Comunicación y lenguaje

Entre ver y pensar

 

 

 

 

13. Lenguaje y lectura literaria:

 

laboratorio de simulación



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13.1. Introducción


Se ha demostrado con sólida evidencia que el conocimiento inconsciente es lo que subyace en nuestra capacidad para hablar y comprender. Esta idea en principio fue expuesta al mundo como la teoría de las ideas innatas, por un hombre que es una autoridad sobre la revolución lingüística moderna, nos referimos a Noam Chomsky[1]. 


La lectura de literatura de ficción, no solo amplía la experiencia de vivir, no solo nos entretiene, no solo es un escape al ruido cotidiano de la vida moderna. Es una propuesta avatar que es un sueño guiado, un modelo de lectura que nos permite ver con mayor claridad a otros y a nosotros mismos. Estos sueños ofrecen aprender a ver por dentro del lenguaje, escenarios por debajo de la superficie del mundo cotidiano. Un libro de ficción es un modo único de ver al mundo, pero no abarcando todo el mundo. Son vicisitudes e intenciones humanas, estructuradas en un flujo narrativo que no abarca todo, pero ofrece una experiencia social mezclando motivos difíciles que expresan el yo del autor e intentan desde esta experiencia, que aprendamos a conocernos a nosotros mismos, dado que siempre estamos incompletos. De este modo la novela, el cuento, la poesía y sus ficciones son un medio para paliar nuestra compresión personal y la del mundo.


La ciencia moderna del cerebro humano, ha comenzado a demostrar que las emociones y el pensar a otras personas desde la ficción, produce en los humanos habilidades sociales que nos humanizan, de este modo el arte literario desencadena cambios en la plasticidad cerebral de los lectores.  El lenguaje es solo la punta del iceberg en la elaboración del significado. Allí está frente a nosotros, en la superficie de las relaciones sociales y en las profundidades de las redes de neuronas. Es evidente que la parte visible es el lenguaje que nos rodea, que se manifiesta al trabajar en nuestro ordenador, al discutir algún tema con homólogos, al encender la tableta, al abrir un correo electrónico, al responder a todo mensaje social. Y, en consecuencia, la comunicación es el lenguaje que porta el significado. La mente no solo es un depósito de ideas que llevamos con nosotros, es un dibujo flexible de lenguaje que se modifica cada vez que hablamos, leemos o escribimos, permitiendo que nuestra especie alcance metas sociales efectivas[2]. John Dee, Robert Boyle y otros protocientíficos querían entender el lenguaje de la creación, desde el desafío intelectual de revelar el proceso de creación de significados, en la propia historia de las ideas. El estudio científico del lenguaje que surge en el siglo XX, es un intento más riguroso y profundo de dar significado al comportamiento humano[3]. Hoy es ampliamente aceptado que la vida social es la que da variación al significado del uso de la lengua, como resultado de factores divergentes de los lenguajes, de vivencias y de cuestión  psicológicas. Los progresos de cómo la mente procesa el lenguaje cuando hablamos y comprendemos, lo hacemos con palabras. Roman Jakobson estudió este asunto desde la semántica o estudio del significado, y es solo hasta la investigación pionera de Noam Chomsky que la ciencia del lenguaje se relaciona con rigor desde la sintaxis[4]. Chomsky propone que la forma de la sentencia o sintaxis, y el significado está separado, y son conocimientos autónomos; mientras que el significado es impreciso, como la dirección del vuelo de una mariposa, dado lo difícil de precisar y por tanto inadecuado para el escrutinio objetivo. La sintaxis, en cambio, es un estudio de reglas gramaticales que rigen la estructura de la sentencia. La inefabilidad del significado, al parecer radica en identificar un lenguaje universal de creación de significado.


La estructura de las sentencias observables en el orden de las palabras, estudia la forma sin tener que preocuparse en demasía por el significado, se preocupa por lo que realmente hace la forma de las oraciones y cómo realmente se utilizan cuando hablamos y conversamos con los otros. Para ello Ray Jackendoff establece a principios del siglo XXI, que “significa”, es cómo entender y cómo creemos que es una cuestión vital para nuestro sentido intuitivo[5]. El significado en los seres humanos es intuitivo y, de mayor importancia social que el orden de las palabras.


En el renglón del estudio del significado, el desafío es mayúsculo. ¿Cómo las palabras y otras unidades del lenguaje, expresan significado, de modo que comprendemos lo que otros nos están diciendo?, y ¿cómo hacemos sentido del tipo de variación que presenciamos en el uso cultural?, en resumen, ¿cuáles son los mecanismos misteriosos de creación de significado?,   ¿qué parte juega el lenguaje y qué acciones invisibles dan forma a los conceptos?

Jerry Fodor sugiere que nacimos con una lengua de pensamiento, es decir, entramos al mundo con un sistema de ideas o conceptos base de nuestra capacidad de dar sentido[6]. Y a partir de estas ideas básicas axiomáticas, podemos hacer ideas más complejas, haciendo coincidir palabras con significados, como etiquetas de pensamiento. Asumir que nacemos con axiomas, elimina el problema de donde vienen los significados compartidos. Este postulado de un conjunto de significados innatos, es una afirmación biológica. La neurociencia cognitiva investiga como producimos los significados. Usamos lenguaje durante y en actos de significados. Dehaene lo explica así: “el funcionamiento del cerebro que lee, consiste en tomar conciencia de las estructuras de la lengua oral y conectarlas eficazmente con el código visual de las letras. Atentos a la aplicación de sus conocimientos en sus entornos escuela y en el ámbito familiar. […] es una orientación pedagógica basada en las dificultades propias de nuestra lengua. Aprender a leer confirma con creces que es deseable y posible atravesar el puente que lleva de los laboratorios sociales a las aulas”[7].


Un laboratorio social es la experiencia de la conversación, el debate y en general la escritura creativa de formas consolidadas de pensamiento, como el artículo científico, el ensayo, la novela, el cuento, el poema, y tantos otros modelos ya consolidados en el universo de aparatos creadores de nuevo significado. 


La literatura es un tipo de laboratorio de simulación para las mentes humanas, uno que en el que sus interacciones son con significados con otras personas, tiempos y culturas del mundo. Para la premio Nobel Szymborska el lenguaje inventa la existencia:


“En el lenguaje de la poesía, donde se calibra cada palabra, nada es normal. Ni una sola piedra, ni una sola nube. Ni un solo día o una sola noche. Y, sobre todo, ni una sola existencia, ninguna existencia en este mundo”[8].


Dicen que la primera frase en cualquier lectura es la más importante para atrapar al lector. Qué bueno que nuestra propia historia nos alcanza, para dar la sensación de inmersión hasta la línea final de un libro. Los jóvenes lectores son escépticos y recelosos, incluso acerca de sí mismos en la lectura de grandes obras de la literatura. Pero en nuestro tiempo de grandes ruidos, es mucho más difícil reconocer los efectos literarios en nosotros, al menos si están atractivamente envasados en pastas, al reconocer su diseño, nos invita a revelar el tono de su habla. Burócratas y pasajeros en la literatura, a menudo no pueden reconocer la belleza del mensaje literario, dado que solo leen por el llamado escolar, profesional y de alcanzar algún título académico. Pero no hay profesores del mensaje poético, esto quiere decir que el elemento crucial, como un eslabón entre el papel y la mente confiere el derecho a ser un humano con libertad desafiante para experimentar la vida.


En naciones más afortunadas, donde la dignidad humana no es destrozada tan fácilmente, los lectores anhelan el espacio y el tiempo para la lectura, con el propósito de existir por encima del rebaño común y la rutina diaria. De la misma manera, nuestra sociedad requiere esforzarse por hacer de la literatura el momento de libertad y enriquecimiento del espíritu. Silenciosamente e impaciente, espera de sí misma, su esplendor virtuoso, prueba de ello, es que reconoce en las sociedades avanzadas, que su nivel de vida realmente es resultado de su buena educación. Por supuesto, esto no es una postura ingenua, observe a un público, lo motivado que sale de ver las tramas de películas inspiradoras en las que se exponen las virtudes científicas, heroicas y narrativas, que pueden tener cierto interés para la audiencia de su tiempo. 


Los escritores realizan la proeza de entender la realidad, en la propia adversidad. La literatura habla de creadores autodidactas, que se desarrollan al margen de los espacios académicos altamente burócratas, dispuestos  a conseguir detener la decadencia manifiesta de su sociedad, en sus textos hay estética y heroísmo necesarios para estimular con poesía la mirada de una nueva  historia posible, una que este lejos de la industria elitista, sexista, racista y explotadora de sueños al desplegar estrategias publicistas relacionadas con el cambio social como mero pretexto.


En este sentido, Joseph Campbell nos dice: “el mito es un instrumento fundamental para interpretar la realidad, enriquecer la experiencia vital y comprender los oscuros y aterradores abismos de la existencia humana, y es también la semilla de las religiones, que emplean distintas metáforas para explicar lo inexplicable. Campbell intenta entender el pasado y esclarecer el presente por medio de la mitología, sintetizando así los principales postulados de su pensamiento”[9].


Un lector que interioriza un texto, está inspirado en lo que su imaginación recrea. Cuando le preguntamos contesta con evasivas intentando no perder la concentración, si realmente vive  en este trance. Todos los que conocen este estado mental lo consideran algo afortunado para la existencia humana. Es fácil de explicar a alguien lo que solo se entiende cuando se le vive. La inspiración no es algo exclusivo de científicos, artistas o escritores. Está presente en todos aquellos que han elegido conscientemente el llamado creativo y hacer de sus vidas un trabajo con amor desde la imaginación. La edad o el sexo, la tecnología de soporte del texto o el lugar, son factores irrelevantes para quien convierte su propia existencia, en explorador continuo para seguir descubriendo nuevos desafíos en él mismo. Lectores así, dificultades y reveses nunca reprimirán su aliento de curiosidad.  Un enjambre de nuevas preguntas emerge de la lectura íntima que los inspira. Cualquier inspiración nace de reconocer “no sé, pero quiero saber con toda mi voluntad”. 


Un no lector, por lo general no conoce este paraíso de la imaginación. Si bien, la mayoría trabaja jornadas exhaustivas que no le dejan espacio para leer literatura original, si se dan cuenta que algo valioso no está en sus vidas, lo que le lleva a la decadencia inspiradora para existir con fuerza en este mundo. Las circunstancias de sus vidas hacen la elección para ellos, Trabajan porque tienen que. Trabajan sin creatividad, es decir, sin amor. El aburrimiento y el desvaloro laboral pronto tocaran su puerta. 


Hay muchas personas que por circunstancias en sus vidas hicieron la elección de algún tipo de trabajo, honrado y loable seguro lo es, pero sin amor. El trabajo aburrido nos hace sentir muy en serio la miseria humana en todo su potencial. Y no hay señales que esto esté a punto de cambiar de sendero para mejorar el arte de existir. Y así, aunque la inspiración parece reservada solo a creativos de la economía, conspiremos contra ese monopolio y desde la lectura de la literatura inspiremos favorables ensoñaciones. 


En este punto, sin embargo, muchos tendrán dudas sobre esta hipótesis de solución. En contra sentido, podrían alegar que existen los dictadores, torturadores, fanáticos y demagogos que viven y luchan desde el poder con lemas que dejan ver que disfrutan lo que hacen y sus deberes los asumen con fervor inventivo. Bueno, sí; pero ellos saben y lo que saben les parece suficiente de una vez y por todas; resistiendose a tener otros puntos de vista, se han vuelto sectarios y dogmáticos. No quieren averiguar sobre todo lo demás, ciencia, arte, literatura, matemáticas, todos estos campos son como una parcela cerrada y vigilada para que nadie ose intentar flanquear lo ya considerado como verdad absoluta o pagará las consecuencias. Están relajados, por eso no incrementan la fuerza de sus argumentos. Pero ningún conocimiento nuevo aparece, ese que no crece hacia fuera de sus límites, rápidamente muere hacia dentro dejando en a su paso solo fundamentalismo, y se vuelve incapaz de ser tolerante a nuevos enfoques conocidos, convirtiéndose en individuos letales para su sociedad: fascistas, dictadores, emperadores, faraones, …


Por eso valoramos tan pequeña frase, cuando alguien dice “no sé”. Es una señal envuelta en alas poderosas para el aprendizaje. Esta frase amplia nuestras vidas para producir espacios dentro de nosotros, al modo de extensiones internas a la imaginación, en el que nuestra pequeña existencia cuelga desde arriba para valorar y participar en solidaridad gratuita del desarrollo social.  Sin el “no sé”, la ciencia, la técnica y el arte simplemente no podrían avanzar.


La literatura si es genuina, debe también repetir, “no sé”. Cada oración marca el esfuerzo por responder a esta declaración, pero tan pronto como la página comienza a avanzar en su texto, la duda es gestionada por la razón, intuyendo los posibles caminos para respuestas particulares, aunque insuficientes, que serán rebeldes a los dogmas. Las consecuencias de insatisfacción absoluta tan típicas de la literatura original, son una serie infinita de “no sé”.  Heredar insatisfacción es un don del texto original, llamada obra literaria. Para los no lectores, es común en su identificación, por asumirse para cada paso de sus vidas: “con un no hay nada nuevo bajo el sol”.


La literatura rompe el círculo vacío del no lector, provoca que deje de considerar al mundo y cada una de sus palabras, como algo ordinario, como un curso normal de eventos irrelevantes.  Pero en el lenguaje literario, en donde se pesa cada palabra, nada es habitual o normal. Y sobre todo, no hay una sola existencia para todo ser humano, sino cada una única y original que corresponde con la mente de cada hombre.



[1] Dienes, Z., Altmann, G., Kwan, L., & Goode, A. (1995). Unconscious knowledge of artificial grammars is applied strategically. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition, 21(5), 1322.

[2] PhD, M. D., & PhD, D. G. (2011). The Dynamic Brain: An Exploration of Neuronal Variability and Its Functional Significance (1 ed.). Oxford University Press.

[3] Schnelle, H. (2010). Language in the Brain (1 ed.). Cambridge University Press.

[4] Chomsky, N. (2015). Syntactic Structures. Martino Fine Books.

[5] Jackendoff, R. (2003). Foundations of Language: Brain, Meaning, Grammar, Evolution (1 ed.). Oxford University Press.

[6] Fodor, J. A. (1983). The Modularity of Mind: An Essay on Faculty Psychology. A Bradford Book / MIT Press.

[7] Dehaene, S. (2015). Aprender a leer: De las ciencias cognitivas al aula (Ciencia serie Mayor) (Spanish Edition)., 124.

[8] Szymborska, W., & Poniatowska, E. (2002). Poesía no completa. Fondo De Cultura Económica USA.

[9] Campbell, J. (1992). Poder del Mito, El. Emece Editores.