Texto académico
Autores
Eduardo Ochoa Hernández
Dina Durán Carranza
Nicolás Zamudio Hernández
Gladys Juárez Cisneros
Lizbeth Guadalupe Villalon Magallan
Pedro Gallegos Facio
Gerardo Sánchez Fernández
Rogelio Ochoa Barragán
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4. Redactar, desde la perspectiva literaria
¿Cómo se organiza una obra literaria? Algunos argumentan que está determinada enteramente por factores fuera del escritor, otros que está controlada por la intención del escritor. Y piense además en las múltiples posiciones intermedias. Los teóricos literarios sostienen que la experiencia del escritor es su educación, cultura, prejuicios sexuales, raciales, políticos y, la psicología que controlan no solo la escritura, sino las ideas y la motivación: todas las cuales hacen que el escritor sea poco más que un títere de sus genes. Pero hay muchos escritores que, creen que la obra está igualmente determinada por la cultura y las ideas, de lo que creen, provienen de otro lugar, del inconsciente, de la musa y del éter.
Entre estos extremos, destacan los escritores habitantes de la pasión por la revisión de la literatura como alimento de una conversación creativa[1]. Ellos creen en la intención, pero, también creen que su trabajo está influenciado por lo que leen en su experiencia y educación. Además, dominar el lenguaje, es el reducto para la creatividad[2]. El artista de las letras y los números tiene una conciencia en su cerebro y en el lenguaje, el garabato que intenta dar vida a esa imaginación, es lo que será más tarde un texto. El lenguaje es una aproximación, pero mediante el uso del lenguaje discursivo, el escritor intenta crear un evento de conciencia y hacer que el lector experimente este. Ese tipo de escritor al que aspiramos ser, rastrea el linaje de las ideas, la arquitectura en el sistema de escritura, la interacción con las lógicas epistemológica y doxástica[3]. La escritura es llevada viva al corazón de los deseos virtuosos del hombre, allí es donde lo literario comienza a calentar el mar frío del corazón extraviado en las ideas.
Una obra literaria es algo creado por el escritor, que está destinado a mover la conciencia de un lector. Si no es placer para la razón y la emoción, no es una obra de literatura[4]. Si acaso, solo son notas sueltas, descripción del “esto es” y la muerte del avatar que no ayuda en la inmersión literaria. Creemos que escribir un libro es una ventana que cuelga entre dos o más seres humanos que de otra manera viven en habitaciones oscuras. La literatura no es un discurso natural; es un habla diseñada cuidadosamente, el escritor no trata de presentar la realidad, sino, que presenta una metáfora que expresa la pasión de una época, la relación del escritor con su sociedad[5].
Para un escritor, un crítico dentro del poder administrativo, es a menudo alguien mirando a través de la ventana de una oficina, tratando de adivinar cómo sabe un libro. Para un crítico, un escritor académico es a menudo una criatura infantil que hace a ciegas figuras de barro de letras. Estos desacuerdos son una lástima porque añaden más divisiones a un mundo de por sí ya muy dividido. A uno no le importa tanto el desacuerdo, sino que se daña la tradición intelectual de las universidades de la ilustración y a la soberanía intelectual de su comunidad académica.
En la literatura, tratamos de describir el mundo. No importa cuán fabuloso o extravagante sea el texto académico. Una de sus intensiones, es trazar el mundo en el que está escrito. Surge cuando la emoción de repente se vincula con la imagen racional, la idea en su profunda justificación y el lenguaje en su infinita posibilidad. Lo que se construye con una proposición o metáfora, representa algún aspecto de nuestra relación con la literatura, nuestros semejantes y el mundo que nos rodea. Es una caja verbal que transmite en su narrativa la experiencia del conocimiento y las emociones humanas dentro de la creatividad desafiante[6].
En nuestros libros, ya sean de propósito curricular, de poesía o teoría literaria, tratamos de crear mundos alternativos, diseñando discursos nuevos en los que se ensayan caminos para la experiencia de lo humano. Esta es en parte la naturaleza del texto académico. Uno de los temas de todo libro académico es la experiencia de la sociedad en la que fue escrito. Cualquier texto plantea la ética de un progreso ideal y luego crea su propia sociedad, que (por así decirlo), es perfectible en lo ideal. El margen del texto sobre la sociedad se encuentra en la profundidad, entre el ideal postulado y la sociedad representada[7]. Esto es parte del poder de la literatura creada por la propia comunidad de conocimiento. Pero el misterio de lo social y lo natural es inagotable, este punto es cierto para cualquier libro, incluso la poesía como misterio de lo humano.
Así que, en nuestra literatura tratamos con el mundo existente y en la escritura está la responsabilidad de crear mundos alternativos. Si nos sentimos mal por el mundo, nos alejamos de todo y de todos, nos sentimos pesimistas sobre el futuro, entonces no podemos escribir sobre ciencia, matemáticas, poesía… El académico comprometido con alternativas de progreso ético, puede escribir en cualquier momento, porque no está destrozado frente a las posibilidades de la literatura[8]. Porque en él hay una humanidad positiva para compartirse como esperanza. Uno escribe cuando está tan ocupado por un concepto emocional que no es capaz de permanecer dormido. Uno escribe cuando es capaz de permanecer en silencio gritando lo que imagina, y lo que uno hace es hacer en un teclado a partir de palabras, crear borradores que intentan lograr el mismo sentido en otro ser humano, en cualquier momento, en cualquier lugar, lo que significa que sin el lector no puede haber literatura.
Incluso se puede argumentar que es el lector el que hace al texto ideal. Porque si no hay un lector que pueda recrear la emoción, la razón y la historia a partir de las palabras del escritor, entonces no existe ningún texto digno de ser llamado literatura. Nadie escribe sin un lector en su imaginario. Del mismo modo, el lector tiene que ser capaz de hacer de la emoción algo propio. No basta con que el lector entienda, que sea testigo de la experiencia de otra persona. Así que, se puede decir que el libro no es sobre el escritor, sino del lector y que sin este enlace no hay literatura.
Un libro curricular maneja esto de manera diferente. Es más espacioso en el número de jornadas de lectura. Exige mucho más tiempo. La narrativa curricular se cuenta de muy largo tiro, el lector va de viaje dentro de su historia. El lector es más distante que en la poesía. Sin embargo, con el libro de texto uno a menudo crea una experiencia, un cuerpo de explicaciones, justificaciones, cálculos, y fundamentos necesarios para el estilo de pensamiento científico[9]. Con el texto académico la conexión con el lector, es más racional que estética, debido a la intensidad de justificación. En el lector es más íntima su conciencia reflexiva, el propio texto académico es un camino con estilos de pensamiento y habilidades intelectuales propias de las disciplinas.
Nos resultaría imposible escribir sin una concepción del lector, esa figura imposible ideal que sostiene el otro extremo de la cuerda. Es la persona con la que estamos hablando al escribir. La escritura académica como la poética, implican a la acumulación de información verbal destinada a crear una experiencia que afecte los estados de conciencia del lector[10]. No solo es información del lenguaje, sino también el tono, el ritmo, la sintaxis, la longitud de las líneas y todos los elementos de la escritura. Y lo que el escritor hace en sus arquitecturas con estos elementos, no es simplemente contar una historia o presentar un concepto, hace que el lector quiera saber y sentir, con cada paso, lo hace querer desear averiguar qué sucede en la siguiente línea, párrafo, página, sección, capítulo, volumen o serie. Desde la primera frase, incluso desde el título, el escritor se ocupa de involucrar y controlar el interés del lector.
4.1 Escribir ciencia y paladear ficción, criterio para la juventud
El escritor tiene su intuición original sobre el color de su propio tiempo. Este estado psicológico puede venir a ayudarlo en un apuro creativo. De hecho, una de las razones para escribir es descubrir la naturaleza de nuestro estilo de sentir, pensar y planificar el texto; hacer de la intuición un flujo creativo que sea significativo para el lector, entonces, el escritor comienza a participar en el arte de la razón y el cálculo literario. El proceso de escritura y revisión es el proceso por el cual el escritor se hace consciente de su intuición más intensa. El escritor también calcula el efecto de las palabras en el lector. En el caso del diseño del discurso académico, intentará ser serio, elegante y sobre todo, generoso en dejar todo en el intento de formar a las nuevas generaciones. ¿Qué primero, qué segundo, qué…, más? Ciertamente fue el cálculo que llevó a Kafka a comenzar “La metamorfosis” con la frase “Gregor Samsa despertó una mañana de sueños incómodos para encontrarse trasformado en su cama en un gigantesco insecto”. Kafka debe haberse reído y abofeteado. Sabía que después de leer esa frase, sería imposible para el lector no leer una segunda y una tercera frase.
Siempre ha existido la sensación de que una obra de ficción, una novela o una poesía no tienen vasos comunicantes con el texto académico o científico. Algunos noveles refieren a la ficción como un paquete de mentiras. ¿La ciencia acaso sí tiene acceso a la verdad absoluta, la mismísima validada por Dios? El contra argumento es que la ficción que también está en el texto académico, es el que trata de destilar la esencia misma de la vida, incluso asume que el arte es el que crea la vida de la juventud más virtuosa. Simplista esta, es la razón por la que Platón rechazó la entrada de escritores que se alejaban de la vida misma.
¡El lector bachiller y universitario no es ningún perezoso o débil mental!
Todavía así, cuando escribimos, una parte de nosotros sabe que estamos involucrados en la vida ética de la juventud. No es que la poesía esté mintiendo, sino que está recogiendo las emociones de su propio tiempo, en el que el lector desea sentirse parte del cambio. Estamos creando esperanza con el poder estético de la literatura de ficción y el arte de la seducción racional en el estilo científico, para lograr el texto académico. Se reclama la libertad de pensamiento como un derecho de nacimiento, la libertad académica no es un juego que podemos perder, no escribimos para los políticos en el gobierno, escribimos para liberar la justicia social. El texto académico es la promesa de dignificar el carácter intelectual de nuestra sociedad. Un escritor hace que el lector quiera creer, haciéndose este, cargo de la honestidad de su esfuerzo. Pero, si el escritor traiciona, considerando la inteligencia del lector, un débil mental, un pobre tonto; entonces, este escritor ya ha fracasado.
Después de todo, el escritor académico es un rebelde de las ideas. No importa cuán en serio nos tomen por nuestra literatura, ciencia y academia, sabemos que no somos descendientes del bufón de la corte.
Cuando empezamos a escribir, cuando somos el más humilde novel, nos preocupa ser claros, lógicos, con buena ortografía y aprender a mover las piezas en el diseño del discurso. Todavía nos preocupan esas cosas, pero más recientemente con la madurez, llegamos a comprender que nuestro mayor enemigo es el autoengaño; es decir, que mintiéndonos a nosotros mismos nos acercamos a un texto frío, lleno de discurso de instrucción o cuasi periodístico. Un escritor académico siempre hace de su oficio un asunto de causa y efecto literario. Interfiere a favor del progreso ético, ese mismo que lo llama a ser responsable en su propio tiempo.
Cuando se escribe en una universidad o bachillerato, queremos que la pieza de texto funcione, que cumpla con nuestros deseos de causa y efecto. Más allá de eso, tal vez nuestra idea de ganar respeto entre pares y recompensa financiera (este asunto laboral), por nuestro propio bien, debemos mantenerlo fuera del arte de escribir, no sea que nos distraiga y solo hagamos texto trivial. Si queremos que el trabajo del texto académico refleje causa y efecto, permanezca en lo literario. En cada pieza de texto, el escritor debe volverse invisible. Incluso es engañoso vincular cada pieza de texto a la recompensa de títulos o mejoras financieras. Si algo funciona y es interesante, entonces se publicará, pero, sobre todo, se leerá por un público con el carácter intelectual necesario, para superarse en lo moral y ser parte de una vida, haciendo feliz a otros, a modo de profesionalismo, así como Borges lo sugirió como forma de vocación ética. Escribir mientras imaginamos un futuro para el que somos convocados, significa que algunas opciones estéticas se regirán por razones ajenas a nuestra más local situación de conflicto. Cuando la escritura va bien, el dinero no importa, cuando la escritura va mal, el dinero no ayuda.
Muchos de los escritores imagistas sienten la imagen que produce lo literario en sí mismo. Lo que llamaron imagen era similar a lo que una generación anterior llamó símbolo. El símbolo energizó el poema, lo humano a menudo borrado por la avaricia comercial de literatura de autoayuda, si bien lo compararon con mercancía, el poema lo rescato en el seno de la reflexión de una revolución literaria. Vamos al símbolo, buscando el arte de la literatura para aprender sobre el mundo. En una metáfora, ese mundo está representado por el conocimiento compartido, cada nueva generación destruye la comparación productiva mente-materia y la reconstruye dando un nuevo sentido. Solo la imagen de lo literario para el lector puede reducir y limitar lo infinito del espacio de significado que resulta la experiencia humana.
Una pieza de escritura es un cuerpo de información regido por un propósito que determina cómo se ordena la información. En realidad, en cualquier pieza de escritura el propósito de la categoría particular viene dado por su función, que en la poesía es el placer, lo que significa además que, debe ser comunicado con estética. En la ciencia es la objetividad, lo que significa que exige la habilidad de argumentar y evaluar la lógica en su verdad.
Escribir para tratar de atraer al lector, es hacer que el texto sea un instrumento gestor de emociones y reflexiones. Estos son aspectos de una pieza de texto específica. Pueden estas tratar de justificar, enseñar, asustar, sorprender…, al mismo tiempo, existe una cierta tensión entre forma cultural y la individual del escritor. Un lector siempre está leyendo una pieza de texto a través de cada experiencia de su vida y, el escritor, está configurando el texto a través de su sistema de toma de notas y a través de cada literatura que ha leído. Llamamos a una obra original cuando sorprendentemente sus piezas de texto amplían nuestras percepciones del límite de lo conocido.
El propósito de una pieza de texto se comunica predominantemente a través de su estructura. Es través de su armazón que un pedazo de escritura libera su información al lector. Más sencillamente, la estructura e isla estratégica impuesta en el tiempo. El hecho de que la pieza de escritura tenga un propósito hace que tenga una estructura, lo que significa, a su vez, que debe tener un principio, un medio y un final. Pero el escritor no puede tener un sentido real del principio, el medio o el final hasta que tenga un sentido del propósito de la obra. Incluso la obra más original y vanguardista se puede ver que tiene estos segmentos, aunque tal vez, solo después de algún tiempo de que ha pasado de una obra, al exponerla al análisis estricto pueda revelar lo que en ella hay de innovación.
La estructura es dos cosas a la vez. En el orden en que se libera la información, y también, el tipo de información en sí misma. Esta doble función se vuelve más importante en la escritura científica cuando se interactúan con proposiciones empíricas, teóricas e inferencias específicas. Podemos definir aún más la estructura como elementos formales del lenguaje, puntuado, lo gramatical, la sintaxis del discurso. Textura, ritmo, elegancia es parte sustancial de la estructura de la textualidad. En esta definición, la forma se convierte en un elemento de estructura para que sea tanto orden como forma en que se libera la información. Esta información se compone de aquellos elementos que el escritor considera importantes y que pretende afectar al lector y claramente se eligen de un cuerpo de información mucho más amplio. En consecuencia, podemos definir aún más la estructura como la sección y organización de momentos significativos del tiempo en el flujo de una posible lectura.
Aristóteles, describió la trama como el principio más importante que rige una obra de escritura[11]. No importa cuán brillante sea la idea del escritor o cuán fuerte sea la emoción, si la trama o estructura es débil, todo lo demás falla. La estructura no es solo lo que permite que el trabajo sea completo en sí mismo, sino también lo que permite que la obra se comunique y se convierta en una fuente de placer.
Una obra literaria tiene ciertos requisitos que la convierten en una obra de arte y no en otra cosa, como un menú de restaurante o un manual de instrucción de un electrodoméstico. Una obra de arte en el texto académico involucra al talento de crear una exigencia cognitiva que a la postre del esfuerzo del lector, le convierta en un profesional de la materia. Debe involucrar las emociones no como simples palabras de algún color, sino como experiencia racional que sorprende y tiene efectos literarios en su imaginario. Debe funcionar como una orquesta de proposiciones, cláusulas, inferencias que crean acordes entre la red de hechos, evidencias y conceptos teóricos. Debe contener en sus diseños alguna intención de elegancia. ¿Por qué debe tener estas cosas una obra de literatura académica? Tal vez, porque no está dirigida a que SIRI la lea (sintetizador de voz), sino un ser humano.
La estructura del texto no puede ser accidental. Incluso si la estructura está determinada por el método del estilo del azar, el uso del azar constituye un método elegido. Además, la estructura no solo transmite información, sino que también es una cosa en sí misma, hermosa, metafórica, científica y así sucesivamente, aunque, si está divorciada de su contenido no es entonces nada. La información sin estructura es cacofonía. La estructura sin información es una tradicional fórmula lógica pura. Pero, el hecho de que la información y estructura armonicen, hace que poemas y ensayos científicos sorprenden a la razón humana.
El interés se crea en parte haciendo que el lector haga preguntas, creando tensión. Esto se hace introduciendo una conclusión al principio de un tema, debe ser disparada al final de la discusión. La introducción de esa conclusión crea tensión en forma de suspenso racional. La lectura se hace en parte con nuestro proceso de revisión de la literatura, inevitablemente la presencia de esa conclusión afecta nuestras expectativas.
La estructura no es nada sin crear en el lector un deseo de saber lo que va a pasar. Una vez creado ese deseo, entonces la estructura toma la forma de atención que el lector espera en forma de patrón de tensión y descanso; haciendo que el lector se anticipe, luego a veces frustrante y a veces recompensado en esa anticipación. La energía en una obra, es decir, lo que nos mantiene leyendo, proviene en parte del equilibrio entre lo que sabemos y lo que no sabemos y lo bien que el escritor nos ha hecho querer saber. Un fracaso en la escritura, especialmente en la academia, es que el escritor no crea suficiente tensión racional, no ha hecho lo suficiente para hacernos querer saber. Si el escritor da por sentado el interés del lector, entonces fracasará.
El discurso académico requiere de narrativa, argumentos que se mueven de un momento en el tiempo a uno más en el que se administra las justificaciones y las ideas. Una vez creado el suspenso por las posibles conclusiones, la tensión racional controla nuestra atención variando la mezcla de información entre fundamentar, justificar y explicar. La información de descanso, suele ser contextos, reflexiones y marcos de aplicación y ejemplos. La información secundaria es necesaria, presenta la idea reduciendo la tensión racional y permitiendo recargar el deseo de saber y de ganar profundidad en las ideas. La función de la narrativa es amistar estos momentos, mezclar información primaria (argumentos) y secundaria crean el suspenso narrativo.
Tanto el suspenso como la sorpresa afectan a nuestra anticipación, queremos señalar que leemos en cuatro niveles de tiempo. Leemos en el presente, palabras a palabra. Leemos en el futuro, anticipando lo que sucederá a continuación. Leemos en el pasado, recordamos en cualquier momento lo que ya ha sucedido. Y leemos en el pasado más lejano, a través de nuestro conocimiento y la literatura que nos apoyamos para precisar nuestras dudas y profundizar la lectura. Pero es nuestra anticipación y curiosidad lo que nos mantiene leyendo. Sin eso, nos detenemos en el interés de leer. El escritor académico busca controlar el grado de nuestra anticipación y curiosidad a través del suspenso y la sorpresa racional, ambos se ocupan del futuro. El suspenso es un estado de incertidumbre mental. Significa querer algo específico que suceda o no. Sorpresa es la repentina ocurrencia de un evento imprevisto que crea tensión en parte agitando nuestra fe en nuestra anticipación y produciendo incertidumbre. Toda buena metáfora incorpora sorpresa, todo aforismo es la suerte de que el escritor se vuelva artista.
Nuestro entendimiento en cada caso es repentino e inesperado. Un buen texto utiliza constantemente la sorpresa. Incluso la originalidad es una forma de sorpresa. Un argumento funciona como un ritmo racional. Claramente, los saltos entre justificaciones y explicaciones también crean sorpresa. Una vez que se ha establecido un patrón del estilo de pensamiento científico, los escritores académicos pueden crear su propio estilo.
Aunque hay suspenso en el hecho de que sospechamos que se va a producir una explosión de significado. En resumen, la tensión también crea un diseño de sentencias. Longitud y la sintaxis de la sentencia afecta a la atención en el flujo de significado. El ritmo de relajar y profundizar entra en claridad y complejidad, utiliza esa tensión para llevar al lector a través de la discusión de las ideas. En consecuencia se convierte cada pieza de la estructura en una invitación al lector para que continue entre lineas, el resto es el combustible que impulsa al lector a través del paisaje que el lector ha credo como narrativa académica. La academia es un estilo de narrativa, el carácter intelectual y la complejidad expositiva que desarrolla en las justificaciones y explicaciones son su carácter distintivo.
Escribir, es desvestirse de lo que nos ata al miedo, la sorpresa es la larga despedida de esta vida. Con estas dos ideas, hacemos nuevos caminos, los más radicales de la estética y la razón profunda de la ciencia.
Sorpresa, evento que no anticipamos, discrepancia entre nuestras expectativas perceptibles y la experiencia profundamente arraiga en nosotros. Poder sorprender a otros, la realidad puede sorprendernos e incluso a nosotros mismos. La sorpresa puede ser fastidio, distractor por ocupar muchos recursos cognitivos. Pueden ser leves sorpresas, por representar ligeramente cambios en la previsibilidad dentro de las cosas que hacemos cotidianamente.
En la vida y en la escritura en particular, lo bien hecho, es un precepto de Aristóteles para crear un grado de sorpresa, que inteligentemente, al ser construida revele la intensión de una vida original. En la ciencia, la ingeniería y la poesía, la sorpresa es un trabajo fino, construido desde lo profundo de la posibilidad de la intuición, crear un espacio de imaginación nuevo. En la ciencia conectar la evidencia en interpretaciones radicales que sean posibles, es sorprender con lo inesperado de que se encuentre lo que está detrás del velo de la realidad, pero también con lo revelador, la sorpresa no debería simplemente verse como lo inesperado, sino, como el condimento más importante para una vida emocionante e intensa que vitaliza la curiosidad humana.
En la escritura, es un ingrediente importante para satisfacer la trama, pero también, es crucial para las satisfacciones del desarrollo del carácter y muchos otros elementos del placer creativo[12]. De la poesía a la ciencia, ofrece maneras vivaces de dar sentido del mundo social y natural; nos invita cada sorpresa a que nuestra inteligencia sea flexible para manejar la evolución social y la complejidad matemática de la realidad natural[13].
Desde todo libro, si somos valientes leeremos nuestros miedos. El libro te invitará a quedarte, intentará sorprenderte con nuevo lenguaje. Con ideas que recobran el optimismo en lo humano. Podremos descubrir soberbios caminos para el amor y la razón de la ciencia. Nos reconstruye el sentido que damos a todo. La intangible modificación de la red cerebral, la hace temblar desmantelando nuestros prejuicios. Y el temor se olvida, es remplazado por estar abiertos a la sorpresa. Nos mantiene jóvenes, caminando por nuevas direcciones cada día, la tristeza o la alegría, de nuevos suspiros. Nuevamente reanuda nuestra existencia. Si bien el destino a veces es cruel, y no hay semáforo para nuestros errores, el desierto en blanco de la página, es el consuelo de la antesala de una vida nueva cuando escribe. La sorpresa de lo escrito es también reveladora.
Para construir algo así, hay que apuntar primero en alguna dirección, luego da la vuelta y en apuntar a otra, mientras también produce la impresión de que todo ha sido coherente e incluso inevitable. Esto es posible, porque nuestros cerebros conspiran con historias que rompan la continuidad de un final predecible.
La literatura nos da formas de dar sentido a nuestro mundo social; aprovecha los tipos de inteligencia que nuestros cerebros de primates revolucionados son capaces de procesar en su complejidad[14]. Nuestra atención más fina está anclada dentro de la jerarquía de la vida humana. Los chismes tienen más atención que la información seria. Se ha argumentado en un mundo relacionado con la literatura, que el discurso altamente estructurado en su narrativa es la evolución pedagógica más avanzada que desarrolla el aprendizaje profundo[15]. Los chismes son información superflua que distrae con fuerza, pero, no aporta nada a nuestra virtud. Muchos estudiosos de la ciencia cognitiva y la literatura ha identificado que el texto altamente estructurado ofrece la oportunidad de ejercer y explorar nuestras capacidades racionales y de control emocional, dándonos la oportunidad de ensayar y experimentar más allá de lo solo visceral; favorece la empatía social y el placer de disfrutar de todo nuestro potencial racional[16]. En conjunto estas investigaciones dan un consenso emergente de que una fuerza impulsora importante en nuestra universidad, es el compromiso con la literatura académica original altamente estructurada.
Los efectos de contaminación mental: chismes y demás ruido (texto improvisado, acuchillado y plagiado) limitan el hacer progresos a nuestra facultad intelectual y no juegan a favor de hacernos de ideas justificadas. Esta contaminación mental involucra a la violencia, el tedio, la vulgaridad de la vida humana. Son consecuencias de la toma de decisiones a la ligera y de orden perezoso. El punto de entrada para el cambio a favor de nuestra juventud es la tarea de producir y consumir literatura académica altamente estructurada y, aprovechar su originalidad como una forma para superar esta crisis del fin de la historia de las ideas. Entonces, después de documentar reportes de investigación serios y rigurosos en esta materia, podemos argumentar que la contaminación mental es una afiliación cuasi criminal contra nuestra juventud.
La debilidad moral y el fracaso social (la violencia y la corrupción), se basan en la teoría que las explica como debilidad lingüística[17], como los “pecados” de una memoria de trabajo de baja complejidad[18] y la “maldición” del conocimiento débil[19]. Nosotros sostenemos desde la evidencia documental, que es absoluto el efecto de progreso ético entrelazado al carácter de crear y consumir literatura original.
Cuanta más información tengamos en experiencia sobre algo, más difícil será salir de esa experiencia para apreciar las implicaciones de la nueva información, en nuestra mente esta información nueva ejerce un tirón sobre nuestras ideas. Una vez que sabemos algo o al menos así lo consideramos, da forma a nuestras expectativas inconscientes con las que actuamos e incluso, nuestros recuerdos se sienten amenazados con las nuevas ideas. Las circunstancias que nos hacen confiar demasiado en nuestros juicios y predicciones resultan en intrusiones de información sin justificación y fundamento en nuestros recuerdos, esto produce la ilusión de que poseemos conocimiento[20].
El efecto de exceso de confianza, también puede producir que nuestra persona dé la impresión de cometer el error de ser necia y de valerse de actuar de forma autoritaria, a este conocimiento que defendemos lo llamaremos pensamiento sesgado[21]. Esta información en nuestra mente es contaminación, su toxicidad no permite otras perspectivas o contextos emergentes de los nuevos aportes científicos. Una doble tragedia para la educación es llamar a esto con la etiqueta de “error”. Pero estos no son errores, son más una corrupción estructural que causa problemas mentales, juegan un papel en contra de las personas para disfrutar de la narrativa objetiva, la creación de sentido y el placer estético racional y emocional. Es decir, conspiran sobre el funcionamiento racional, impidiendo que los valores epistémicos de justificación, demostración y fundamentación tengan espacio en su reflexión. Si nuestra vida es un juego de ajedrez, nuestro Rey ha caído presa de uno de sus hábitos de pensamiento menos premiado por la virtud humana: generalizar datos limitados sobre una realidad compleja. Además, la conmoción del dolor que causa el desamparo para nuestras vidas al estar en un mundo que en lo absoluto comprendemos, parece que una conclusión ineludible podría ser impulsarnos a anticipar para nuestras vidas, preguntarnos y esperar cuál será nuestro destino, sí, somos los que negamos la evidencia de Galileo o los que estamos dispuesto a discutir si su información está aterrizada en los hechos.
A la gente le gusta sorprenderse, al menos a veces, si la sorpresa llega de manera correcta. Las sorpresas en sí mismas no son tan difíciles de encontrar en la vida cotidiana, pero, que ellas trasciendan en nuestra vida es otra cosa. La razón por la que los finales de giro que trascienden son difíciles, es porque tienen que ser una sorpresa sin ser una sorpresa. Turner cree que aquí radica la solución del problema de la mente intoxicada por ideas sin justificación[22]. Crear una narrativa estructurada en torno a un tipo específico de sorpresa: una en la que la información revelada al final de la narración, revela una transformación del sentido que teníamos antes. Algunas de nuestras suposiciones más básica, sobre la verdad de lo que está pasando, se transforman en una revelación repentina, nos obliga a revaluar los acontecimientos previamente representados, dado que el cerebro resolvió hacer conciencia al sesgo mental.
Este tipo particular de sorpresa requiere un equilibrio magistral para ser satisfactorio. La revelación de que alguna de nuestras ideas está equivocada, debe ser genuinamente sorprendente, pero no es bueno si la narrativa simplemente te dice una cosa y la realidad otra. Este acto de equilibrio es todo un estilo de pensamiento que toma en cuenta que la mente humana es un proceso de toma de conciencia, y no simplemente una retención simple de información. Específicamente, la sorpresa de revelación solo tiene éxito si, en primer lugar, es inesperada y, en segundo lugar, si no entra en retrospectiva, en conflicto con la información presentada de otro modo. De hecho, la sorpresa debería hacerlo mejor todavía. En el caso ideal, la nueva interpretación de los hechos no solo debería parecer compatible con el material narrado anterior, debe sentirse como una comprensión superior más correcta de esa información. Estas sorpresas constituyen una variedad particular de un tropo que Aristóteles describió como anagnórisis: cuando el punto de inflexión de una historia se centra en un momento de descubrimiento crítico, en el que el héroe del pensamiento logra una conciencia repentina de la verdadera naturaleza de su situación. Revaluar nuestras creencias a partir de un conocimiento estructurado, es un tipo de divulgación del conocimiento moderno que transforma.
La información crucial, debe ser planteada con suficiente firmeza que será recordada cuando llegue el momento adecuado de interpretarla como un sistema de explicación justificada. Esta astucia narrativa es la que da perfil al texto académico más auténtico en este género. Se pueden aprovechar tendencias generales de la cognición humana que son aplicables a este objetivo de lograr sorprender. Utilizan el estilo de nuestras mentes para regalarnos la dulce sorpresa de ayudarnos a controlar y suministrar este efecto literario.
Este estado de cosas tiene dos resultados convenientes. En primer lugar, significa que la mera conciencia del tema no es garantía de atrapar al lector dispuesto al esfuerzo, por lo que la técnica puede de la sorpresa ser eficaz incluso en estados distraídos del lector. En segundo lugar, proporciona una vía por la cual el público puede aceptar el rigor del pensamiento como un juego limpio para fortalecer su capacidad racional.
La promesa de sorprender, es la centralidad de que los lectores busquen a escritores con estas cualidades. El misterio del rompecabezas es un juego justo, administrar el contenido en unidades de conciencia es un plan mayor en el que el escritor conoce la frontera del conocimiento al que está conduciendo el discurso. Con el fin de dar a una audiencia este tipo de información, el escritor necesita asegurarse de que los lectores no anticipan la revelación con demasiada facilidad, ya que, eso arruinaría la sorpresa, y el gancho literario a caminar por senderos de mayor exigencia intelectual. Un profesor escritor proporciona cierta iluminación retrospectiva de lo que ha pasado en la historia de las ideas[23].
Había una vez algunas hormigas. Recogieron comida todo el verano y colocaron hojas para el invierno. Las hormigas eran pequeñas, pero, trabajaban juntas para que todas tuvieran suficiente para la larga temporada que estaba por venir. Mientras tanto, su vecino, el saltamontes, pasó el verano saltando al sol. Se acerca el invierno, le advirtieron preparase. El saltamontes pasó y se rio: vivan el momento mañana no existe, ustedes deben disfrutar la vida, en lugar de trabajar el talento más duro. Cuando llegó el invernó, las hormigas se establecieron con sus suministros, y el saltamontes no tenía nada. Hambriento y con frío, se dirigió a su vecinos en busca de ayuda. Pero solo tenían suficiente para ellas mismos y nada de sobra. En el verano parecía que estábamos desperdiciando nuestras vidas dijo la hormiga, ahora sabes lo que estábamos salvando, nuestras vidas y regalándonos la dignidad de nuestra muerte.
Algunas historias se suman a la conciencia y nunca se van. Las hormigas y el saltamontes vienen a nosotros desde la antigüedad, en un relato griego a favor de la academia[24]. Sin embargo, la historia tal como ha llegado a nosotros tiene una dura moral: vivir como una hormiga o morir como un saltamontes. Trabajar para el futuro o encuéntrate en un pase desesperado.
4.2 Estructuras y genios malignos
Parecería que el mundo en sí no tiene otra estructura que lo que le da el paso del tiempo-espacio, mientras que la entropía, la gravedad, la alternancia de campos magnéticos y eléctricos en paquetes de fotones, la materia oscura y los ciclos interminables de reciclado de estructuras de información llamada átomos y moléculas, convierten todo en su forma energética. Los seres humanos requieren estructuras, buscándolas es el plan maestro de la ciencia, luchan contra el gran genio maligno que manipula nuestra conciencia con datos para hacernos creer su juego, hipótesis de René Descartes. El gobierno de la realidad es una estructura de ecuaciones fundamentales que nos impone su ley, las funciones de estas estructuras de información lógica-matemática pueden darnos el poder de crear un mundo sintético donde inteligencia, fármacos, anticuerpos, pigmentos, elementos químicos, música…, crean un nuevo espacio artificial. Una de las funciones de estas estructuras es darnos la aparente capacidad racional de reprogramar la arquitectura de la realidad que nos fue dada. Pero no cree usted que, es extraño que estas estructuras sean de la misma naturaleza que la arquitectura de la razón humana más coherente y rigurosa.
La estructura de una pieza de escritura nos permite dividir las accionen, no en buenas y malas, sino probable e improbable. Un requisito principal de una pieza de escritura académica. Una narrativa debe ser probable. Incluso si es fantástica o surrealista, debe ser probable dentro de su situación de gobierno de las ecuaciones fundamentales de esa realidad creada. Una de las formas en que la literatura funciona es haciendo que el lector anticipe lo que va a suceder a continuación y, además, haciendo que el lector quiera saber lo que va a suceder. Mantener el equilibro contra la anticipación del lector es posible solo en el límite de no correr el riesgo de que abandone el interés en permanecer en el texto.
Pero el lector va a anticipar y querer saber qué va a pasar, solo si confía en que los acontecimientos que se extienden por delante son (de alguna manera) probables dentro del conjunto, que no son gratuitos ni arbitrarios ni meramente posibles. Esto sugiere algo sobre el arte, requerimos de él ciertas condiciones que no encontramos en la vida, es decir, que sea probable. El final de una historia puede ser trágico, cómico , surrealista o trivial, puede sorprender y conmocionar, pero también debe ser probable he idealmente, inevitable. Esa es una de las paradojas de la escritura, que la conclusión de una pieza dada debe parecer inevitable y sorprender. Esta inevitabilidad es algo que el escritor sugiere del mundo, una estructura intrínseca; que de hecho puede formar una cadena de revelaciones hasta la idea objetivo del plan de escritura.
Un tema inicia con la primera pieza de texto que ejerce en la imaginación un seductor racional, que anuncia, que se abrirá la puerta a un mundo de conocimiento. No solo se imagina la escena que está leyendo, sino que también imagina lo que podría suceder a continuación y luego, mide si se aventura a la siguiente pieza de lectura. Si la obra nos ha comprometido, tenemos una serie de deseos y temores sobre lo que está por venir; nos engancha o la abandonamos. Además, a medida que leemos, estamos midiendo lo que estamos leyendo contra todo lo que hemos leído antes. Cada vez que leemos también estamos, en algún nivel, sostenido una conversación, no necesariamente juzgamos la siguiente pieza con la misma intensidad que la inicial. Pero, estamos usando nuestra lectura de la pieza anterior para filtrar a través del camino que nos conduce el texto. El filtro es un proceso racional sobre el sistema de escritura, las ideas y las inferencias presentes en la prosa. El diseño de la estructura no solo es sobre saber qué palabras poner a contención, sino también saber cómo el lector responderá a esa palabra, saber cómo desea que el lector responda y por qué.
Cualquier obra está ligada al escritor, aunque no sea específicamente autobiográfica. La estructura siempre refleja la visión del escritor sobre el mundo y está ligada a la psicología del escritor. Cada vez que escribimos, nos describimos a nosotros mismos. Nuestros léxico y estilos de razonamiento ligados a los operadores discursivos, en mucho, hablan de nuestra competencia intelectual para hacernos en las profundidades del conocimiento. El escritor no nos presenta la realidad. Ha sido una falacia crítica que ha pasado de generación en generación desde Platón: el arte de intentar imitar la realidad. Más bien, el escritor nos da una metáfora de su propia relación emocional/psicológica/intelectual/física con la que imagina que es la objetividad, Descartes nos heredó la tradición del método del discurso científico, la universidad de la ilustración a su vez el discurso académico. El propósito del texto académico es despertar nuestra curiosidad en relación con la realidad.
La realidad misma es una cosa oculta. La palabra forma una paradoja porque representa un gran misterio, tanto como el por qué la matemática guarda simetría con la arquitectura de la realidad. Ambas son necesarias. Pero debido a que nos acostumbramos a ellas. Dejamos de lado su misterio, sentimos que nuestra información sobre los espacios de significado es correcta, eterna, absoluta y que agota toda la entropía de lo que existe, nos deja en el tedio para solo memorizarla y padecer el fin de la historia de las ideas.
Esto aseguramos, no es para nada cierto, la academia debe sacudirse la función de informar, por la función de formar en el arte de los estilos de pensamiento. La realidad sin duda alguna es misteriosa, una rareza, nos sorprende y nos amenaza a nuestra civilización. La neurosis, según Freud, nos permite creer en las mentiras que hacemos sobre el mundo para reducir su amenaza y poder funcionar dentro de él un tanto tartamudos y sometidos a que otros exploren por nosotros. La neurosis es vista como protección a nuestra finita razón y mortal existencia. Tal vez, no nos importaría tanto si dispusiéramos de mayor desarrollo creativo. De hecho, la realidad, algún día nos verá partir de este breve momento de nuestra existencia.
La vida no es almacenar información cruda, sin justificación racional para nuestra conciencia. Esta es una de las razones por la que promovemos el español con propósito académico. Nos da su escritura las siguientes habilidades:
1. Registro contable de la realidad.
2. Ampliar la memoria.
3. Desarrollo de las herramientas creativas a partir de nuestra base biológica axiomática.
4. Estructuración de nuestros pensamientos.
5. Ganar fortaleza de concentración en nuestro enfoque creativo.
6. Aprender estilos de pensamiento: científico, poético, matemático, químico…
7. Compartirnos al mundo: principio canónico de la ciencia.
Leemos literatura original porque en parte, nos da información sobre nuestras vidas; para vernos a nosotros mismos en la reflexión de otros y diseñar nuestro futuro. Leer nos permite ver qué tan privadas son nuestras alegrías y temores íntimos, compartidos dentro de la comunidad humana. Al tomar notas escritas como hábito, nuestras creencias sobre el mundo las justificamos o incluso las renovamos por mejores y más profundas en la ciencia, la poesía, las matemáticas. Nuestro arsenal de preguntas sobre la realidad muda, se ajusta para nuestro desarrollo intelectual. En algún nivel, el tema de cualquier discurso nos atrapa en su estilo de razonamiento.
Leemos para aprender sobre nuestras vidas y concentrarnos en nuestro camino. Y cuando más el escritor capta el color de la tradición intelectual de su comunidad académica, nos hace querer leer, menos nos distraemos. Claramente algunos escritos ofrecen más descripción e instrucción, estos logran distraernos lo suficiente como para actuar mecánicamente en ellos. La literatura académica nos da más justificación sobre la realidad, creando una metáfora sobre nuestras vidas. A veces olvidamos esto, la metáfora le da ritmo a la estética de la narrativa y es importante para nosotros, la relación del autor con algún aspecto de la realidad. El acto de inspiración es (creo), la repentina aprehensión o comprensión de lo profundo de la razón. Cuando entendemos al texto como metáfora, esa comprensión viene en un instante de revelación. En un momento la mente está tejiendo sentido, y en el siguiente, hay conocimiento.
El paso de la ignorancia al conocimiento parece un punto en que la conciencia descubre en sorpresa a la realidad, lo que hace es imaginar un paso y su futuro; esto proporciona un contexto en el que comprender es una explosión de sentido. La inspiración es un acto de golpear algo y sorprender. Escribimos en parte para descubrir el poder de hacerlo. La obra comienza en la intuición, al escribir, se aprende acerca de lo que hemos escrito, llevando la intuición a lo profundo de la conciencia. El escritor se entrega a la escritura, pero esta no debe controlarlo, por eso en cada proceso de revisión rectifica que lo escrito se apegue lo más posible a lo pensado. Al descubrir más significado dentro de lo que se escribe, estas ideas nos ayudan al control consciente de adecuar las piezas de texto.
La intuición es un conocimiento del estado del arte del conocimiento en un tema. Es el punto de partida, pero no la materia prima. Al igual que un escultor da forma a la piedra, la investigación y la toma de notas dan forma a los cuerpos de ideas justificados y fundamentadas. Todo lo que es hermosos como pieza de texto, es producto de la razón y del cálculo en el diseño del discurso. La razón interroga de un lado a otro estructurando las piezas de la teoría. Personalmente creemos que, la estructura es parte de planificación del metaargumento y no es parte de la intuición. La inspiración original de sentencias, cláusulas y metáforas pueden priorizar una serie de imágenes mentales, pero, no muestran cómo organizar las piezas de texto. Simplemente dan información. La obra solo se puede estructurar cuando el escritor tiene un grado de comprensión sobre el propósito del estilo del pensamiento adoptado en su planificación. Esto puede requerir mucha revisión y reescritura de piezas de texto. La escritura así, es un proceso de descubrimiento de nuevos espacios de significado. Pero finalmente, el escritor decide de qué se trata y en su momento la obra evoluciona en su forma final.
Si la primera sentencia no está alineada con la preparación del propósito final de la obra, la obra misma fracasará y extraviará al lector. En la composición, no se debe permitir que una sola palabra se cuele y, que esta no esté cargada de intención, que no tiende a algo, o que no completa el diseño premeditado de un estilo de pensamiento. Encontrar el número óptimo de palabras para cada pieza de información, está en el orden de intención del escritor, y por encima del hecho que debilita a la idea. Todo lo que no contribuye al conjunto de las ideas resta importancia a la obra. No hay minucias en materia del arte de escribir.
A menudo es una debilidad del escritor ver a la estructura en términos de cronología. Primero esto y luego esto otro. Pero la selección y organización de momentos significativos requiere que uno sea cronológico. La estructura más bien se refiere a un sistema de pensamiento, y como todo sistema, las piezas deben interactuar en el orden correcto. Por ejemplo, una estructura como esta: antecedentes, marco teórico, justificación del problema, preguntas de investigación, hipótesis, método, diseño experimental, procesamiento de datos, discusión de resultados y conclusión; es un sistema de pensamiento problema-solución. El propósito, es comenzar a involucrar al lector en el interés temático y a la vez desarrollar un sistema de pensamiento.
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