4. Imaginar al escuchar el texto 

 

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Autores:

Eduardo Ochoa Hernández
Dina Durán Carranza
Nicolás Zamudio Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez Fernández
Rogelio Ochoa Barragán


 

 

Avatar: Newton

 

 

Nota4. Imaginar al escuchar el texto


La imaginación es un recurso humano. Imaginemos que el poeta es nombrado rector de una universidad. Los trabajadores de la química están alienados leyendo nuevos poemas. Los ancianos buscan rebeldía moral y los jóvenes, desafío intelectual, todos entre burros y caballos en medio de una lucha con molinos de viento. Leer es un comienzo y no es el fin de esta importante recompensa de lo humano.


Imaginar es un medio para el desempeño laboral. No es un arma, aunque esta nace de la imaginación. Es esencial para la mente curiosa, una forma fundamental de pensar,  para llegar hacer experimentos y enriquecer nuestro paso por el mundo. Para el estudiante universitario, imaginar es dignidad y, donde las palabras, son las alas que tanto el intelecto como en las emociones nos hacen volar. Las matemáticas son fundamentales para imaginar, ningún arte o habilidad es nunca inútil aprendizaje; pero entrenar la mente para despegar de la realidad inmediata y volver a ella con nuevas ideas y fuerza creativa, es leer y escribir, sin estas habilidades, nada es igual al poema o al ensayo científico dentro de la actividad universitaria.


La comunidad académica que no vive en el centro de la imaginación literaria, tal como lo definen y describen poetas y científicos, está en una mala manera. El centro del mundo académico es donde viven plenamente el acto de fundamentar, justificar, explicar, demostrar, categorizar, calcular, describir, narrar, ensayar… Donde saber cómo se hacen las cosas, cómo se hacen las ideas y cómo se forma un estudiante en la soberanía intelectual de sus proyectos de vida. 


No escuches pasivamente a la literatura. Escuchar es un acto de comunidad, que requiere espacio, tiempo y silencio. La lectura es un medio para escuchar. Leer es una actividad neuronal más intensa que la audición o la visualización[1]. Leer es un acto con ritmos individuales que intentan volver coherentes nuestras ideas al investigar todo aquello que en el texto no esta claro, tomas la información que puedes y desea considerar; en todo el proceso estas solo conversando con la literatura. Al leer nos unimos en un acto de imaginación con la conversación que nos ofrece el texto escrito. 


La literatura a diferencia de el texto publicitario de ilustración y marketing, esta libre de esa cooptación, en parte porque muchos libros fueron escritos por personas ya finadas, que no hay manera de atribuirles que son codiciosas. Y los académicos, si hacen algo bien, es literatura comparativa, honesta y confiable. Los libros pueden en la académica no ser en la forma clásica, ahora son de tinta digital y no de pulpa de madera. La publicación electrónica ofrece a aquellos que leen un nuevo y fuerte medio de comunicación que extiende la comunidad intelectual. La tecnología no es lo que importa. El discurso escrito es lo que importa. El intercambio de palabras: conversar en el silencio de la concentración más aguda. La razón por la que la alfabetización del texto académico es importante, es que esta literatura juega una función de interacción intelectual en la renovación de las ideas. La guía más útil del proceso académico, es la activación de la imaginación a través de un discurso diseñado bajo un método que ordena y define las variedades epistémicas y narrativas como herramientas de trabajo para ganar objetividad y profundidad en el aprendizaje.


Pero hay dos grandes problemas en el uso de la literatura como herramienta académica. El primer problema, es que menudo la lectura no es usada correctamente, es como usar un destornillador de martillo, el término discurso académico no es un sustituto del profesor, tampoco es un ejercicio mecánico pasivo donde los estudiantes ingenuamente no realizan sobre la literatura el proceso mental de identificación de fundamentos, premisas, cláusulas e inferencias de conclusión, todo esto en tareas de tomas de notas en piezas indexadas de escritura. Es decir, el primer problema es asumir que leer es una actitud pasiva frente al texto.


El segundo problema, es asumir que el texto académico no tiene el objetivo de enriquecer el vocabulario especializado del tema, los estilos del pensamiento y ampliar el horizonte disciplinar. Pero, cuando el término discurso académico llego a la educación moderna con Descartes, fue definido como el texto con propósitos de formación y objetividad para las nuevas generaciones. El tema de lo ontológico como medio para conocer lo que existe y es verdadero, es más amplio que el de cualquier otro género literario. La lógica discursiva de conceptos (lógica doxástica) y de formas de crear conocimientos validados (lógicamente epistemológicas) son fundamentales para desarrollar el modo de pensamiento académico. 


La visión estándar de Descartes, está muy consolidada en el texto académico, es en esencia una narrativa causal del conocimiento, en otras palabras, es un diseño discursivo que requiere justificar las ideas que expresa. La Teoría Causal del Conocimiento[2] de Goldman argumentó: el conocimiento de P no es más que una creencia verdadera causada por la red de hechos que definen a P. El conocimiento es visto como el consenso de la verdad de una comunidad de conocimiento, producida por el ejercicio de ciertas capacidades intelectuales, características del quehacer académico: fundamentar, justificar, explicar, demostrar, categorizar, describir y narrar. La narrativa académica contemporánea, es una imagen de literatura justificada. 


La literatura académica representa como una imaginación que da cuenta del conocimiento fiablemente justificado. Y es este movimiento en la lectura el que produce el requisito de esta narrativa, ser una conversación sobre las teorías ajustadas al estándar de objetividad entre lo externalista (juicio intimo de los hechos) y lo internalista (consenso de una comunidad de conocimiento).


Para aquellos que simpatizan con definir a la imaginación académica, como una forma confiable del conocimiento objetivo, ademas, fuera de esta ecuación, el efecto literario del discurso debe ser incluido. Producir creencias justificadas, es solo parte del propósito del texto académico, tiene otro propósito, construir una narrativa para conversar con el novel, dado que sin esta narrativa simplemente el propósito de la academia de formar nuevas generaciones de profesionales quedaría incompleta.


Somos partidarios de considerar al escritor académico (estudiante o profesor), que la energía que lo mueve es la justificación y la argumentación, como categoría epistémica importante. Pero la segunda motivación, la de escribir cuerpos de argumentos con simplicidad teórica, es una que no podemos ignorar. Si la justificación no es una condición necesaria para el conocimiento, entonces uno podría sostener que los externalistas tienen razón sobre el conocimiento por consenso. Pero cada lado tiene razón sobre algo, el debate de estos dos, es sin duda alguna el corazón de la educación humanista científica: escribir para pensar bajo un control doxástico y epistemológico el discurso con propósitos académicos.


¿Qué es entonces la justificación y por qué los académicos han estado interesados en ella para su diseño discursivo? Generalmente se introduce a la justificación como un tema para desarrollar un sistema de interrogaciones al modo socrático. Escribir texto académico es asumir consideraciones sobre ciertos criterios ontológicos sobre la existencia y sobre el aparato lógico empírico para justificar la verdad científica. Al comenzar el viaje creemos que sabemos que es la verdad, o con lo que, después de la reflexión, estaríamos dispuestos a asumir como evidente. Estamos asumiendo que podemos reconocer la verdad que estamos buscando, que algo en nosotros ya implícito en la mente nos ayuda a reconocer en la reflexión lo verdadero. Nuestra base axiomática de origen biológico, es la que viene en nuestro auxilio, para que en la búsqueda, reflexionemos sobre lo verdadero de cada justificación que se nos presenta.


Al concebir a la justificación como una cubierta lingüística sobre lo real; entonces, conceptos, datos y hechos que se vinculan en la idea para permitir que todo ser humano pueda verificar su sustento y vincularlo a la justificación, como la respuesta al aparato socrático de interrogación sobre la realidad. La justificación es un vinculo con las creencias en las premisas (cadenas de proposiciones), representa la base para las inferencias de conclusión en argumentos de tesis. Un argumento de tesis, es un pensamiento hipotético deductivo que vincula a las premisas y proporciona apoyo a sus creencias, en lo que en ellas hay de verdadero. Tal vez la convicción más generalizada dentro de la tradición académica occidental, es que para que la creencia de una persona constituya conocimiento, es necesario (aunque no suficiente) que sea justificada racionalmente, aportando fundamentos; así pues, un estudiante tiene una razón adecuada científicamente para aceptar o no las ideas que se le expresan desde la literatura académica.


Queda claro que todo escritor del texto académico, cognitivamente encuentra accesible a aquello que tiene en su núcleo un proceso internalista de justificación y un respaldo con citas y referencias a las premisas, que en el propio tiempo están siendo debatidas en su consolidación ontológica. El texto académico vigente, es temporalmente una observación que rechaza o acepta tales concepciones justificadas. Es decir, la escritura académica es un proceso de revisión del estado del arte en dinamismo constante, que produce creencias confiablemente justificadas y pensadas en hacer explícito lo que las justifica como posiblemente verdaderas. La idea misma de justificación, es una forma intelectual de hacer contacto con los problemas más importantes de las disciplinas, al parecer, debe estar ligada a la escritura académica, al arte de tener razones de peso, esto significa que un escritor de este tipo, es un investigador que recoge notas que le permiten dar una posición justificada de un argumento a favor de la creencia en cuestión. Es por esta razón, que consideramos la concepción de la justificación como el papel productivo de las revisiones de la literatura disponible. 


Escribir justificaciones, vincula estas a la capacidad de responder a los desafíos del aprendizaje de la comunidad académica[3]. De cualquier manera, la justificación es vista como actitud de escribir en apoyo a las creencias de uno mismo. Esto nos hace criaturas con la capacidad de preguntamos: qué razón hay, si las hay, para mantener las creencias que hacemos nuestras. Pero el verdadero problema académico, es formar la flexibilidad mental de que somos capaces de reconocer razones que no están a favor de nuestra creencias. Esto parece ser, que el texto académico, es un discurso seductor a favor de la razón objetiva. Por importe que sea la justificación en este sentido, nos parece que la narrativa es un candidato fuerte y necesario para flexibilizar las posturas bajo evidencia y fundamento. 


Las teorías que no pueden responder a las opiniones sobre las justificaciones disponibles, son un cuerpo de texto deficiente. El tipo de conexión necesaria de la justificación y la realidad, es la capacidad de defender la creencia con explicaciones, demostraciones y cálculos en un flujo narrativo. Solicitar razones sobre las ideas de los estudiantes, sería el carácter de una educación superior, pero excluir esta práctica, es no estar en condiciones necesarias para desarrollar el conocimiento serio y riguroso socialmente reconocible para un miembro de la comunidad universitaria.


Los contextualistas han insistido en que el conocimiento académico, es escéptico frente a  lo que realmente dicen los estudiantes, sobre todo, los que sin previa investigación intentan justificar sus ideas al afirmar algo. El conocimiento académico es un proceso de escritura que reconstruye los diferentes contextos del conocimiento; ofrece comprensión profunda de la dinámica conversacional entre investigadores y sus respuestas. Dar razones, depende de llegar al trasfondo compartido de creencias sobre lo que muchos dan por sentado y, justifican si hay fallas en su estructura racional. 


Descartes encontró fascinante la consideración de reflexión privada sobre cualquier sentido objetivo, como una condición necesaria para aprender el estilo de pensamiento científico. A pesar de que esta concepción es subjetiva en alguna medida, constituye el medio para entrenar el pensamiento altamente estructurado. Si la reflexión privada no lograse alcanzar las normas de objetividad, la justificación aún así, establece un entrenamiento requerido para dominar la lógica epistémica. Esta versión racionalista tan internista confía en la base axiomática humana para alcanzar la verdad, aunque la que seguramente es factible solo sea la matemática y no la científica. El conocimiento que produce la escritura de acuerdo con este orden de ideas de Descartes, es una apropiación personal de justificaciones, con el impacto directo en la memoria y la comprensión de quien la ejerce como oficio intelectual. Esta corriente cartesiana defiende la idea de que el conocimiento reflexivo, es el mejor tipo al que un humano podemos aspirar.


Reflexionar es tener razón, sobre los fundamentos y justificaciones que se procesan cognitivamente intentado conformar lo que en cada idea hay de verdadero. Mirando esto  desde la psicología literaria, lo que realmente sucede cuando las personas escriben para reflexionar, es que hacen explícitas las premisas que respaldan sus creencias. Una vez que se forma una ciencia (un argumento) las justificaciones adquiridas forman parte de nuestro aprendizaje de largo plazo. La reflexión al escribir, forma gente más capaz de articular su base axiomática, tanto a sí mismo como en la conversación con los demás, una amplia gama de segmentadores discursivos se integran al vocabulario ayudándonos a realizar y evaluar las justificaciones de mejor manera.


Escribir para reflexionar, es una forma de comprobar los procesos que justifican las ideas que observamos en la literatura disponible. Pero, también le sirve al estudiante para afianzar su acervo de creencias y estilos de pensamiento, por añadidura, lo hace más inteligente. La inteligencia es un recurso de la experiencia en diferentes estilos de razonamiento, puede actuar como un aprendizaje de los modos de razonamiento. Escribir para reflexionar, es una condición necesaria para la racionalidad académica, no puede ser vista como algo accesorio de la educación humanista científica, sino como algo central de su tradición ilustrada.





[1] Cholin J (2008) The mental syllabary in speech production: An integration of different approaches and domains. Aphasiology 22:1127–1141

[2] Goldman, Liaisons: Philosophy Meets the Cognitive and Social Sciences (Cambridge, MA: MIT Press, 1992), 69-83.

[3] Brandom, R. (2009). Articulating reasons. Harvard University Press.