y justo es un objetivo noble, y se espera que un importante legado nazca de la 'compasión catastrófica' de este histórico. momento. Los campus universitarios han ensayado dinámicas comunes en la pandemia: muchos fueron testigos de un aumento en los sentimientos de abusos de poder y acciones discriminatorias, a raíz de CIVID-19. Muchos también enfrentan desafíos financieros duros y severos al menos en el futuro cercano y una mayor angustia emocional y mental entre el personal académico y los estudiantes. Sin embargo, al mismo tiempo, como escribe Manoj Bhusal, en muchos sentidos estos elementos también deberían impulsar al sector de la educación superior a diseñar una identidad alternativa nacida de la “compasión por la catástrofe'' que se distingue marcadamente del opresivo capitalismo empresarial neoliberal que ha servido a unos pocos y fallaron los muchos[68]. Kristen Renwick Monroe revela que las historias antiguas y contemporáneas de compasión que emergen a raíz de crisis históricas sugieren que los actos éticos surgen no tanto de la elección como de nuestro sentido de quiénes somos, a través de nuestras identidades[69]. El momento presente plantea de forma puntual la pregunta« ¿quiénes somos? al sector de la educación superior. La rabia encarnada es una respuesta legítima y compasiva al sufrimiento de nosotros mismos y de otros considerados "bondadosos" tanto cercanos como lejanos. Debemos sospechar de ciertas dinámicas neoliberales que se filtran hacia los futuros pospandémicos dentro de la educación superior: nosotros no podemos simplemente ver más seminarios de Zoomm, MEET y practicar burocráticas. Como Honor Brabazon nos recuerda con razón: la crítica es esencial en tiempos de crisis[70]. Es nuestro trabajo y responsabilidad no aceptar estas directivas sin cuestionar su impacto en los menos privilegiados, en la comunidad universitaria en su conjunto y en el proyecto de investigación y educación pública en el que están comprometidos los académicos.
Brabazon subraya que todos los profesores (y estudiantes) son iguales, en sus oportunidades tecnológicas, de comunicación y habilidades intelectuales: tienen responsabilidades de cuidar su universidad, a menudo hay para los educadores en el cambio a un modelo de aprendizaje en línea (en la pandemia) ha hecho nada para aliviar estas desigualdades. La construcción del individuo por parte del neoliberalismo también significa que la "defensa colectiva" a menudo se "deslegitima" y esto permite que los problemas sociales se enmarquen como fallas individuales. La productividad y el tiempo también se refractan dentro de los modelos de auditoría de desempeño, que glorifican el espíritu empresarial y el “éxito del Rector”, en lugar de los objetivos colectivos de investigación crítica, deliberación y búsqueda del conocimiento (Brabazon 2020).
Sin embargo, también es cierto que el presente la pandemia también ha traído la interconexión humana y humanitaria a una visión más nítida: la gente siente por el destino de la humanidad y las instituciones educativas a través del teatro de la pandemia en noticieros cuestiones de valores, moralidades e identidades en un relieve más nítido. Michael Peters, escribiendo sobre la filosofía de las pandemias, da fe de esto: la filosofía de la pandemia es verdaderamente una filosofía para todos los pueblos[71]. Refleja no solo el significado humano de solidaridad universitaria con su sociedad, o el surgimiento de virus modernos como COVID-19 que muestran la transición entre especies, sino también temas de individual/comunidad, interés propio y responsabilidad colectiva. Destacar el sacrificio del primer contacto trabajadores de la salud y convencer a todos aquellos que en la ética universitaria brindan un nivel de atención de transmitir información en una era neoliberal, a estar menos atados por el deber del servicio cumplir un programa de estudios en métricas de memoria y más por los valores del arte del pensamiento científico[72]. Dar forma a nuevos horizontes y caminos de la educación STEM. También puede con el tiempo, se entenderá que ha funcionado como un "prolegómeno" para reconfigurar la identidad y la visión de la universidad neoliberal en una de corte humanista-científico: el impulso tan desesperadamente necesario para volver a imaginar formas más compasivas de educación superior. Es de esperar que los siguientes módulos de este curso sean una pequeña contribución a este inmenso pero críticamente importante desafío.
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0/00131857.2020.1750091
____________________________________________________
Autores:
Eduardo Ochoa Hernández
Nicolás Zamudio Hernández
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Mónica Rico Reyes
Abraham Zamudio Durán
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez
Fernández
Rogelio Ochoa Barragán